GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...
...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

Mostrando las entradas con la etiqueta historicas argentinas.. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta historicas argentinas.. Mostrar todas las entradas

viernes, junio 20, 2025

La muerte del General Don Manuel Belgrano se produjo el 20 de junio de 1820 a las 7 de la mañana, en la casa familiar ubicada en la actual Avenida Belgrano 430 de la Ciudad de Buenos Aires.

 


𝟐𝟎 𝐃𝐄 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝟏𝟖𝟐𝟎. 𝐏𝐀𝐒𝐎 𝐀 𝐋𝐀 𝐏𝐎𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄𝐋 𝐆𝐄𝐍𝐄𝐑𝐀𝐋 𝐌𝐀𝐍𝐔𝐄𝐋 𝐁𝐄𝐋𝐆𝐑𝐀𝐍𝐎.

La muerte del General Don Manuel Belgrano se produjo el 20 de junio de 1820 a las 7 de la mañana, en la casa familiar ubicada en la actual Avenida Belgrano 430 de la Ciudad de Buenos Aires. Ese día Buenos Aires era presa de la anarquía, es el día conocido como “el de los tres gobernadores”, aunque en realidad algunos historiadores sostienen que no había gobierno.
Fue asistido por dos de sus hermanos y por su médico personal. Solo contaba con el crédito de varios sueldos no cobrados. En esas circunstancias, sus últimas palabras fueron “¡Ay, patria mía”.
Según su voluntad fue vestido con el hábito de Santo Domingo, a la que pertenecía en calidad de terciario, e inhumado en el sepulcro cavado al pie de la pilastra derecha del arco central del frontispicio del templo anexo al convento, en una caja de pino, cubierta con paño negro y cal. Encima se colocó una losa de mármol de una cómoda de su hermano Miguel, en el que fue esculpido este simple epitafio: “Aquí yace el General Belgrano”.
Un solo periódico de Buenos Aires, El Despertador Teofilantrópico, de Fray Francisco de Paula Castañeda, anunció la muerte del general con versos de disconformidad ante la indiferencia pública. Al tiempo, que excusó a la ciudad ingrata y anunció su glorificación en días venideros.
Antes del entierro, el médico Juan Sullivan efectuó la autopsia por pedido del médico personal del prócer, el doctor Redhead. El informe de éste constituye un testimonio del estado de la medicina de la época y un conmovedor testimonio de admiración por el prócer:
“Su muerte se mira hoy –escribía Sullivan- como de la un simple particular, pero cuya memoria en los siglos venideros se revenciará como un ramo robusto de aquel árbol que sus servicios y sacrificios plantaron en el seno de su Patria”.
Los funerales se realizaron el 28 de junio –ocho días después de su muerte- simultáneamente en esos momentos se libraba el combate de Cañada de la Cruz. Manuel Antonio de Castro en su homenaje dijo:
“La justicia era el nivel de su conducta. El jefe y el soldado, el poderoso y el desvalido, todos eran iguales en presencia de Belgrano, cuando se trataba de los derechos de cada uno.
Jamás disimuló faltas ni delitos por la clase de personas y solo el benemérito y honrada era acreedor a sus consideraciones. La generosidad formaba su carácter, con ella se hizo dueño del corazón de los pueblos y aun de sus mismos enemigos. ¡Desinterés! Olvidaba sus propias necesidades para socorrer las de sus compañeros de armas y las de todos los menesterosos. ¡Honor! El suyo fue extremadamente delicado.
Conservez le souvenir d’un héros, dont la bonté avait égalé le courage”.
Un solo periódico de Buenos Aires, El Despertador Teofilantrópico, de Fray Francisco de Paula Castañeda, expresó con versos su disconformidad ante la indiferencia pública que rodeó al funeral del prócer. Al tiempo, que excusó a la ciudad ingrata y anunció su glorificación en días venideros.
Más allá de la ausencia de homenajes oficiales, algunos poetas escribieron en su homenaje. Así, Esteban de Luca, ex alumno de la Academia Militar fundada por Belgrano en Buenos Aires, dedicó más de doscientos endecasílabos blancos a su muerte y cuatro octavas a sus exequias; Juan Crisóstomo Lafinur, ex alumno de la Academia Militar fundada por el prócer en Tucumán, compuso un Canto Elegíaco y un Canto fúnebre; Juan Cruz Varela contribuyó con veinte estrofas que no llevaron su firma y otros poetas anónimos escribieron décimas, cuartetas y sonetos.
Al cumplirse el primer aniversario de su muerte, Buenos Aires pacificada bajo el gobierno del General Martín Rodríguez y con Rivadavia como ministro, se le rindió el 29 de julio un solemne homenaje. Este incluyó un solemne Te Deum en la Catedral, toque de clarín, presencia de diplomáticos de Estados Unidos, Chile y Portugal; piezas de artillería, etc. En una función de beneficio la actriz Ana Campomanes la dedicó al “ilustre porteño general don Manuel Belgrano”. Se estrenó una pieza patriótica La batalla de Tucumán. Quince días más tarde se le rindió nuevo homenaje con la presencia de la actriz Antonina Montes de Oca. Después de ejecutar la orquesta el himno del banquete fúnebre, se estrenó una loa compuesta por el actor Joaquín Culebras.
Los poetas se unieron al homenaje. De Luca escribió la letra de un himno en su honor; Lafinur celebró en una oda el panegírico pronunciado en la catedral por el doctor Gómez, un soneto con las iniciales V.L. apareció en El Argos.
1 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 96.
2 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 94.p. 94.
3 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 96.
4 Ibidem.
5 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 95.
6 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 94.p. 94.
7 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 96.
8 Ibidem.
9 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 98.
.
.
Imagen: Retrato de Belgrano.
Pintura de François Casimir Carbonnier, 1815.

