Popol Vuh, el libro que originó la leyenda del fin del mundo.
El original de esta “Biblia” se perdió, pero una copia se conserva. Sus páginas reflejan la cosmovisión de los mayas del siglo XVI.
Antes de que la tierra existiera, todo era silencio y oscuridad, sólo estaban el cielo y el mar en calma hasta que los progenitores Tepeu y Gucumatz se pusieron de acuerdo y crearon los árboles, los animales y al hombre.
Así se concibió el mundo según el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, referente histórico de la espiritualidad, filosofía e identidad de pueblos descendientes de esa civilización en Centroamérica y el sur de México.
Los creadores querían tener algún ser que los alabara. Entonces formaron un hombre de barro. Pero éste no podía andar, ni multiplicarse y se deshizo, narra el libro, que se estima que fue escrito a mediados del siglo XVI en el idioma maya k’iche’.
Luego lo intentaron con madera, pero los hombres, aunque se multiplicaban, no tenían entendimiento y se olvidaron de sus progenitores, por lo que fueron destruidos.
“Ha llegado el tiempo de amanecer, de que se termine la obra”, dijeron Tepeu y Gucumatz. Entonces, Yac (gato de monte), Utiú (coyote), Quel (cotorra) y Hoh (cuervo) llevaron el maíz blanco y el amarillo y de sus mazorcas fueron creados los hombres, relata el texto.
El Popol Vuh, que significa Libro del Consejo o Libro de la Comunidad, alude a la cosmovisión y espiritualidad de los mayas que habitaron el sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice, cuyos descendientes conmemoran la próxima semana el fin de una era de 5.200 años, según su calendario.
Algunas interpretaciones han hecho creer que ese día será el fin del mundo, algo que los mismos líderes indígenas y expertos desmienten. A pesar de ello, atrajo la atención hacia todo lo relacionado con la cultura maya.
Aún cuando desde 1972 el Popol Vuh ostenta el título de Libro Nacional de Guatemala, no fue sino hasta el pasado mes de agosto declarado por el gobierno como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
Aunque su origen es un enigma, según los historiadores, la primera versión del texto, elaborada por indígenas cristianizados, permaneció oculta hasta 1701, cuando el sacerdote español Francisco Ximénez hizo una transcripción al castellano.
El manuscrito de Ximénez contiene el texto más antiguo conocido del Popol Vuh, pero se desconoce el nombre del autor de esa primera versión.
El Popol Vuh también cuenta las aventuras de los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes vencieron en un juego de pelota a los señores de Xibalbá y por eso fueron convertidos en el sol y la luna.
La única copia que se conoce del libro maya se encuentra actualmente en la biblioteca Newberry, en Chicago, pero unos diputados guatemaltecos anunciaron el 13 de diciembre que intentarán recuperarlo para exponerlo en un museo en el municipio indígena de Chichicastenango, en el oeste del país.
Según se sabe, el documento original -extraviado o posiblemente destruido- estuvo en el convento Santo Domingo hasta 1830; llevado a la Universidad de Guatemala en 1854; encontrado por el austríaco Charles Scherzery y publicado en 1857; después el misionero Etienne Brasseur de Bourboug lo llevó a Europa y lo publicó en francés. Él fue quien le dio el nombre de Popol Vuh.
Así se concibió el mundo según el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, referente histórico de la espiritualidad, filosofía e identidad de pueblos descendientes de esa civilización en Centroamérica y el sur de México.
Los creadores querían tener algún ser que los alabara. Entonces formaron un hombre de barro. Pero éste no podía andar, ni multiplicarse y se deshizo, narra el libro, que se estima que fue escrito a mediados del siglo XVI en el idioma maya k’iche’.
Luego lo intentaron con madera, pero los hombres, aunque se multiplicaban, no tenían entendimiento y se olvidaron de sus progenitores, por lo que fueron destruidos.
“Ha llegado el tiempo de amanecer, de que se termine la obra”, dijeron Tepeu y Gucumatz. Entonces, Yac (gato de monte), Utiú (coyote), Quel (cotorra) y Hoh (cuervo) llevaron el maíz blanco y el amarillo y de sus mazorcas fueron creados los hombres, relata el texto.
El Popol Vuh, que significa Libro del Consejo o Libro de la Comunidad, alude a la cosmovisión y espiritualidad de los mayas que habitaron el sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice, cuyos descendientes conmemoran la próxima semana el fin de una era de 5.200 años, según su calendario.
Algunas interpretaciones han hecho creer que ese día será el fin del mundo, algo que los mismos líderes indígenas y expertos desmienten. A pesar de ello, atrajo la atención hacia todo lo relacionado con la cultura maya.
Aún cuando desde 1972 el Popol Vuh ostenta el título de Libro Nacional de Guatemala, no fue sino hasta el pasado mes de agosto declarado por el gobierno como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
Aunque su origen es un enigma, según los historiadores, la primera versión del texto, elaborada por indígenas cristianizados, permaneció oculta hasta 1701, cuando el sacerdote español Francisco Ximénez hizo una transcripción al castellano.
El manuscrito de Ximénez contiene el texto más antiguo conocido del Popol Vuh, pero se desconoce el nombre del autor de esa primera versión.
El Popol Vuh también cuenta las aventuras de los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes vencieron en un juego de pelota a los señores de Xibalbá y por eso fueron convertidos en el sol y la luna.
La única copia que se conoce del libro maya se encuentra actualmente en la biblioteca Newberry, en Chicago, pero unos diputados guatemaltecos anunciaron el 13 de diciembre que intentarán recuperarlo para exponerlo en un museo en el municipio indígena de Chichicastenango, en el oeste del país.
