DICHOS, REFRANES Y ANTIGUALLAS DEL HABLA POPULAR.
A GATAS, PA LAS PATAS, DE SOPETÓN, DESCABEZAR UN PETIZO Y
OTRAS.
A veces, conversando ocasionalmente con amigos, encuentro
verdaderos modismos del habla popular, que me provocan una sonrisa y algo de nostalgia.
Porque se usaban hace ya mucho tiempo y muchos los he escuchado por boca de mis
padres.
Una que casi ya no se escucha es “a gatas”, dando a entender
que así se llega apenas a concretar una acción. Esta locución se aplica a la
manera de andar una persona, apoyando en el suelo las manos y las rodillas.
Ejemplo: “Se puso a andar a gatas, husmeando y palpando la arenisca”.
Otro modismo ya desusado es la expresión de sorpresa cuando
se dice: ¡Pa las patas! Algunos estudiosos del idioma definen esta expresión
como respuesta a “quién ha dicho algo que revela información que se debe
mantener velada”.
A veces algún interlocutor suelta la frase que le ocurrió
algo “de sopetón”, es decir de sorpresa, en el mismo instante. Y vale el
siguiente ejemplo: “Íbamos en la carretera cuando una fuerte tormenta cayó de
sopetón”.
Cuando alguna persona suele tener mucho orgullo o vanidad se
suele decir que tiene muchas “ínfulas”. El término alude a “las vendas o tiras
a manera de diademas las cuales penden, una a cada lado, de las mitras
episcopales”.
A menudo también he escuchado otra frase que suele expresar
que vienen momentos muy agitados. El dicho esta vez tiene apelativo de mujer,
dado que aconseja: “Agarrate Catalina, que vamos a galopar”. En una oportunidad
cuando la ruta 23 era toda de ripio había muchos tramos con serruchos y al
divisar a tramo yo le decía a mi hermano que manejaba un Ford 350: -Agarrate
Catalina, que vamos a galopar. Y así era, el vehículo se tornaba bellaco.
Otro modismo que se suele escuchar en nuestra zona es muy
característico del habla popular que aconseja: “apretá para que no se abaje”.
Ejemplo: “No puedo cincharlo bien, creo que se pone como hinchado cuando lo
ensillo porque después empieza a andar y
le queda la cinta floja; apretá para que no se abaje”. Abajeño ya es más
castizo, hermoso vocablo.
Todavía se suele escuchar a algún vecino exclamar que fulano
“es más conocido que la ruda”. Es seguramente porque la ruda, un pequeño
arbusto rústico y común nunca falta en un jardín de pueblo, casa de campo o en
las mismísimas ciudades.
Cuando ocasionalmente algún nuevo funcionario, alguien que
se ha licenciado o doctorado o que le va bien en los negocios y por esas
razones se engrupe un poco, no falta quién lo apostrofe con la siguiente
antigualla, exclamando que “se le subieron los humos a la cabeza”.
Otro dicho que antes era muy común la exclamación ante una
situación risueña era decir: ¡Qué plato! Originada por la propaganda del
Imperio de la loza al tirar los platos al suelo.
Ante alguna ocasión donde las cosas se ponen muy difíciles
se dice que “Se le hizo el campo orégano”. Una digresión curiosa: mi tío don
Pedro Direne tenía un perro que se llamaba Orégano. Vaya a saber por qué.
Otro refrán muy usado desde antiguo para ilustrar un
contratiempo o impedimento para culminar algo glosa que “el tiro le salió por
la culata”.
Una verdadera perla la debo a mi amigo el talentoso cantor
patagónico Oscar Payaguala. Me decía que cuando alguien en el sur quiere dormir
un rato la siesta, anuncia: “vua descabezar un petizo”. Genial.
Mi amigo Horacio Camina, prestigioso dirigente político de
mi pueblo, me sabía aconsejar: “Mas vale ser cabeza de ratón, que cola de
león”. Y mucha razón tenía.
Mi suegro ante un jugoso asado con cuero (era especialista)
a la hora de comer nos decía: “Como en la estancia de Gómez el que no tiene
cuchillo no come”.
Y, por supuesto, hay muchos más, “porque el idioma
castellano es muy rico en expresiones idiomáticas”.
Jorge Castañeda
Escritor/ Valcheta
Argentina
Del grupo permanente de editores
10/06/2024
Long Island NY
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