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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, octubre 31, 2024

Había una vez…una madre.

Había una vez…una madre.
Por  Franco Ricoveri.

-Abuelo, si San Martín es el padre de la Patria, ¿quién es la madre de la Patria?

-Ante todo, te diría que no sé si a San Martín lo llamaría así. Creo que ese título le correspondería a Don Cornelio Saavedra… Y obviamente no lo digo para desmerecer a nuestro Libertador, que fue el más grande de los argentinos, pero eso no significa que sea el “padre”. Tu pregunta es muy linda, porque, así como las personas necesitan a mamá y a papá, también podría decirse de las naciones. La primera respuesta que me surge es que la Madre es la Virgen María, que estuvo presente y acompañándonos desde que fuimos formándonos. En Itatí, Luján, el Valle, en Malvinas, ¡en todas partes! Pero podrías decirme que María también es Madre de los demás… y es cierto. Así que te voy a nombrar a otra: Santa María Antonia de la Paz y Figueroa, conocida hoy como la Mamá Antula.

-¿Es la que pusieron hace poco en la Parroquia? -Exacto. La canonizaron recién este año, pero vivió en el siglo XVIII, cuando éramos un virreinato español. Nació en el año 1730.

-Y, entonces, ¿qué hizo para merecer ser llamada “madre de la Patria”?

-Creo que le debemos a ella una marca profunda que tuvo Argentina desde sus comienzos. Te cuento. Ella era santiagueña, muy bonita, de familia acomodada. Se dedicó desde joven a servir a Dios y por Dios a los demás, especialmente a los más necesitados, porque la caridad debe empezar siempre por los más débiles. Ayudaba a los padres jesuitas y lo hacía como “beata”. Así llamaban a algunas mujeres que se dedicaban totalmente a la vida religiosa sin ser monjas. Cuando en el año 1767 el rey de España mandó a expulsar a los jesuitas con muy malas razones, ella lamentó mucho que se perdiese la costumbre de los “Ejercicios Espirituales”. En estos Ejercicios, los cristianos se retiraban por unos días a rezar y pensar en Dios en cómo vivían. Y salían renovados. Como vio que había mucha necesidad y la gente quería hacerlos, empezó a recorrer el país organizándolos. Iba a una parte, hacía los primeros y dejaba que otros siguiesen con esa tarea para ir a otro lugar: Jujuy, Salta Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba y finalmente, Buenos Aires y Uruguay. Y un detalle: caminaba. Y caminaba descalza. ¡Hizo a pie más de 5.000 kilómetros! Y si esto les impresiona, más les va a impresionar la cantidad de gente que juntaba. Se las hago breve: se calcula que hicieron Ejercicios Espirituales con ella entre 80.000 y 100.000 personas, lo que significa cerca de un cuarto de toda la población de entonces del virreinato del Rio de la Plata. ¿Se dan cuanta lo que es eso? Por de pronto, la mayor parte de la clase dirigente que trabajó por nuestra independencia seguramente estuvo allí. Y además, no los hicieron solos. Las tandas eran de entre 200 y 400 personas cada una. Hombres y mujeres por separado. Después se juntaba gente de todos los estratos sociales: militares, esclavos, artesanos, doctores, sacerdotes… Y formaban una comunidad conviviendo en armonía. Adentro y afuera.

-¿Dónde se metía tanta gente?

-Primero en donde los invitasen, después, en Buenos Aires, construyó una gran casa que todavía existe y es la construcción civil más antigua de la ciudad. ¡Tendremos que ir! Es muy linda. Pero lo que me preguntaron es por qué me parece que la deberíamos recordar como madre de la Patria. Lo explico con dos hechos. El primero es que su labor fue la mayor obra evangelizadora argentina de todos los tiempos. Y dio frutos en Fe, Esperanza y Caridad. Lo segundo se desprende de esta última virtud. Vieron que los argentinos tenemos muchísimos defectos y todavía más cosas buenas. Entre las virtudes, una de las que más llama la atención es la hospitalidad. Somos en buena parte tierra de inmigrantes; ha venido a vivir entre nosotros gente de todo el mundo, y a todos se los recibió con afecto. No existen, por ejemplo, los graves problemas de racismo que hay en otros lados. Y eso se debe en gran medida a que aquellos hombres vivieron de manera fuerte esas virtudes católicas que se vivían en los Ejercicios. Y no digo “cristianas” en general, porque en occidente buena parte del racismo tiene raíces protestantes. Pero ese es otro tema. Santa María Antonia “construyó” una sociedad mejor brindándoles a los ejercitantes un “proyecto de vida” y ese “proyecto de vida” se transformó naturalmente en un proyecto de país. Un último detalle: estos “retiros” eran totalmente gratuitos, por eso podían ir todos. Para eso debería haber una gran fortuna que los sostuviera, pero no. Se confiaba en la Providencia y la Providencia nunca fallaba.

En fin, una madre quiere a sus hijos, los alimenta, los educa, los cuida… Eso es lo que ella hizo con nuestra gente. Hoy sigue siendo medio desconocida, sí, pero es grande en serio. Y por eso la llamamos “Mamá Antula”. Y un hijo siempre quiere a su madre, ¿no? -¡Sí! – dijeron todos sin dudarlo.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Habia-una-vezuna-madre-552090.note.aspx

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