Según se sabe, el documento original -extraviado o posiblemente destruido- estuvo en el convento Santo Domingo hasta 1830; llevado a la Universidad de Guatemala en 1854; encontrado por el austríaco Charles Scherzery y publicado en 1857; después el misionero Etienne Brasseur de Bourboug lo llevó a Europa y lo publicó en francés. Él fue quien le dio el nombre de Popol Vuh.
El científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Manuel Mandianes ha señalado que los mayas predijeron en su calendario que en 2012 se produciría alguna catástrofe pero, "en ningún momento se habla del fin del mundo".
Según ha indicado, el calendario maya "no se puede seguir de la misma manera en la que hoy los contemplamos" ya que "su forma de elaborarlo era proyectando para el futuro lo que habían vivido en el pasado".
"Siglos atrás, por la concordancia de planetas estrellas y otros astros, se habría producido alguna mala cosecha o pestes, por ello los mayas, adivinando que en 2012 probablemente se daría la misma confluencia, profetizaron que se produciría alguna catástrofe", ha explicado Mandianes.
El científico ha apuntado, en declaraciones, que "la preocupación fundamental de los mayas era la medida del tiempo" y "les obsesionaba de tal manera que fundaron su filosofía y su religión" a partir de él. "Prácticamente la totalidad de sus divinidades tenían que ver con algún periodo, algún ciclo del tiempo o alguna hora del día", ha destacado.
Esta preocupación les llevó a estudiar "el origen del tiempo". En su manera rústica de llevar a cabo esta investigación, los mayas determinaron que "el tiempo era como el mito del eterno retorno", de modo que los periodos de tiempo se repetían por ciclo y los ciclos también se repetían".
Su 'modus operandi' era conocer lo más posible de los siglos pasados para, después proyectarlo de cara a adivinar el futuro", ha señalado Mandianes, que ha apuntado que llegaron a escribir lo que acontecería cuatro milenios más adelante que el tiempo que ellos estaban viviendo.
El investigado ha apuntado que es así como se "ha llegado a la profecía de que le mundo puede acabarse". "En realidad ellos no dijeron que sería el fin del mundo, los expertos actuales sobre el tema no lo determinaron así, sino que lo escrito alertaba de que acontecerían cosas importantes", ha apuntado Mandianes, para destacar que la idea del fin del mundo caló en la sociedad por otros canales. "Ha pasado lo mismo que cuando los adivinos y echadores de cartas dijeron que el fin del mundo sería en el año 2000, se propagó y no fue así", ha indicado.
De hecho, para Mandianes, la pregunta que habría que hacerse ante un acontecimiento como este es "por qué la gente del año 2012, que es mucho más científica y vive en la era de la nuevas tecnologías y grandes telescopios, da tanta importancia a lo que dijeron unos sacerdotes mayas que no tenían los instrumentos que se tienen hoy en día".
A su juicio, la razón de que este tipo de profecía calen en la sociedad es "la filosofía de la postmodernidad". Mandianes ha indicado que el ser humano "ha dejado atrás, como consecuencia de los nuevos tiempos, una serie de creencias que le ha dejado un vacío de valores".
"Para llenar este vacío, el hombre se inventa fiestas, tradiciones, pero carece de una filosofía como la que se tenía hace siglos, basada en la religión, como también la tenían los mayas", ha apuntado el investigador, que añade que "cuando el hombre actual lee las profecías mayas carecen de la filosofía que ellos tenía sobre el tiempo y lo ponen en un contexto cultural y sociopolítico que es totalmente diferente".
Aportaron sabiduría a la astronomía
Aunque el calendario maya aporta poco a las "profecías" ya que su estudio del tiempo cíclico no es "muy acertado", Mandianes ha explicado que la cultura maya ha aportado una gran ayuda a la astronomía puesta al servicio de la astrología. "Era tan importante para ellos que los mil monumentos jeroglíficos hallado en la zona que habitaban, están todos dedicados a este tema", ha indicado el investigador.
Así, los eruditos en la sociedad maya eran los sacerdotes que sabían de astronomía y eran ellos los encargados de hacer todas las profecías y de predecir el tiempo. Estos sacerdotes estudiaban con ahínco la astronomía, pero siempre en la medida que la pudieran utilizar para la astrología.
"Si no acertaban, su prestigio caía por tierra y los que acertaban crecían en la estima de los ciudadanos y su rol social aumentaba y eran más importantes", ha concluido Mandianes.
El calendario no se acaba en 2012
A pesar de que las profecías alertaban de que el fin del mundo llegaría el 21 de diciembre de este año, el pasado mes de mayo un equipo de científicos descubrían que, en una gran ciudad construida por los antiguos mayas, existía nuevas escrituras del calendario maya que acabaría con la con las previsiones del fin del mundo.
El descubrimiento, publicado en National Geographic y Science, explica que se halló una estructura cubierta con diminutos glifos rojos y negros. Algunos de ellos, parecen representar los diferentes ciclos calendáricos trazados por los mayas: el calendario ceremonial de 260 días, el calendario solar de 365 días, el ciclo de 584 días del planeta Venus, o el ciclo de 780 días de Marte.
Según los científicos del proyecto, a pesar de la creencia popular, este descubrimiento señala que no hay ninguna señal de que el calendario maya -o el mundo- acaben en el año 2012. "El calendario marca, más bien, el transcurso de diferentes ciclos", indicaron los investigadores.
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