El intenso frío no fue obstáculo, para que miles de ciudadanos se acercaran a la Av. Del Libertador, para participar del justo y emotivo desfile de nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad, en el día del 208°aniversario de nuestra independencia. El kirchnerismo, enemigo de las instituciones fundacionales de la Patria, nos negó durante dieciséis años esta posibilidad de ver nuevamente al pueblo aplaudiendo a los efectivos militares.
Es justo destacar el merecido homenaje que se les tributó a los veteranos de la guerra de Malvinas encabezando el desfile, lo que generó un momento muy emotivo. Fue una oportunidad para que los más chicos vean representados con fervor los símbolos de la patria.
Además del presidente Javier Milei, estuvieron en el palco oficial la vicepresidente Victoria Villarruel, miembros del gabinete nacional, miembros de las FF.AA, legisladores e invitados especiales.
Desfilaron más de 7.000 efectivos a lo largo de algo más de 2 km. por la Avenida Del Libertador y por el espacio aéreo se pudo apreciar el paso de los aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina.
La nutrida concurrencia estuvo compuesta por gente de todas las edades, sin pancartas políticas. Familias con chicos, solo con banderas argentinas.
Pero relatar lo acontecido el 9 de julio no es hoy el objetivo central de esta columna. Dado que las palabras están en el centro de la batalla cultural, consideramos que viene bien recordar algunas diferencias que marcan el verdadero sentido del patriotismo
DEFINICIONES.
El diccionario de la lengua española define al patriotismo como “amor a la patria”. Hay un natural amor hacia el territorio que nos vio nacer, donde realizamos los primeros aprendizajes, al que nos vemos ligados por afectos, cultura e historia. Lo que queremos naturalmente, también se aprende y se enseña a querer. Con el tiempo, se transforma en una virtud cívica, que mezcla sutilmente elementos de la lealtad, el orgullo, la aceptación y el agradecimiento.
El patrioterismo, en cambio, es un “alarde excesivo e inoportuno de patriotismo”, una exaltación desmedida frente a lo extranjero, que promueve la agresión contra otras naciones, por el solo hecho de serlo. Es pura exhibición.
El patriotismo respeta el patriotismo de los no connacionales, el patrioterismo, no.
XENOFOBIA.
La xenofobia implica un rechazo, incluso odio, a las personas por su lugar de origen. Se puede manifestar desestimando prejuiciosamente al extranjero o al inmigrante, a veces puede llegar a infligirle lesiones o agredirlo gravemente. La xenofobia no tiene que ver directamente con el patriotismo, aunque algunos xenófobos se escuden en él para esgrimir argumentos a su favor.
El verdadero patriotismo es respetuoso de las personas.
En palabras de Hugo Alberto Verdera: “...la significación propia del concepto de patria se presenta de una manera natural, ello evidencia una armonía natural con lo que es constitutivo de la propia esencia del hombre. Hay, pues, entre las nociones de patria y de hombre un común denominador, que hace referencia a un contenido espiritual y natural que los enlaza, y que justifica así una relación esencial, diríamos ontológica, entre lo humano y lo patriótico.
LA EDUCACION.
El patriotismo primigenio se gesta en la familia, se va ampliando en el barrio, con los amigos, hasta llegar al concepto amplio que incluye, la historia y las raíces físicas y simbólicas comunes con los de una misma nación.
El orgullo de pertenecer a una comunidad que consideramos valiosa alienta a ser ciudadanos responsables, con conductas correctas y respeto a las normas y costumbres en distintos momentos de la vida personal y social.
La virtud del patriotismo da sentido de pertenencia, cumple una función importante en la identificación personal y brinda sentido de unidad y cohesión con el grupo social.
UN SOLO AMOR.
Santo Tomás ubica al patriotismo dentro de la virtud de la piedad, la que regula el deber de honor y reverencia a los padres en el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor, tu Dios, te lo ha mandado, para que tengas una larga vida y seas feliz en la tierra que el Señor, tu Dios, te da.” (Deut 5,16).
Dios, patria y padres, la triple paternidad que tenemos los humanos. ¡Qué mejor ilustrado que con los versos de Paul Verlaine que inspiraron la traducción del P. Leonardo Castellani!
Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios;
y si es crucificado y verdadero,
ya son un solo amor, ya no son dos.
Amar la patria hasta jugarse entero,
del puro patrio Bien Común en pos,
y afrontar marejada y viento fiero:
eso se inscribe al crédito de Dios.
Dios el que no se ve, Dios insondable;
de todo lo que es Bien, oscuro abismo,
sólo visible por oscura Fe.
No puede amar, por mucho que de Él hable
del fondo de su gélido egoísmo,
quien no es capaz de amar ni lo que ve.
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Publicado en Diario LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/La-Patria-no-se-vende-546998.note.aspx
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