𝟐𝟎 𝐃𝐄 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎. 𝐃Í𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐁𝐀𝐍𝐃𝐄𝐑𝐀 𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋.
El 20 de junio se celebra el “Día de la Bandera Nacional”, establecido por Ley 12.361 del 8 de junio de 1938, en todo el territorio de la República.
Recordemos que un 27 de febrero de hace 212 años, tuvo lugar la creación y el primer enarbolamiento de la Bandera Nacional.
En enero de 1812, el Triunvirato le encargó al entonces Coronel Manuel Belgrano fortificar las costas del río Paraná, a la altura del pueblo de Rosario, para dificultar la navegación a los barcos realistas procedentes de Montevideo y un eventual ataque a fin de destruir las baterías del Rosario, que estaban siendo construidas bajo la dirección del Teniente Coronel Ángel Monasterio. Una estaba ubicada sobre la barranca para dominar el estrecho canal del río, hacia el oeste. La otra, en la isla fronteriza al poblado llamada “El espinillo”. A estas baterías Belgrano las llamó Libertad e Independencia, con un claro sentido independentista.
En esas circunstancias, con motivo de inaugurarse la batería Independencia, y careciendo de bandera para ello, dispuso la confección de una con los colores de la escarapela, cual reza el documento más significativo en la historia de nuestra bandera:
“Excelentísimo Señor:
En este momento que son las seis y media de la tarde se ha hecho la
salva en la batería de la Independencia, y queda con la dotación
competente para los tres cañones que se han colocado, las
municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar las tropas y estos habitantes que se
formasen todas aquellas y les hablé en los términos de la nota que
acompaño.
Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer
blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional;
espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.
Rosario, 27 de febrero de 1812.
Excelentísimo señor.
Manuel Belgrano [Rubricado]
Excelentísimo Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Río
de la Plata”. 1
Sin esperar respuesta mandó hacerla para la primera batería habilitada. En ocasión de su inauguración, que se realizó al día siguiente en tierra firme (próxima a la batería Libertad aún en construcción), Belgrano tomó juramento de lealtad a la guarnición destinada a su servicio:
“Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir
la escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo
Gobierno: en aquel, la Batería de la Independencia, nuestras armas
aumentarán las suyas; y juremos vencer a nuestros enemigos
interiores y exteriores y la América del Sud será el templo de la
Independencia, de la unión y de la libertad. En fe de que así lo juráis,
decid conmigo ¡Viva la Patria”! 2
La ceremonia de inauguración, al decir de los historiadores y poetas, alcanzó contornos emotivos. Según Yaben “al ocupar las tropas su puesto de honor, enarbolaron la bandera azul celeste y blanca, desplegándose en paño batido por el viento, mientras la saludaba una salva de cañonazos. Así se inauguró la bandera argentina, en la tarde del 27 de febrero de 1812, en momentos en que el sol se ocultaba en el ocaso, besando con sus últimos rayos el símbolo sagrado de nuestra redención política”.
En oficio al Triunvirato, Belgrano expresaba lo siguiente:
“Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos
usado; pero ya que Vuestra Excelencia ha determinado la escarapela
nacional con que nos distinguiremos de ellos y de todas las naciones,
me atrevo a decir a Vuestra Excelencia que también se distinguieran
aquellas, y que en estas baterías no se viesen tremolar sino las que
Vuestra Excelencia designe. ¡Abajo, Excelentísimo Señor, esas
señales exteriores que para nada nos han servido y con las que parece
que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud!”. 3
Este documento revela el espíritu independentista de Belgrano, que en un
acto verdaderamente revolucionario, creó y ordenó enarbolar nuestra
enseña patria. El Triunvirato ese mismo día despachaba la orden que,
apenas fuera esta recibida, Belgrano debía partir para reemplazar a Juan
Martín de Pueyrredón, Jefe del Ejército Auxiliar del Perú. Probablemente
ambos oficios se cruzaron en el camino, pues Belgrano manifestó que se
puso en marcha el 2 de marzo y la orden del gobierno, desautorizando su
gesto de creación de una bandera, llegó al día siguiente.
El Triunvirato, pues, informado del asunto, desaprobó el 3 de marzo la creación de la nueva bandera, casi que volviendo sobres sus pasos, y ordenó a Belgrano “que haga pasar aquella demostración de la bandera blanca y azul celeste enarbolada ocultándola disimuladamente y subrogándola con la que se le envía que es la que hasta ahora se usa en esta fortaleza, y que hace al centro del Estado, procurando en adelante no prevenir las deliberaciones del Gobierno en materias de tanta importancia y en cualquiera otro que una males inevitables difíciles de repararse con buen suceso”. 4
No llegó Belgrano a enterarse de la prohibición dispuesta del gobierno pues en cumplimiento de la citada orden de aquel del 27 de febrero había salido el 2 de marzo de Rosario camino al Noroeste para asumir el comando en jefe en Jujuy del Ejército Auxiliador del Perú.
Ignorando el criterio del gobierno y creyendo que la bandera enarbolada en Rosario había sido aprobada, para solemnizar el segundo aniversario de la Revolución de Mayo, el 25 de ese mes, Belgrano presentó en Jujuy otro ejemplar de la bandera, que mandó confeccionar allí diciendo a sus tropas en una proclama: “por primera vez, veis la Bandera Nacional en mis manos, que ya os distingue de las demás naciones del globo”, lo que significaba romper abiertamente el vínculo con la corona de España. Esa Bandera Nacional una vez bendecida fue paseada triunfalmente y jurada
por las tropas.
El gobierno en oficio del 27 de junio de 1812 reiteradamente lo desautoriza
en nuevos términos. Este oficio, dado la lentitud de las comunicaciones,
recién en julio le llega a Belgrano advirtiendo que el Gobierno desautorizaba en duros términos la creación de la bandera y ordenaba que:
“haga pasar por un rasgo de entusiasmo el suceso de la Bandera
blanca y celeste enarbolada; ocultándola disimuladamente y
subrogándola con la que se le envía, que es la que hasta ahora se usa
en esta Fortaleza, y que hace el centro del Estado; procurando en
adelante no prevenir las deliberaciones del gobierno en materia de
tanta importancia y en cualquiera otra que una vez ejecutada no deja
libertad para su aprobación, y cuando menos produce males
inevitables difíciles de repararse con buen suceso”. 5
Afectado por esos términos, Belgrano se apresuró a sincerarse, declarando que ignoraba la anterior resolución: “en la batería que se iba a guarnecer no había bandera y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos distinguiría como la escarapela, y esto, con mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló a ponerla”. Belgrano acató la resolución gubernamental y en su respuesta del 18 de julio expresa entre otras consideraciones lo siguiente: “la bandera la he recogido y la desharé para que no haya memoria de ella y si acaso me preguntasen por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como esta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente”. La bandera creada por Belgrano tuvo su
bautismo de fuego en la Batalla de Salta (20 de febrero de 1813).
Por otra parte, poco después de proclamarse la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, el Congreso de Tucumán en la sesión del 20 de julio de 1816, expidió un decreto especificando los colores “celeste y blanco” para la bandera menor entretanto se fijaran los jeroglíficos de la bandera nacional mayor 6 . El 25 de febrero de 1818, el Congreso aprobó el dictamen del diputado Chorroarín y se estableció que “sea distintivo peculiar de la bandera de guerra un sol pintado en medio de ella”. 7
1 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30 en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, Buenos Aires, p. 21.
2 Ibidem.
3 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, ob. cit., p. 136.
4 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30 en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV 1811-1812, Buenos Aires, 2003, p. 423.
5 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29, en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV 1811-1812, ob. cit., p.431.
6 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 3-9-4, en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, ob. cit., p. 136.
7 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30, en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, ob. cit., p. 453.

