Otra batalla que se puede perder por Gerardo López Alonso.
En 1982, la Plaza de Mayo se llenó en apoyo espontáneo a la Junta Militar que había iniciado una guerra con el único objetivo de perpetuarse en el poder, recurriendo a un tema capaz de convocar a los argentinos. Al mismo tiempo la gente en Buenos Aires se divertía, llenaba los restaurantes, consumía.
Para los isleños de hoy, la guerra es algo presente que los sigue marcando a fuego. Tanto ellos como el gobierno británico alegan que la invasión argentina (no la llaman "recuperación") marca un punto aparte, que cambia por completo el tenor de una relación que, desde los años 60, venía mejorando en alguna medida.
El argumento argentino se basa en que "esa guerra la hicieron los militares", como si fuera un fenómeno ajeno al país de hoy y en cualquier caso al actual gobierno, que no tiene nada que ver con "aquello", aunque sí con la reivindicación de las islas.
A propósito, a fines de los años 80 Mijail Gorbachov avanzaba con sus reformas de fondo en la URSS que los gobiernos occidentales veían con buenos ojos. Pero Gorbachov necesitaba ayuda financiera y comenzó a pedirla. Fue a Londres, expuso sus planes y encontró buena recepción. Mientras hablaba, un funcionario puso algo sobre su escritorio: una pila de papeles, evidentemente viejos, atados con una cinta. Señalándolos dijo: "Señor Gorbachov, tenemos deseos de ayudarlo, pero éstos son los pagarés que su zar nos firmó y nunca nos pagó. Tenemos que hablar de esto".
Separar la guerra "de los militares" de la diplomacia "de nosotros" es algo que puede servir para consumo interno, pero hasta cierto punto. Sin olvidar que el reclamo argentino sobre Malvinas es algo que, históricamente, puede calificarse (siendo benévolos) como discontinuo.
Mientras tanto, las islas son un territorio británico de ultramar sobre el que la Argentina sostiene un reclamo de soberanía.
Ahora sube a escena el petróleo como primer actor. Varias compañías buscan inversores para la costosa etapa de exploración en la Zona Sur, donde puede haber reservas significativas. La Argentina amenaza con demandar a esas empresas. ¿Cómo afectará esto a posibles inversores? Hablé del tema en Malvinas con gente que se supone informada. Amables, la respuesta que me dieron fue lacónica: "Bueno, siempre hay riesgo en todo". Es otra batalla que se puede llegar a perder, mientras creemos estar ganando en el campo de la retórica.
Gerardo López Alonso.
Profesor de Análisis Internacional de la Universidad Austral.
Publicado por el Diario "Río Negro", 2 de abril de 2012.
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