Donde la tierra no es tierra nomás.
Para los viajeros atentos que transitan por la región sur, barrida por vientos, el paisaje es mucho más que eso. Quien sabe ver encontrará la cabeza barbada de Somuncurá, o a la madre e hijo de piedras que la leyenda atribuye a Elenghasen, un ser terrorífico que petrifica seres.
La región sur de la provincia de Río Negro es una comarca barrida por grandes vientos que al lado de las vías férreas va hilvanando un puñado de pueblos cuyos pobladores resisten con paciencia todas las vicisitudes que la vida cotidiana impone.
Pero podemos afirmar que ellos son la reserva moral de todo un país porque viviendo en esos olvidados parajes tienen de su Patria “una idea de limpia grandeza”, al decir del escritor Eduardo Mallea.
Por eso, en su imaginario, conviven con mitos y leyendas, mediante las cuales tratan de encontrar una explicación a los viejos interrogantes de la vida.
Entre ellos, a los mitos me refiero, está el de Elenghasen, ese ser terrorífico del panteón tehuelche (o el collón entre los mapuches) que tiene el poder de petrificar niños, objetos y personas a su antojo. Sería asimismo el padre de las pinturas rupestres y los objetos líticos como puntas de flecha, trahuiles, raspadores, morteros y otros utensilios similares.
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