Publicado en Instituto Belgraniano / Facebook.
Gloria y loor, honra sin par. Para el  Gral. BELGRANO un Grande, entre los Grandes de la Patria Grande.

lunes, febrero 03, 2025

Memorias de aquel lejano verano del ´41. Por Diego BAROVERO.

 

Marcelo T. de Alvear, junto a su eposa Regina Pacini,
paseando en Mar del Plata a principios de los ´40.

Existe un viejo dicho popular que afirma que "en verano nunca pasa nada", pero los hechos históricos lo desmienten categóricamente.
En el verano de 1941 pasaron muchas cosas que en perspectiva pueden analizarse como determinantes del futuro en los años subsiguientes y que de un modo u otro configuraron un nuevo mapa político en la Argentina a partir de entonces y por casi ochenta años.
Gobernaba el fraude electoral mediante La Concordancia, coalición de conservadores y radicales antipersonalistas, todos beneficiarios de aquel fatídico primer golpe cívico militar que en septiembre de 1930 derrocó el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen y que estableció una severa dictadura que se propuso retrotraer al país a los tiempos previos a la Ley Sáenz Peña y a la democracia política.
Además imperaba un sistema económico muy dependiente de la economía británica basado exclusivamente en la exportación de productos primarios de la producción agropecuaria y ganadera que se había consolidado merced al Pacto Roca Runciman de 1934.

INDUSTRIALIZACIÓN LIVIANA
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial que estalló en 1939 había comenzado un tenue proceso de industrialización liviana por sustitución de importaciones, pero la economía nacional se estancaba con la consecuente crisis social que se sumaba a la crisis política institucional de un sistema político basado en el falseamiento de la voluntad popular.
El presidente Roberto Ortiz radical anti personalista que sucedió en la presidencia al general Agustín P. Justo se había propuesto sanear las prácticas electorales y paulatinamente abandonar el fraude, algo que le trajo serios problemas con buena parte del oficialismo y sus aliados políticos, comenzando por su compañero de fórmula el vicepresidente Ramón Castillo, conservador catamarqueño.
Cuando la sociedad comenzaba a ilusionarse con la acción de un liderazgo que respetaba la palabra y desterraba abyectas prácticas fraudulentas, el presidente aquejado por una avanzada diabetes que finalmente lo dejaría ciego, debió abandonar el Ejecutivo siendo sustituido por Castillo y allí se agravaron los problemas.
El nuevo ejecutivo no creía en las bondades del voto secreto y obligatorio que había llevado al poder a los radicales como consecuencia de la demagogia. Y pensaba que las cosas debían seguir como hasta entonces y debía seguir gobernando "la parte sana" de la dirigencia política, es decir los conservadores y reaccionarios que descreían de la democracia.
Durante el interinato de Castillo el fraude volvió a practicarse desembozadamente profundizando el deterioro de la consideración pública hacia el sistema republicano. Elecciones desarrolladas en las provincias de Mendoza y Santa Fe provocaron reacciones airadas de la oposición de la UCR y demás partidos democráticos. Paradójicamente estos eran mayoría en la Cámara de Diputados que se había renovado meses antes en elecciones sin fraude cuando aún gobernaba Ortiz. Esa coalición de partidos opositores democráticos (UCR, socialistas, demócratas progresistas santafecinos) era la masa crítica en que se apoyaba el presidente para sanear el sistema electoral, mientras que las fuerzas políticas que lo llevaron al gobierno lo hostigaban.

“GOBERNAR A PIACERE”
A fines de 1940 y en el verano de 1941 empezaba a quedar claro que no sería fácil desandar el camino del fraude y las intenciones de Castillo y el esquema de poder que lo sostenía demostraban no tener voluntad política de desterrar un sistema que les resultaba en definitiva cómodo para gobernar "a piacere".
El radicalismo conducido por Marcelo de Alvear que había levantado en 1935 la abstención electoral y participado de los comicios (en las elecciones presidenciales de 1937 Alvear había sido víctima de un escandaloso fraude) se convirtió en víctima propiciatoria de la absoluta falta de voluntad oficial para cumplir con el elemental basamento de la democracia: el respeto por la verdad electoral.
Por ello el partido mayoritario que había sido desplazado del gobierno por el golpe, la violencia, y el fraude se sentía burlado y escarnecido. Un largo debate se produjo en la convención de aquel final de 1940 en el que el propio Alvear expresó su desazón y malestar así como su deseo de abandonar la política por su avanzada edad y su deteriorada salud.
La decisión partidaria era quitar toda colaboración al gobierno hasta que Castillo retomara el rumbo que le había impreso Ortiz a su gestión, anulara las elecciones presididas por el fraude y volviera a convocar a elecciones limpias. Para una administración provisoria y débil , presidido por un jurista sin demasiada experiencia política y sin capacidad de liderazgo, con una coalición de gobierno resquebrajada interiormente y jaqueada por la crisis económica de la Segunda Guerra Mundial era demasiado.

