Escribió a las dunas, a los cactus, al viento. Su obra es recordada por especialistas en la temática que ponen de relieve el valor literario e histórico que ellas poseen.
Mi Profesor, el Dr. Gregorio Álvarez, en su eximia obra “Neuquén, su historia, su geografía, su toponimia”, dice de ella: “Antes de esta poetisa, nadie cantó al viento, a la alameda, a la barda temblorosa, a la tierra india pretérita pero paradojalmente presente, y a la arena silenciosa que dormita junto a los canales de plateadas aguas; nadie sino ella supo aspirar la fragancia de las siestas bajo los manzanos o entre las melgas de las viñas prietas; nadie pensó en cantar el amor a su pueblo, levantado en el arenal de “la tierra milenaria” que responde al reclamo de su musa “con un gesto de piedras que rodaron”, y nadie sino ella subió a descolgar de las estrellas sureñas, un rayo para enjoyar su lira de plata y de cristal.
Irma les escribió a las dunas; “La duna era una ola adormecida;/una ola de arena blanda y fina/. Caímos en su almohada de rodillas/ y jugamos a pasar allí la vida. (…) Una muestra de ello es lo que canta del cactus: “Ha crecido en el pulso de la arena/su grisáceo verdor de espina aguda/y retoña oprimido y valeroso/el colmado silencio de su pulpa.
El cactus encontró en la poetisa un refugio porque “se ha aferrado a la tierra como un hijo sin caricias y en medio del desierto”. Vale la pena destacar que los vientos que azotaban el Neuquén del siglo XX acobardaban a los inmigrantes y migrantes que venían a trabajar a esta región. Pero Irma lo inmortalizó -valga la expresión-: El viento de mi valle/remueve los momentos;/su pardo torbellino/girando por el pueblo/reseca la garganta, /azota los cabellos, /y ciega y enmudece/los labios pasajeros. // ¡Oh! Viento, viento largo / ¡Sacúdeme por dentro;/ dispersa mis antiguas/memorias y recuerdos;/ arrastra los temores/ porfiados como el tiempo/ y deja entre mis manos/la calma del desierto. (…). También fueron objeto de su inspiración las bardas que rodeaban esta ciudad cuando era un pequeño poblado: “A ti, perfil irregular del monte/ como el perfil de un indio cara al cielo;/ a ti, línea febril del horizonte, /dice la nube su inquietud de vuelo”.
Irma fue amiga del Dr. Osvaldo Pellín, -médico que llegara al Neuquén en los inicios del Plan de Salud, y que también mostró su alma poética- como lo podemos ver en la foto que acompaña el escrito.
Sin dudas que nuestra homenajeada, a través de su poesía, exteriorizó su amor al Neuquén, y su vida interior de una riqueza ilimitada. Podríamos decir que fue embajadora neuquina en Francia y en toda Europa, fue una representante excepcional de la “neuquinidad” (para tomar un vocablo urdido por Álvarez) tanto en ámbitos académicos -recordemos que fue Doctora en letras, que estudió en el College de France y en México- como en los recintos más populares.
En la placa se lee: Homenaje a la Dra. Irma Cuña. Primera Mujer Patagónica miembro de la Academia Argentina de Letras. Dejando un legado al patrimonio Cultural profundo y entrañable. 2 de septiembre de 1932 – 16 de mayo de 2004. La escultura fue realizada por María Paula Pergolini este septiembre 2024, profesora de la Escuela de Bellas Artes, discípula y ayudante del profesor Jorge Michelotti.
Material, hormigón armado, con tintes que añoran las bardas y el desierto que envuelve a la ciudad. Magnífica obra que sintetiza los sentires de la poeta. De Irma Cuña se puede decir mucho, su figura se ha mezclado ya con el paisaje. Es que Irma puso palabras sutiles en celebración de la tierra neuquina, de cuanto ella guarda, de cuanto convoca e implica. La máxima figura de nuestra poesía. La eterna Irma Cuña.
Por Beatriz Chávez.
Publicado en Diario "Río Negro".
Domingo 28 de octubre del 2024.
https://www.rionegro.com.ar/cartas/irma-cuna-poeta-de-neuquen-3856707/
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