Calles, túneles, puentes, rutas, escuelas, hospitales, cátedras universitarias, oficinas públicas, comisarías, aeropuertos, rotondas. Desde la muerte de Néstor Kirchner se acumularon las obras públicas, establecimientos e incluso torneos de fútbol que llevan su nombre. Y esa tendencia puede potenciarse si la Cámara de Diputados bonaerense aprueba un proyecto presentado por una legisladora del Frente para la Victoria: María del Carmen Pan Rivas impulsa una iniciativa para que todos los establecimientos escolares sin denominación de la provincia pasen a llamarse “Presidente Néstor Carlos Kirchner”.
Todas las escuelas primarias, secundarias y los jardines de infantes de la Provincia que dependan del Gobierno bonaerense y de los Municipios y que no tengan nombre asignado podrían pasar a llamarse "Presidente Doctor Néstor Carlos Kirchner".
Así lo contempla un proyecto de ley impulsado por la diputada provincial del Frente para la Victoria María del Carmen Pan Rivas y que ya generó una dura respuesta desde los bloques opositores que la calificó como "un atropello".
La iniciativa plantea una excepción a las disposiciones del Reglamento de ratificación, modificación y proposición de nombres para los establecimientos educativos de la Provincia.
Es que ese texto estipula que para que a una escuela o jardín se le imponga un nombre propio deben haber transcurrido al menos diez años del fallecimiento de esa persona. Pero también contempla que esta disposición puede tener excepciones si media una resolución que la autorice.
Publicado en diferentes medios de comunicación.
“Chupamedias y alcahuetes” de Hugo Presman.
En los momentos críticos de su segunda
presidencia, cuando los adversarios económicos se unificaban detrás de la
iglesia a la que se le había eliminado la enseñanza religiosa en la educación
pública, se le había introducido el divorcio y eliminado la vergonzante
categorización de hijos naturales e ilegítimos pasando a ser matrimoniales y
extramatrimoniales, y se iba por más, Perón declaró: “Estoy rodeado de
chupamedias y alcahuetes” Chupamedias es la persona sumisa, obsecuente, aduladora.
Alcahuete es un buchón o encubridor. Si el interlocutor no era ni chupamedia ni
alcahuete debería haberle dicho al General: “Ud. ha generado un sistema de ascensos y premios en donde se
multiplican los chupamedias y alcahuetes. Ud. se queja pero está cosechando lo
que estimuló”. Un ejemplo máximo fue el vicepresidente, el Contralmirante
Alberto Teisaire, mendocino, elegido en abril de 1954, que apenas producida la
Revolución Fusiladora declaró contra el gobierno derrocado del que formó parte,
11 días después, en términos que ruborizaban a Aramburu y Rojas. Afirmó entre
otras cosas: “La conducta de Perón como gobernante, su deslealtad para los que
en él creyeron, su cobarde y vergonzosa deserción frente al adversario,
abandonando al gobierno y a sus colaboradores (y no digo sus amigos, porque
jamás abrigó sentimientos de amistad para nadie), me habilitan para la actitud
que asumo. No tengo por qué guardar consideraciones para quien no las tuvo con
nadie, ni aún con el país, de cuyos destinos dispuso a su antojo…… Pero nadie
puede llamarse a equívocos, hay un solo responsable de todo: Perón. Hay uno
solo que inspiraba y ordenaba: Perón”.
Otro ejemplo de obsecuencia pero en este caso
ligado a una significativa lealtad es Héctor José Cámpora. Escribe José Pablo
Feinmann: “Durante el primer peronismo, ese que pinta Santoro con los colores
de un Paraíso Perdido, Cámpora era un simple dentista, un hombre de San Andrés
de Giles, que arrimó un bochín al corazón del Poder. Era obsecuente, y era
feliz con la obsecuencia. Quería tanto a Perón y Evita que no hacía otra cosa
sino lo que le decían. Hay una anécdota (seguramente falsa: tiene un tufillo
indisimulable de sorna y desdén oligárquico, pero es ingeniosa) que lo muestra
siguiéndola a Evita, siempre apurada, siempre afiebrada por la acción, y
Cámpora, fiel, detrás de ella; y ella, de pronto, le pregunta: “Che Camporita ¿
qué hora es? Y Cámpora dice: “La que usted quiera, señora”. Divertida la
anécdota, pero como dije, falsa. Es inimaginable que una mujer como Evita no
tuviera un reloj; y caro.” La anécdota
es posible que sea tan falsa como el intento tardío de convertir a Cámpora en
un líder revolucionario. Pero es ilustrativa para lo que aquí se intenta
ejemplificar. Sin olvidar que el último acto gubernamental de Perón el 29 de
junio de 1974, antes de transmitir el mando provisoriamente a Isabel, que
finalmente fue definitivo, consistió en la aceptación de la renuncia del
dentista de San Andrés de Giles y ex presidente a su cargo de embajador en
Méjico, sin agradecerle, como es de fórmula, los patrióticos servicios
prestados.
Fragmento del artículo de “Chupamedias y
alcahuetes” de Hugo Presman.
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