PLAN PINEDO.
Fue entonces que se produjo un hecho que cambió el rumbo de las cosas. Era ministro de Hacienda Federico Pinedo, personaje de larga trayectoria que había sido socialista, fundador del Partido Socialista Independiente junto a Antonio De Tomaso, que había apoyado el golpe del '30 e integrado La Concordancia y como tal ya había sido ministro del ramo en ocasión del Pacto Roca - Runciman ( fue interpelado junto al ministro de Agricultura Luis Duhau del famoso debate por la investigación del comercio las carnes llevado adelante por Lisandro de la Torre que finalizó abrupta y trágicamente con el asesinato del senador Borabehere). Pinedo elaboró un plan de estabilización y crecimiento para superar la crisis económica pero sabía que necesitaba consenso político más allá del oficialismo, que en el Senado había aprobado el plan en un trámite parlamentario veloz, pero la iniciativa a quedó estancada en Diputados donde la oposición era mayoritaria.
Audaz como era, el 3 de enero Pinedo se tomó un avión a Mar del Plata. Allí veraneaba Alvear junto a su esposa Regina Pacini como todos los años que podía desde que había ocupado la Presidencia de la República que lo recibió al ministro en su residencia Villa Regina en Playa Grande frente al Golf Club cerca del puerto.
Gestiones previas realizadas por Pinedo con un prohombre cercano a Alvear como Mario Guido -que había sido presidente de la Cámara de Diputados y candidato a vicegobernador en la fórmula triunfante junto a Honorio Pueyrredón en la elección anulada de 1931 por la dictadura- sirvieron para asegurarse al ministro ser recibido en la residencia marítima por el expresidente. La conversación fue respetuosa y amable porque aquellas personalidades tenían una jerarquía caballeresca propia de otra época hoy desconocida. Dos adversarios políticos de fuste podían reunirse a solas en un clima de respeto, disentir y explorar eventuales líneas comunes.
El plan contenía medidas para apuntalar la demanda interna; la financiación a privados para construcción de viviendas sociales; la adquisición por parte del gobierno de los saldos exportables agrícolas no colocados; búsqueda de financiación de los Estados Unidos para fomentar la industria argentina, además de gestionar un incremento de las exportaciones a ese país, nuevos créditos y promover un acuerdo de comercio entre ambos países; fomentaba el apoyo a la industrialización con créditos para equipamientos industriales y contemplaba la creación de una Gran Zona de Libre Comercio con Brasil y otros países de América del Sur.
El Plan Pinedo tuvo un apoyo en la opinión pública y los grandes diarios, por lo que la oposición era cautelosa en oponerse abiertamente a las medidas.
La reactivación que impulsaba el Plan Pinedo requería de un amplio apoyo político que fuera mas amplio que solo del oficialismo. Federico Pinedo, convencido de que es perjudicial para el país el clima de enfrentamiento entre conservadores y radicales por la perpetuación del fraude, impulsaba una política de conciliación con todas las fuerzas políticas y por eso buscó a Alvear, el líder de la oposición mayoritaria.

TREGUA POLITICA
Alvear era receptivo a muchas ideas de Pinedo, y compartía el criterio de apoyo a los aliados en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
El secreto envolvió la conversación en un principio aunque en días sucesivos la noticia comenzó a circular y llegó a los diarios; se especulaba con un acuerdo en torno a una tregua política entre gobierno y oposición. Algunos iban más allá y plantearon que hasta era posible una futura confluencia electoral para la sucesión presidencial que debía ocurrir en 1944. Lo cierto e inmediato es que había sesiones de extraordinarias para tratar el presupuesto y las medidas económicas del Plan Pinedo y la llave del quórum era de la opinión más precisamente los radicales.
Conciliábulos y reuniones de todo tipo en el oficialismo como en la oposicion. ¿De qué habían hablado Pinedo y Alvear? ¿Hablaron solamente de la economía o también de la política? ¿Como reaccionaría el presidente Castillo ? ¿Qué rumbo tomaría el radicalismo?
Las semanas posteriores fueron un hervidero de versiones, reuniones y especulaciones. Los radicales insistían en no colaborar con el quórum en Diputados hasta que el gobierno diera el primer paso que no podía ser otro que anular las elecciones tachadas por el fraude en Mendoza y Santa Fe.
El bloque de diputados radicales debatió la postura ampliamente: algunos pensaban que si se había levantado la abstención y concurrido al comicio los legisladores electos tenían la obligación de dar quórum y sesionar cuando eran convocados. En el partido habia posiciones más extremas: ninguna colaboración con un gobierno fraudulento si no rectificaba el rumbo. Aunque finalmente se terminó imponiendo la postura de respetar la decisión del bloque sobre la actitud a adoptar en la Cámara. Sin embargo mayoritariamente se aceptaba que el primer paso para algún acuerdo debía darlo el gobierno, o cedía en algo o la oposición no colaboraría. Los cuestionamientos a la actitud del radicalismo llegaron incluso a los titulares de los grandes medios que manifestaban que la obligación de un legislador era legislar y para ello debía otorgarse quórum.
Semana a semana la campaña fue minando la moral de la oposición radical que por otra parte nunca fue demasiado categórica en su actitud opositora. El relajamiento de su conducta también desmoralizaba a la opinión pública que esperaba una oposición más firme a un gobierno que demostraba tendencias autoritarias claramente antidemocraticas. Pero la negativa de conservadores y anti personalistas de la Concordancia a sacrificar dos provincias y las dudas de los dirigentes radicales sobre a quien favorecía la maniobra de conciliación para las futuras elecciones presidenciales contribuyó a que la política impulsada por Pinedo fracasara.

“SI FALTAN LEYES, SOBRARAN DECRETOS”
Con cinismo digno de señalar Castillo, que nunca compartió la iniciativa de Pinedo de dialogar con Alvear y menos aún de ceder a las pretensiones de saneamiento electoral, expresó que no entendía como "episodios electorales en una o dos provincias podía paralizar la vida de la Nación". Y agregó "si faltan leyes, sobrarán decretos". Estaba todo dicho. El presidente terco (Como las mulas de Ancasti decía Ortiz) , estaba dispuesto a gobernar por decreto si la oposición que formaba mayoría en la Cámara Baja no prestaba colaboración a las iniciativas del oficialismo en materia de administración.
En febrero, el radicalismo renovó sus autoridades y fue reelegido Alvear como presidente del Comité Nacional. Pese a todas las declaraciones anteriores y la dureza de la actitud inicial del partido, su palabra demostraba un cambio de actitud: "Sin abandonar la tesonera lucha y el afán constante para que se restablezca la normalidad institucional de la República, no pueden el partido ni su representación en el Congreso cerrar los ojos ni taparse los oídos ante las exigencias urgentes de las graves situaciones que atraviesa la República...". El bloque radical de diputados respondería reiterando las reclamaciones por el fraude pero "someter a estricto control y severa crítica parlamentaria la gestión del Poder Ejecutivo Nacional". Así quedaba claro que había un reblandecimiento de la actitud opositora que fue aprovechada por el oficialismo conservador que escaló su decidida política antidemocrática montado también en descrédito generalizado de la sociedad civil en la dirigencia política tradicional.
Publicado en LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/Memorias-de-aquel-lejano-verano-del-41-555641.note.aspx

viernes, septiembre 06, 2024

Los casos del Club Evaristo (parte XXXVI): las muertes de Urquiza y López Jordán. Por Juan Luis Gallardo.

 



IN MEMORIAM DE JUAN LUIS GALLARDO.

