La “Bandera de la Raza” o de la “Hispanidad” nació en 1932 por sugerencia de la poetisa uruguaya Juana de Ibarborou. |
EL RECUERDO DE UNA BANDERA QUE FUE SIMBOLO DE UNIDAD EN TODA AMERICA.
De la Hispanidad y su estandarte.
POR IGNACIO F. BRACHT (*)
Desde aquella mañana en que el Almirante de la Mar Oceánica, Don Cristóbal Colón pisó suelo americano, en busca de la ruta hacia la especiería, dio a luz un proceso donde España arribó a estas playas y con ella, Grecia, Roma y el Cristianismo, a través de las oleadas ininterrumpidas de las órdenes religiosas como franciscanos, dominicos, mercedarios, jesuitas, entre otras, para expandir la Fe de Cristo.
Este proceso, con conflictos desde ya, tuvo su consagración en el fenómeno único en un proceso de conquista en la historia de la humanidad, cuya resultante fue el mestizaje cultural y de sangre, donde lo europeo se fundió con las múltiples y diversas culturas indígenas, haciendo nacer un Nuevo Mundo, donde peninsulares, indígenas, mestizos y criollos convivieron durante tres siglos, enriqueciendo esta nueva realidad.
Se fundaron ciudades, universidades, hospitales, iglesias, catedrales, acueductos, caminos reales, colegios de oficios, misiones, extendiéndose el Imperio Hispánico desde la hoy tercera parte de los Estados Unidos hasta el Cabo de Hornos.
En este peculiar imperio, sus habitantes fueron súbditos del rey, sus territorios virreinatos y no colonias, su modelo de vida se rigió por las múltiples leyes de Indias, los debates teológicos en defensa de los indios, la promoción desde la propia Corona de los matrimonios con los naturales, que hicieron de América, España y Occidente algo nuevo al mundo conocido previo a 1492, a un lado y otro del Atlántico.
Surgió así la raza americana, esa que el pensador mexicano José de Vasconcelos bautizó como la “raza cósmica”.
En tiempos de postmodernidad en que la batalla cultural arrecia, el wokismo de una izquierda reciclada se enseñorea creando nuevos relatos falsos e ideologizados y retorcidos paradigmas para recrear la vieja leyenda negra en una neo leyenda detractora de la identidad y cosmovisión que compartimos, aupando neo indigenismos divisorios y radicalizados, creemos relevante rescatar un hecho que exalta en nuestro pasado cercano una ofrenda a esa monumental obra que se produjo en América, y que, entre otros legados, nos dejó una religión mayoritaria, una lengua en común (hablada hoy por más de 600 millones de personas) y una cosmovisión inserta en las raíces de Occidente, como tradición e identidad. Algo que hoy pretenden arrebatarnos.
LA POETISA.
Con motivo de que en 1932 se celebraría en la República Oriental del Uruguay la VII Conferencia Panamericana, nació la idea, propuesta por la gran poetisa oriental Juana de Ibarbourou, “Juana de América”, como la llamaron sus contemporáneos de las letras, de un concurso continental para dotar de una bandera que representara los valores de la Hispanidad, como síntesis de unidad de dos mundos que se cruzaron y fundieron a partir de 1492.
Se sumaba así al espíritu del decreto del presidente Hipólito Yrigoyen que estableció en 1917 el 12 de Octubre como fecha Patria. En igual sentido lo señalaría el presidente Juan D. Perón en 1946-47. Ideales que hoy parecen haber olvidado muchos de los seguidores de ambos líderes.
La bandera posee el paño de color blanco, color de la luz y la pureza, a su vez predominante en muchas banderas del imperio español, como la de las Aspas de Borgoña, testigo de grandes gestas y bandera histórica del Regimiento N°1 de Infantería Patricios que se lució en las invasiones inglesas al Rio de la Plata.
Lleva a su vez tres cruces moradas que recuerdan a los reinos de León y Castilla, como a las tres naves que comandó Colón. El sol que parece amanecer, representa el Sol Incaico Inti, como el despertar del nuevo mundo americano.
DOS VISIONES.
En su esencia la bandera muestra la intención de plasmar las dos visiones que se encontraron para dar origen a una nuevo: La Hispanidad, como lo definieron en coloquial amistad (ambos españoles) el jesuita Zacarias de Vizcarra y el gran pensador Ramiro de Maeztu, durante su permanencia en Buenos Aires como embajador desde 1928 a 1930, y que dio origen a su magnífico escrito, Defensa de la Hispanidad.
FIESTA.
En la Argentina, la bandera fue izada en la Sociedad Rural de Palermo en 1933, ante la presencia de 60.000 personas, el entonces presidente Agustín P. Justo, el embajador de España, cuerpo diplomático, eclesiástico, y su creador, el capitán Camblor.
Fue una colorida fiesta; las crónicas y fotos muestran el desfile de asociaciones españolas, con sus trajes típicos: vascos, gallegos, asturianos, aragoneses, junto a gauchos montados en representación de grupos criollos.
El primer diputado socialista electo, D. Alfredo Palacios fue uno de los asistentes al acto. Algo que sin duda molestaría, y mucho, a los diputados de la izquierda vernácula de hoy.
En toda América se emitieron sellos postales conmemorativos con la imagen y alusiones a la bandera, la Hispanidad y su simbolismo.
Hoy, en cambio, observamos el surgimiento de banderas de todo tipo y color, como la LGTB+, la Trans, la de los pueblos originarios (Wiphala); o las múltiples banderas mapuches (Wenufoye, una de tantas), con un claro mensaje de confrontación contra la idea del estado nacional; ataques a todo lo hispano-criollo, incluido sus valores religiosos; el cambio de escudos centenarios como hizo Nicolás Maduro con el de Caracas, para darle un toque “bolivariano”, siguiendo a su mentor Hugo Chávez que designó al 12 de octubre como el “Día de la Resistencia Indígena”; o la destrucción de monumentos, como sucedió en Estados Unidos con el ultraizquierdista “Black Lives Matter”, la quema de iglesias, destrucción de estatuas de San Fray Junípero Serra, Isabel la Católica, Colón, Cervantes y hasta Jefferson. O en nuestro país cuando el complejo escultórico de Colón fue desmontado y secuestrado por la entonces presidente Cristina Kirchner, quien en 2010 designó al 12 de octubre como el “Día de la Diversidad Cultural”, algo que no ha sido modificado por el presidente Javier Milei, como no lo hizo Mauricio Macri durante su gestión.
Por ello, hoy celebramos el fasto patrio como corresponde, el “Día de la Hispanidad”, rescatando del olvido esa bandera que supo flamear en América, símbolo de unión de ese monumental proceso iniciado en 1492 que, con luces y sombras, dio el Ser a eso que hoy es Hispanoamérica que, al decir del gran poeta nicaragüense, Rubén Darío, “Aún reza a Jesucristo y habla el español…”.
(*) El autor es Licenciado en Historia, Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia, Miembro de Número de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación, Vicepresidente del Instituto Cultural Argentino Uruguayo. Autor, entre otros libros, de ‘Hispanidad. Escritos en Defensa Propia’.
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