En uno de los salones del Círculo Italiano, el pasado jueves, por invitación de la Asociación Argentina de Caballeros y Damas de las Órdenes Dinásticas de la Casa Savoia y la Delegación Argentina de la Guardia de Honor a las Reales Tumbas del Panteón de Roma, se llevó a cabo un encuentro con la finalidad de recordar que, precisamente, un mismo día y a la misma hora, hace cien años, el Príncipe Umberto di Savoia (castellanizado Humberto de Saboya) inauguraba el que fuera el primer edificio propio del Círculo Italiano, ubicado -en ese entonces- en la calle Florida, esquina Av. Corrientes de esta Ciudad.
Fue en el marco de la importante visita que se inició a partir del 6 de agosto de 1924 en que el Príncipe con 19 años de edad y vistiendo su uniforme de teniente artillería del ejército italiano descendiera del acorazado San Giorgio, de la marina de guerra italiana, conjuntamente con su preceptor, el almirante Atilio Bonaldi y el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Martín Noel, quien fuera el primero en recibirlo en nombre de las autoridades nacionales. Dicho acontecimiento se enmarcó en el disparo de cañonazos de las naves de guerra argentinas y el sonar de todas las sirenas de buques existentes en el puerto y las fábricas aledañas al mismo, lo que le dio al momento un contexto emocionante.
Diarios como “La Prensa” y revistas como “Caras y Caretas” y otras publicaciones del ámbito local y de las distintas provincias que en su largo periplo visitara, destacaron sus distinguidos modales producto de una educación que le dieran sus padres Vittorio Emanuele III y Elena de Montenegro.
“ERA ITALIA LA QUE LLEGABA”.
En el acto realizado en el Círculo Italiano tuvo oportunidad de hablar el Dr. Horacio Humberto Savoia quien refiriéndose al centenario evocado, puso en evidencia el alto interés que el Gobierno de la Nación dio al acontecimiento ya que no era desdeñable estrechar vínculos con una potencia europea a pocos años de resultar triunfante en la Primera Guerra Mundial, al extremo que llevó a decretar feriado nacional el día del arribo y reducir las tarifas ferroviarias a quienes intentaban llegar a las ciudades que el joven Príncipe visitaba.
Para los italianos residentes en Argentina, decían las crónicas del momento, “era Italia la que llegaba”. En tanto que, para los argentinos, en cada uno de los encuentros públicos, también resultaba la ocasión para agradecer gestos que no estaban muy lejanos de parte de la Casa Savoia a la Argentina. Esto por cuanto no estaban lejos los años -sostuvo Savoia en su alocución- cuando a fines del siglo XIX, Umberto I autorizara la venta de cuatro acorazados a la Argentina, los que dieron un volumen a la fuerza naval argentina que coadyuvó a que se firmara el tratado de límites con nuestros hermanos chilenos. Circunstancia que, en el año 1900, al ser asesinado el monarca, Julio A. Roca dispuso que toda ciudad en Argentina debiera tener una calle con el nombre de Umberto Primo; incluso, en la provincia de Santa Fe un pueblo cambió su nombre, adoptando el del rey fallecido.
Más cercanos estaban aun los años en que el padre del ilustre visitante -Vittorio Emanuele III- en sucesivas entregas donara diecisiete hidroaviones, conjuntamente con las instalaciones que se encontraban en el aeropuerto de San Fernando, resultado de lo cual se dio nacimiento a la Fuerza Aérea Naval. No menos importante fue que tres años antes de la visita, el propio Rey hizo los últimos aportes económicos y logísticos para la concreción de la construcción del Monumento a Cristóbal Colón.