Los casos del Club Evaristo (parte XXXVI): las muertes de Urquiza y López Jordán.

Seguimos publicando los capítulos de uno de los mejores libros de nuestro apreciado colaborador, fallecido el 29 de agosto pasado.

Por Juan Luis Gallardo.

Dada su proximidad cronológica con el caso de Leandro Antonio Alen, Los Evaristos resolvieron tratar en la siguiente reunión las muertes de Justo José de Urquiza y de Ricardo López Jordán, vinculadas además entre sí. Asumió la tarea Bob O’Connor.
–Aquel 11 de abril de 1870 atardecía en el Palacio San José, la magnífica residencia de Justo José de Urquiza, amo y señor de la provincia de Entre Ríos. Vestido de blanco, conversa en el patio principal con un escribiente. Trabajan cerca el ministro Baltoré y el abogado Julián Medrano. Su mujer e hijas andan por allí, alguna toca el piano en la sala, el maestro de música, un profesor de portugués y el capellán están en sus cuartos. El servicio prepara la cena.
”Pero, no obstante el carácter apacible de este cuadro, la provincia está agitada. El predominio de Urquiza ya es demasiado largo, la gente que coloca en el gobierno está desgastada, se acusa al general de ser demasiado dócil con los porteños, algunas de sus iniciativas encuentran tropiezos en la legislatura. Y la oposición se va agrupando en torno a Ricardo López Jordán, quien se dice que conspira. Para peor López Jordán, sobrino de Pancho Ramírez, El Supremo Entrerriano, es hombre de prestigio, de buen criterio y valor probado.
”Serían las siete y media de la tarde cuando algunos disparos y fuertes gritos hicieron trizas la tranquilidad del Palacio San José. Urquiza, que sigue siendo un hombre de acción, reacciona con presteza, sube al mirador y allí se hace de un fusil, vuelve al patio, se encara con la partida que ha ingresado en el mismo y dispara contra uno de sus integrantes. Pero otro le pega un tiro de pistola en la cara y, cuando cae en brazos de su hija Dolores, un tercero lo remata con varias puñaladas”.
”Los atacantes se hacen servir la cena en el comedor. El doctor Medrano escapa, enviando la noticia del tremendo suceso a Concepción del Uruguay”.
”¿Cómo se ha llegado a tal suceso, tremendo por cierto? Trataré de explicar sus instancias previas y las que le sucedieron, en rápida secuencia”.
”El 9 de abril, López Jordán convoca una reunión en su estancia Arroyo Grande. Son unos treinta hombres y les anuncia el comienzo de una revolución justiciera, que establecerá un gobierno que otorgue mayores libertades. Se conforma una columna al mando del co- rrentino Robustiano Vera que, en el establecimiento San Pedro, pro- piedad de Urquiza, se junta con el encargado del mismo, el oriental Nicomedes Coronel, con el cordobés Simón Luengo, el entrerriano José María Mosqueira y el pardo Ambrosio Luna. Desde allí, todos se dirigirán al Palacio San José para detener a don Justo José”.
”Mientras tanto, Mariano Querencio, otro de los jefes del alzamiento, al frente de un grupo de insurgentes procurará detener, en Concordia, a dos hijos de Urquiza: Justo Carmelo y Waldino”.
”La primera columna llega a San José hacia las siete y media de la tarde del día 11. Vera copa la guardia exterior y reduce a su jefe Miguel Míguez. Mosqueira fuerza la entrada al palacio y prende al oficial Carlos Anderson, a cargo de la vigilancia. Todos irrumpen en la morada de Urquiza. Parece que fue Luna quien disparó sobre éste y Nicomedes Coronel el que lo apuñaló”.
”En cuanto al cometido encomendado a Querencio, tiene asimismo un trámite sangriento. Aunque tampoco tendría instrucciones de matar a los hijos de Urquiza, Justo Carmelo fue muerto en la casa de comercio La Provincia, en la calle Entre Ríos, de Concordia, y su cadáver arrojado al arroyo Yuquerí. A Waldino lo apresaron en la jefatura de policía local, lo llevaron a los suburbios y también lo ultimaron.
”Querencio trató de ocultar a López Jordán los asesinatos y, en una carta que le dirige la madrugada del 12 le dice: ‘Participo a Vd. que anoche como a las 10 y media tomamos al jefe del Departamento Comandante Don Justo C. de Urquiza y como a las 11 al Cnl. Don Waldino, los mismos que en el acto los remití escoltados por el ca- pitán Don Cándido Prieto’”.

ÑAEMBE.
”No hace falta recordar el resto de esta historia. López Jordán fue elegido gobernador por la legislatura entrerriana, el presidente Sarmiento envía tropas contra él que, finalmente, será vencido en Ñaembé, en enero de 1871. Del lado jordanista peleó José Hernández, futuro autor del Martín Fierro”.
”¿Cuál sería la materia de nuestra discusión? Más que tratar de establecer quiénes fueron los autores materiales de las muertes de Urquiza y sus dos hijos, pienso que lo que habría que dilucidar es si la responsabilidad de ellas recae sobre don Ricardo o no”.
”Fermín Chávez, en su libro Vida y Muerte de López Jordán, se ocupa largamente del asunto, analizando incluso los expedientes judiciales labrados a raíz de los hechos. Y, aunque se advierte su intención de exculpar al caudillo entrerriano, son muchas las dudas que quedan flotando al respecto. Sin embargo, no obstante ello, diría que, al menos formalmente, los causantes de esas muertes no tenían órdenes de ejecutarlas sino de aprisionar a las víctimas. Cosa que confirmaría la carta de Querencio, pretendiendo engañar a López Jordán sobre la suerte corrida por Justo Carmelo y Waldino”.
–Hay un punto que debe aclararse previamente. ¿López Jordán era el único jefe de la revolución o compartía su jefatura? –preguntó Alvarado.
–En el momento de los hechos, no parece que fuera el único jefe, aunque sí su figura más destacada. Querencio era otro de los jefes, pero su carta demuestra que se sentía obligado a darle explicaciones a López Jordán, lo que hace pensar que se consideraba subordinado a él.
–Otra cosa. ¿Los autores de las muertes fueron juzgados cuando López Jordán alcanzó el poder? –quiso saber Fabiani.
–A Querencio lo juzgaron más tarde y parece que fue sobreseído, aunque, según Chávez, faltan las páginas del expediente donde consta el sobreseimiento.
–Bien, aunque López Jordán fuera el jefe supremo de la revolución, parecería que no dispuso los asesinatos de Urquiza y sus hijos, ocurridos porque las cosas se les fueron de las manos a quienes debían capturarlos –opinó Zapiola.
–Tal vez. Pero esperen, que el caso tiene una segunda parte, también sangrienta –informó O’Connor.

