Integrados al Mundo: Recibimos las mismas "novedades" del Museo de Cera europeo que nos fatigaron en la década del 90. Claro que en esa época los entrevistaban Marianito Grondona. Jorge Castro o Rosendo Fraga, ahora lo hacen Fernando Iglesias, Feinmann o Fantino. Hasta en eso hemos retrocedido.
"No soy gorila". Con paciencia de orfebre y talento de académico, Alain Rouquié visitó nuevamente el país, repitiendo una costumbre que mantiene desde hace 53 años. A esta altura, en Buenos Aires, se lo define como el analista extranjero más importante del peronismo; siempre tan crítico como prudente a la hora de sentenciar. Esta vez el viaje se organizó para la presentación de su último libro, Le siècle de Perón (El siglo de Perón), publicado a comienzos de año en Francia y ahora editado en Argentina. Como anfitriones trabajaron la Embajada de Francia, la Universidad Nacional del Litoral y la editorial Edhasa con su editor Fernando Fagnani como principal sherpa por el país. Hubo tres eventos centrales: la presentación oficial del martes pasado en la sede de la UBA de la Facultad de Ciencias Sociales y la conferencia de un día después en la Alianza Francesa. En el medio hubo múltiples charlas y largas sobremesas en sus dos lugares favoritos de Buenos Aires: la Brigada (carnes asadas) y Piegari (pastas). En el medio también hubo tiempo para ir al teatro a ver una obra de su autor argentino favorito: Copi, que en estos tiempos está siendo homenajeado en el Teatro Nacional Cervantes, guiado por el 30 aniversario de su muerte. Allí vio una nueva versión de "Eva Perón", a la que Rouquié aplaudió de pie afirmando que se trató de una versión "más satírica" que la que se exhibe generalmente en Francia, lo que "tiene que ver más con el espíritu de Copi". La principal preocupación del visitante en su gira de una semana fue que no se lo considera como un "antiperonista" sino como un simple académico que analiza un fenómeno con "evidentes méritos". Hechas las aclaraciones, el francés avanza con su crítica. Describió al peronismo como una "democracia hegemónica", visible en su "ADN", lo que generó una "autocracia electiva" que caracteriza la vida política argentina desde hace más de 70 años, generó en el siglo XXI numerosas imitaciones, no sólo en América Latina, sino también en Europa e incluso en Asia, pero que es "único en el mundo". Rouquié incluso comparó al primer Perón con los regímenes de Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdoen Rusia y Turquía, lo que convertiría, de alguna manera, al peronismo como un producto de exportación para la ciencia política mundial. Que sería para Rouquié una "democracia hegemónica": un gobierno de origen democrático que no suprime el pluralismo, pero que busca controlar (y en general lo logra), controlar el resto de los contrapoderes con el argumento que son gobiernos reparadores y refundadores, y difícilmente reemplazados. ¿Encuadra Rouquié al kirchnerismo en esta definición? Pide prudencia, y algo de tiempo, para terminar el análisis y llegar a una definición. Mientras tanto, guiña un ojo. Rouquié recuerda que conoció a Perón en el exilio español, en una entrevista en Puerta de Hierro con "Lopecito" (Por José López Rega) como fiscalizador. Rewmemkora el francés que llevó un grabador que se resistió a funcionar y que Perón le dio la orden a "Lopecito" para que lo arreglara. Este se lo llevó a otra habitación y, unos 15 minutos después, volvió con el aparato arreglado. "Milagro", dijo el asistente que luego sería un lamentable hombre fuerte de su tercer gobierno. Lo que recuerda el visitante es que en esos 15 minutos, Perón aprovechó para contarle, casi en secreto, los datos más importantes de su investigación. Rouquié habló, también, en la Alianza Francesa, de las relaciones bilaterales de su país con América Latina en general y Argentina en particular. Y habló de un "gran amigo del país", en referencia a Charles De Gaulle y la visita del general al país de octubre de 1964. Según comentó el académico, esta había sido muy criticada tanto por su propio gabinete, que consideraba el viaje a la región (estuvo 20 días girando por América Latina) como una pérdida de tiempo; como por los Estados Unidos, que vio la presencia del francés como una "intromisión" en un territorio que considera bajo su influencia. Recordaba Rouquié que en el acto del presidente europeo en Plaza Francia, hubo incidentes al llegar la "militancia peronista" y gritar "De Gaulle, Perón, un solo corazón". Como corresponde para la época, el acto terminó en disturbios. De Gaulle fue recibido por el radical Arturo Illia; pero, recuerda Rouquier, Perón llamó a vitorear su viaje bajo la máxima de "vayan a recibirlo como si se tratase de mi propia persona".
Extraído de "Charlas de quincho" Ambito Financiero, martes 12/09/2017.
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