Por eso, entidades oficiales como los teatros Colón y Cervantes le dedicaron sendas funciones en su honor y, del mismo modo, entidades civiles le ofrecieron recepciones muy recordadas como la del Jockey Club en su local de la calle Florida que, por su repercusión y la multitud que se congregó, llevó a que se interrumpiera el tránsito de los tranvías que recorrían la zona e, incluso, la organización de una jornada turfística del día 10 de ese mes en el Hipódromo de Palermo, un premio llevó el nombre del visitante. En tanto que el Círculo de Armas le hizo la donación de un sable que hoy conserva su familia en la Ciudad de Ginebra. El día 29 como se dijera, en el Círculo Italiano, con la presencia del Presidente de la Nación, autoridades nacionales, civiles y militares inauguró la primera sede propia de esa entidad.
EN EL CONGRESO NACIONAL.
Luego, el periplo en tren lo trasladó a Rosario, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza, formación solo para su comitiva, periodistas, seguridad y acompañantes. En todas las ciudades recorridas, destacó el disertante, los actos de recepción incluyeron desfiles militares, de escolares, de entidades italianas y público en general que manifestó su afecto al Príncipe Umberto. Pero, fundamentalmente, no quiso dejar de destacar que, desde el punto de vista institucional, la recepción más importante se produjo en el Congreso de la Nación frente a ambas cámaras, con el discurso que le dispensara el Señor Presidente Marcelo T. de Alvear.
MASTIL DE LOS ITALIANOS.
Concluida la visita, los ecos de la misma se vieron exaltados con la donación que la colectividad italiana hiciera al pueblo de la Ciudad de Buenos Aires de la “Antena Monumental” también llamada “Mástil de los Italianos” en un acto público que en nombre de las asociaciones italianas llevó a cabo el Conde Devoto y que el Presidente Marcelo T. de Alvear aceptara con expresiones y muestras de agradecimiento, participaron del acto su esposa Regina Pacini, el embajador de Italia y gran público, cerrándose el acto con un desfile militar y de alumnos de escuelas de la colectividad italiana.
Pero repercusiones de la centenaria visita aún continuaron en años más recientes, ya que el “Mástil de los Italianos” con el paso del tiempo sufrió serios deterioros como grietas en el grupo escultórico de bronce –obra del artista italiano Gaetano Moretti- graffitis sobre la base de mármol de carrara e incluso por razones de seguridad, fue cercenada la parte superior del mástil. Ante esta situación explica que se hizo una presentación en 1999 ante el primer jefe de gobierno, Dr. Fernando de la Rúa, quien dispuso una puesta en valor parcial. Al año siguiente, por iniciativa de Corporación Puerto Madero se conformó una comisión pro restauración del mástil de la que Savoia fue su coordinador y que concluyó con la tarea de restaurar la obra de bronce y hacer traer desde México un mástil que en su conjunto alcanza algo más de 42 metros de altura y que culminó con su dificultosa instalación en la artística base de bronce.
Recordó que en uno de sus laterales hay una placa de gran porte con un texto en italiano que sintetiza la razón de la donación y del agradecimiento de la colectividad italiana al pueblo argentino por la recepción que le brindara al Príncipe Umberto. En esta ocasión le tocó al Dr. Enrique Olivera, en un memorable acto en el que junto con el embajador Giovanni Jannuci, rememoraron la histórica visita y reiteraron la muestra del afecto mutuo entre italianos y argentinos y por su parte la Prefectura Naval Argentina asumió oficialmente el carácter de depositaria y custodio de la enseña nacional que volvió a flamear después de tantos años. En ambas ocasiones, en forma especial, se recordó la memorable visita.
Hoy, los miembros de la Asociación de Caballeros y Damas de la Órdenes Dinásticas de la Casa Savoia y la delegación de la Guardia de Honor a las Reales Tumbas del Panteón de Roma, entidades convocantes al acto, no querían dejar de destacar un acontecimiento que algunos de sus padres y/o abuelos vivieron presencialmente, acontecimiento que siempre guardaron en su memoria y repitieron en sus comentarios a las generaciones presentes que, fieles a su ancestro, celebran el centenario con emoción y hacen suyo el legado que intentan transmitir a sus hijos.
Publicado en LA PRENSA.
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