LA VUELTA.
“Después de su derrota en Ñaembé, López Jordán se exiló en el Uruguay y, en 1873, vuelve a la acción invadiendo Entre Ríos con una pequeña fuerza, que pronto se acrecienta con el afluir de voluntarios. La lucha, igual que la vez anterior, se desarrolla en base a una táctica de guerrillas, por un lado, y, por el otro, mediante las evoluciones convencionales que practica el ejército nacional. Que ahora cuenta con fusiles Remington, ametralladoras francesas y cañones Krupp”.
”La lentitud de las operaciones impacienta al presidente Sarmiento, que resuelve llevar personalmente las flamantes ametralladoras al campo de batalla en el vapor Emilia. Ansioso por comprobar el funcionamiento de las mismas, hace detener el buque en Rosario, ordena desembarcar una de ellas y se da el gusto de probarla, abriendo fuego contra los muros del Colegio Nacional, que está en construcción, a los cuales acribilla jubiloso”.
–Cosas de Sarmiento –acota Gallardo.
–Sí, cosas de Sarmiento. Que, además, salió victorioso en el enfrentamiento pues, el 8 de diciembre, la vanguardia entrerriana es vencida en El Talita y, al día siguiente, el general Martín de Gainza, en Don Gonzalo, derrota al propio López Jordán, que vuelve a tomar el camino del exilio.
”Quince años se prolonga el mismo, en Montevideo. Hasta que, en diciembre de 1888, Juárez Celman decreta una amnistía para los emigrados políticos y don Ricardo regresa al país. Sus hijos viven en Buenos Aires, donde tiene también muchos amigos, de modo que allí se radica. Como cuenta con el grado de general, inicia los trámites para reincorporarse a la milicia”.
”El 22 de junio del año 89, a mediodía, se dirige a casa de su amigo Dámaso Salvatierra, caminando por la calle Esmeralda hacia el sur, entre Tucumán y Lavalle. Saluda al coronel Leyría, que marcha en sentido contrario por la vereda opuesta y, frente al número 562, lo ataca por atrás un hombre moreno, alto, de bigote negro, que le pega un tiro en la cabeza con una pistola Lafaucheaux de calibre 12. López Jordán cayó y resultaron inútiles los esfuerzos realizados en la farmacia de José Menier para salvarlo”.
”El asesino fue arrestado inmediatamente, se llamaba Aurelio Casas y dijo haber obrado por venganza, ya que hacía responsable a López Jordán del fusilamiento de su padre, cuando la segunda rebelión de aquél. Lo cual no sería así, pues al padre de Casas lo habría mandado fusilar un comandante uruguayo de apellido Oviedo. Y, detalle a tener muy en cuenta, la familia de Urquiza le regaló 35.000 pesos a la mujer del matador de don Ricardo.”
–Lo que hace pensar que consideraban a López Jordán algo peor que un adversario político de la familia –dedujo Kleiner.
–Sí, ese premio sugiere que le imputaban las muertes de Justo José y sus dos hijos –coincidió Medrano.
–Y ustedes ¿qué creen?
La votación absolvió por mayoría a López Jordán como instigador de los asesinatos de Justo José, Justo Carmelo y Waldino Urquiza. Pero lo condenó por haber fallado en la conducción de los autores de esas muertes. En cuanto a éstos, se entendió que los atacantes del Palacio San José pudieron haber perdido el control de las cosas al resistirse Urquiza, mientras que Querencio resultaría plenamente responsable por las muertes de sus hijos en Concordia.

Publicado en LA PRENSA.

lunes, septiembre 02, 2024

6 de agosto de 1924: A 100 años de una memorable visita, en la Argentina, del Príncipe Umberto di Savoia.


En uno de los salones del Círculo Italiano, el pasado jueves, por invitación de la Asociación Argentina de Caballeros y Damas de las Órdenes Dinásticas de la Casa Savoia y la Delegación Argentina de la Guardia de Honor a las Reales Tumbas del Panteón de Roma, se llevó a cabo un encuentro con la finalidad de recordar que, precisamente, un mismo día y a la misma hora, hace cien años, el Príncipe Umberto di Savoia (castellanizado Humberto de Saboya) inauguraba el que fuera el primer edificio propio del Círculo Italiano, ubicado -en ese entonces- en la calle Florida, esquina Av. Corrientes de esta Ciudad.
Fue en el marco de la importante visita que se inició a partir del 6 de agosto de 1924 en que el Príncipe con 19 años de edad y vistiendo su uniforme de teniente artillería del ejército italiano descendiera del acorazado San Giorgio, de la marina de guerra italiana, conjuntamente con su preceptor, el almirante Atilio Bonaldi y el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Martín Noel, quien fuera el primero en recibirlo en nombre de las autoridades nacionales. Dicho acontecimiento se enmarcó en el disparo de cañonazos de las naves de guerra argentinas y el sonar de todas las sirenas de buques existentes en el puerto y las fábricas aledañas al mismo, lo que le dio al momento un contexto emocionante.
Diarios como “La Prensa” y revistas como “Caras y Caretas” y otras publicaciones del ámbito local y de las distintas provincias que en su largo periplo visitara, destacaron sus distinguidos modales producto de una educación que le dieran sus padres Vittorio Emanuele III y Elena de Montenegro.

“ERA ITALIA LA QUE LLEGABA”.
En el acto realizado en el Círculo Italiano tuvo oportunidad de hablar el Dr. Horacio Humberto Savoia quien refiriéndose al centenario evocado, puso en evidencia el alto interés que el Gobierno de la Nación dio al acontecimiento ya que no era desdeñable estrechar vínculos con una potencia europea a pocos años de resultar triunfante en la Primera Guerra Mundial, al extremo que llevó a decretar feriado nacional el día del arribo y reducir las tarifas ferroviarias a quienes intentaban llegar a las ciudades que el joven Príncipe visitaba.
Para los italianos residentes en Argentina, decían las crónicas del momento, “era Italia la que llegaba”. En tanto que, para los argentinos, en cada uno de los encuentros públicos, también resultaba la ocasión para agradecer gestos que no estaban muy lejanos de parte de la Casa Savoia a la Argentina. Esto por cuanto no estaban lejos los años -sostuvo Savoia en su alocución- cuando a fines del siglo XIX, Umberto I autorizara la venta de cuatro acorazados a la Argentina, los que dieron un volumen a la fuerza naval argentina que coadyuvó a que se firmara el tratado de límites con nuestros hermanos chilenos. Circunstancia que, en el año 1900, al ser asesinado el monarca, Julio A. Roca dispuso que toda ciudad en Argentina debiera tener una calle con el nombre de Umberto Primo; incluso, en la provincia de Santa Fe un pueblo cambió su nombre, adoptando el del rey fallecido.
Más cercanos estaban aun los años en que el padre del ilustre visitante -Vittorio Emanuele III- en sucesivas entregas donara diecisiete hidroaviones, conjuntamente con las instalaciones que se encontraban en el aeropuerto de San Fernando, resultado de lo cual se dio nacimiento a la Fuerza Aérea Naval. No menos importante fue que tres años antes de la visita, el propio Rey hizo los últimos aportes económicos y logísticos para la concreción de la construcción del Monumento a Cristóbal Colón.
Por eso, entidades oficiales como los teatros Colón y Cervantes le dedicaron sendas funciones en su honor y, del mismo modo, entidades civiles le ofrecieron recepciones muy recordadas como la del Jockey Club en su local de la calle Florida que, por su repercusión y la multitud que se congregó, llevó a que se interrumpiera el tránsito de los tranvías que recorrían la zona e, incluso, la organización de una jornada turfística del día 10 de ese mes en el Hipódromo de Palermo, un premio llevó el nombre del visitante. En tanto que el Círculo de Armas le hizo la donación de un sable que hoy conserva su familia en la Ciudad de Ginebra. El día 29 como se dijera, en el Círculo Italiano, con la presencia del Presidente de la Nación, autoridades nacionales, civiles y militares inauguró la primera sede propia de esa entidad.

EN EL CONGRESO NACIONAL.
Luego, el periplo en tren lo trasladó a Rosario, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza, formación solo para su comitiva, periodistas, seguridad y acompañantes. En todas las ciudades recorridas, destacó el disertante, los actos de recepción incluyeron desfiles militares, de escolares, de entidades italianas y público en general que manifestó su afecto al Príncipe Umberto. Pero, fundamentalmente, no quiso dejar de destacar que, desde el punto de vista institucional, la recepción más importante se produjo en el Congreso de la Nación frente a ambas cámaras, con el discurso que le dispensara el Señor Presidente Marcelo T. de Alvear.
MASTIL DE LOS ITALIANOS.
Concluida la visita, los ecos de la misma se vieron exaltados con la donación que la colectividad italiana hiciera al pueblo de la Ciudad de Buenos Aires de la “Antena Monumental” también llamada “Mástil de los Italianos” en un acto público que en nombre de las asociaciones italianas llevó a cabo el Conde Devoto y que el Presidente Marcelo T. de Alvear aceptara con expresiones y muestras de agradecimiento, participaron del acto su esposa Regina Pacini, el embajador de Italia y gran público, cerrándose el acto con un desfile militar y de alumnos de escuelas de la colectividad italiana.
Pero repercusiones de la centenaria visita aún continuaron en años más recientes, ya que el “Mástil de los Italianos” con el paso del tiempo sufrió serios deterioros como grietas en el grupo escultórico de bronce –obra del artista italiano Gaetano Moretti- graffitis sobre la base de mármol de carrara e incluso por razones de seguridad, fue cercenada la parte superior del mástil. Ante esta situación explica que se hizo una presentación en 1999 ante el primer jefe de gobierno, Dr. Fernando de la Rúa, quien dispuso una puesta en valor parcial. Al año siguiente, por iniciativa de Corporación Puerto Madero se conformó una comisión pro restauración del mástil de la que Savoia fue su coordinador y que concluyó con la tarea de restaurar la obra de bronce y hacer traer desde México un mástil que en su conjunto alcanza algo más de 42 metros de altura y que culminó con su dificultosa instalación en la artística base de bronce.
Recordó que en uno de sus laterales hay una placa de gran porte con un texto en italiano que sintetiza la razón de la donación y del agradecimiento de la colectividad italiana al pueblo argentino por la recepción que le brindara al Príncipe Umberto. En esta ocasión le tocó al Dr. Enrique Olivera, en un memorable acto en el que junto con el embajador Giovanni Jannuci, rememoraron la histórica visita y reiteraron la muestra del afecto mutuo entre italianos y argentinos y por su parte la Prefectura Naval Argentina asumió oficialmente el carácter de depositaria y custodio de la enseña nacional que volvió a flamear después de tantos años. En ambas ocasiones, en forma especial, se recordó la memorable visita.
Hoy, los miembros de la Asociación de Caballeros y Damas de la Órdenes Dinásticas de la Casa Savoia y la delegación de la Guardia de Honor a las Reales Tumbas del Panteón de Roma, entidades convocantes al acto, no querían dejar de destacar un acontecimiento que algunos de sus padres y/o abuelos vivieron presencialmente, acontecimiento que siempre guardaron en su memoria y repitieron en sus comentarios a las generaciones presentes que, fieles a su ancestro, celebran el centenario con emoción y hacen suyo el legado que intentan transmitir a sus hijos.
Publicado en LA PRENSA.

sábado, julio 06, 2024

Efemérides del 6 de julio: La ciudad de Córdoba celebra hoy sus 451 años.

 


Se conmemora el 451° aniversario de la fundación de la Ciudad de Córdoba. La capital de la provincia fue fundada el 6 de julio de 1573 por el español Jerónimo Luis de Cabrera.

La fundación de la ciudad de Córdoba tuvo como antecedente la orden que en 1571 el virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, impartió al recién nombrado gobernador del Tucumán, Jerónimo Luis de Cabrera —quien hasta ese momento había servido al ejército real español— encomendándole poblar y fundar en el valle de Salta en la parte y lugar que le pareciere mejor convenir, un pueblo de españoles para que de estos reinos del Perú se pueda entrar a dichas provincias.

Cabrera fundó Córdoba el 6 de julio de 1573 con el nombre de Córdoba de la Nueva Andalucía, posiblemente en homenaje a los ancestros de su esposa, oriundos de la homónima española. La fundación se realizó en la margen izquierda del río, en un paraje llamado Quisquisacate, nombre puesto por los indios a la confluencia de dos ríos.

El 6 de julio de 1573, el sevillano Jerónimo Luis de Cabrera fundó a orillas del río Suquía la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. El nombre elegido fue un homenaje a la tierra natal de la familia materna de su esposa, Luisa Martel De los Ríos.

En 1580 comenzó la construcción de la Catedral de Córdoba, finalizada en 1758. En 1599 se instaló la orden religiosa de la Compañía de Jesús y de esta manera Córdoba pasó a ser el punto central de tareas de evangelización de los padres jesuitas.

La ciudad de Córdoba es la capital de la Provincia de Córdoba y representa una de las poblaciones más antiguas del extremo sur del continente americano.

Además de ser la capital provincial, la ciudad de Córdoba fue declarada capital provisional de la República Argentina en dos ocasiones: la primera en 1806 (como capital del Virreinato del Río de la Plata) durante las invasiones inglesas; y la segunda, en 1955, durante la revolución libertadora (que nada de revolución y de libertadora fue).

Se estima que el escudo de Córdoba fue creado por el escribano Francisco de Torres, miembro de la expedición que acompañaba a Jerónimo Luis de Cabrera. Lo cierto es que el escudo de la ciudad apareció por primera vez en el acta fundacional de Córdoba, el 6 de julio de 1573. El 9 de junio de 1955, la Municipalidad de Córdoba adoptó el escudo oficialmente por decreto.

Córdoba es la ciudad capital de la provincia de Córdoba, la Argentina. Es la Ciudad más grande de la Argentina conocida como "La Docta" y "La Ciudad de las Campanas".    

domingo, junio 23, 2024

Las huellas del Dr. Víctor Peláez: la Clínica Pasteur y su obra como legislador.

Las huellas del Dr. Víctor Peláez: la Clínica Pasteur y su obra como legislador.

Por Beatriz Chávez.

Conmemorar significa “recordar con”, es decir traer a la memoria un hecho que, por su relevancia comunitaria, no merece yacer en el olvido. Es por eso que hoy conmemoramos al Dr. Víctor Peláez, su importante trayectoria profesional y como hombre de la política. Cordobés de nacimiento, pero neuquino por adopción, estudió en su provincia hasta obtener el título de médico. El destino hizo que Víctor recalara en la capital neuquina donde la “generosidad de la gente y su cordialidad me sedujeron”, escribió en un primer momento cuando vino solo. Cursando el cuarto año de la carrera, Víctor conoció a Beatriz Battisti, con quien contrajo matrimonio. Ambos se recibieron el 19 de abril de 1955, y se casaron el 19 de noviembre del mismo año. Una vez casados eligieron la ciudad como residencia y ámbito para formar su familia: aquí los esperaba prolífica tarea.

El 3 de diciembre de ese mismo año -no por casualidad se celebra el Día del Médico- llegaron a Neuquén, con un ventarrón espantoso que recién paró el 15 de enero, recordó alguna vez el matrimonio. Acá nacieron sus ocho hijos, quienes estudiaron y desarrollaron sus actividades en la capital neuquina. Recién arribados, los doctores ingresaron al Hospital Regional; en marzo de 1958 se fundó el Centro Materno Infantil, y el Dr. Luis Ramón, su fundador, nombró a Beatriz directora y a su esposo como médico. Posteriormente don Víctor sería también director. En su libro “Cosas del Neuquén”, Víctor Pelález escribió: “Vinimos a estas latitudes, con nuestros títulos de médicos, con muchas ganas de trabajar, y con una motoneta, elementos fundamentales para el trabajo profesional. Nuestras tareas no se redujeron exclusivamente al ejercicio de la medicina. Tanto Betty como yo incursionamos en otras áreas. Dejábamos que las circunstancias nos fueran haciendo nuestros destinos”.

En efecto, la doctora fue la primera médica y pediatra de esta comarca, de acuerdo con los datos aportados por la Revista del Colegio Médico en 2001. Los niños fueron su vocación. La tarea de Betty en pediatría fue realmente grandiosa: dedicaba largas horas al cuidado de los pequeños. Su consultorio estaba permanentemente abierto y, al decir de su hija mayor, Cristina (médica igual que sus padres): “Mamá atendía 3 ó 4 pacientes y luego iba a casa para ver qué hacíamos nosotros, si hacíamos la tarea o nos peleábamos, si habíamos comido, entre otras cosas”.

El primer domicilio de la noble pareja de médicos fue Independencia 114 de Neuquén. Posteriormente construyeron su casa en Rioja 46. En 1963, con seis camas, una sala de operaciones y partos, inauguraron la Clínica Peláez. El 19 de diciembre de 1970 se inauguró la Clínica Pasteur, eran socios los Dres. Ángel Nicanor Romero, Beatriz Battisti, Víctor Peláez y el Dr. David Abraham, quien falleció meses antes de la inauguración; él había propuesto el nombre debido a que tenía admiración por el científico francés Luis Pasteur. Por la clínica han transitado numerosos e importantísimos profesionales de la salud. En la foto vemos al matrimonio Peláez con enfermeras del Centro Materno Infantil.

A su vez, el Dr. Peláez desarrolló amplia labor política: fue presidente del Comité provincial de la UCR y delegado de la Convención y del Comité Nacional. En la década del ’90 fue Diputado Nacional.

En 2017 fue declarado vecino Ilustre de la ciudad, y también fue miembro de la Junta de Estudios Históricos.

Escribió sobre el caso Carrasco, tuvo especial protagonismo en la derogación del servicio militar obligatorio. En su libro recopila fechas en la historia neuquina y en la historia de la medicina del Neuquén; allí nos muestra el desarrollo neuquino, y rescata la solidaridad y el trabajo organizado de la población.

Pero, cauto hombre de ciencia, aclara: “Algunas de las referencias aquí contenidas las leí, otras las escuché y las hay también aquellas de las que fui espectador y aún donde tuve cierto protagonismo”. Como vemos, el nombre del matrimonio está grabado en iniciativas importantes para la ciudad. En la década del ‘60 comenzó el proyecto para la concreción del Centro de Deportes y Recreación neuquino, y la Dra. Beatriz fue presidenta de su Cooperadora. Además, fue miembro activa del Rotary Club, catequista, administradora de la clínica y madre. El Dr. Víctor Peláez falleció el 15 de junio próximo pasado, hoy lo homenajeamos. Lo despide la provincia y el Valle que lo recibió con los brazos abiertos, escenario al que le devolvió con creces y trabajo fecundo.

Publicado en Diario Río Negro.

Domingo 23 de junio del 2024.

https://www.rionegro.com.ar/cartas/las-huellas-del-dr-victor-pelaez-la-clinica-pasteur-y-su-obra-como-legislador-3653473