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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, septiembre 21, 2025

Martín Gil. Por José Narosky.


 Martín Gil. 

Por José Narosky.

Un día 9 de diciembre de 1955 moría Martín Gil. Quizá su nombre suene desconocido para muchos. Sin embargo, fue además de astrónomo y escritor de nota, el más famoso meteorólogo que tuvo nuestro país. Era, diría, popularísimo hace más de medio siglo. Incluso los espectáculos teatrales, los de revistas y los diarios, satirizaban sus predicciones sobre el tiempo. Pero él era un cordobés al que nada sacaba de su buen humor pronvinciano. Cualquier circunstancia climática -inundación, sequía- bastaba para que su nombre estuviese en labios de todos. Claro que contribuyó mucho a su prestigio, su actuación radiofónica.
Varias emisoras contaron a Martín Gil entre sus figuras durante un largo tiempo, en las primeras audiciones de preguntas y respuestas que salieron al aire, hace ya varias décadas.
Fue uno de esos hombres que en sus 67 vitales años, tuvo tiempo para todo.
Cultivó la amistad, hizo obra filantrópica, fue Ministro de Obras Públicas de su Córdoba natal y Diputado Nacional. Fue, además, Director Nacional de Meteorología. Se daba con Martín Gil, lo que con muchos hombres de valía. Casi desconocido en la Argentina, tenía en Europa una sólida fama. Es que nadie es profeta en su tierra, dice el refrán. Y ese era su caso como meteorólogo.
Era además un amante y defensor de la naturaleza, lo que hoy llamamos un conservacionista.
Cuando fue designado ministro, en Cordoba, su Provincia, el primer decreto que consiguió del gobernador fue prohibir la matanza de pájaros.
Él sabía por su sensibilidad a flor de piel, que “un animal herido, es un ser herido”. Y que si los pájaros llorasen sus lágrimas, inundarían sus jaulas.
Su padre, abogado, había sido Ministro del Presidente Derqui. A instancia de su familia comienza él también la carrera de Derecho.
Una anécdota cuenta que en una noche muy calurosa, un profesor de Derecho Penal había decidido dar la clase en un patio descubierto de la vieja Facultad. Eran 12 ó 15 alumnos, los asistentes a la misma. El cielo estrellado era una tentación irreprimible para Martín Gil. Y comenzó a observar ese cielo sin poder apartar la vista del mismo. Estaba como magnetizado.
El profesor lo notó y con aspereza le dijo: - Alumno Gil: Parecería que le interesa más a Ud. el firmamento que el Derecho Penal.
- Por cierto que sí profesor. ¿Ud. cree que hay algo más hermoso que este cielo?. Le respondió con sinceridad. - Pues entonces, dedíquese estimado alumno a estudiar Astronomía y no Derecho.
- No quiero ofenderlo, Profesor, pero es lo que he decidido hacer a partir de hoy.
Y así comenzó la carrera de este científico argentino que honró a la ciencia y a su patria.
Tenía en Bell Ville, en su querida Córdoba, una estancia donde criaba ganado. En un gran galpón del establecimiento una cúpula sostenía a un telescopio gigante.
Con las primeras luces del anochecer, el científico entraba en su sagrado recinto. Y más de una vez lo sorprendía la madrugada observando, investigando, deduciendo. Martín Gil, como dije antes, quizá no tuvo el reconocimiento de sus contemporáneos.
Porque él hizo simple lo complejo y tornó comprensible las complicadas teorías astronómicas.
Fue el primer argentino que se codeó con los astros, que se tuteó con los planetas e incluso les puso sobrenombre. Pero todo lo explicó con claridad.
Porque los grandes no necesitan mostrar su grandeza.
La gente -y parte del periodismo- con esa ironía que suele ser una agresión con guantes, le adjudicó, burlonamente por supuesto, la culpa de sequías, inundaciones o heladas. Irónicamente repito. Pero eso no alteró su bonomía y su amor por la naturaleza.
Como expresé antes, un 9 de diciembre de hace 70 años, Martín Gil comenzó a mirarnos desde el Cielo, ese Cielo que fue casi el porque de su existencia, de estudioso y de investigador.
Su pasión por la naturaleza y su inteligente capacidad de observación, traen a mi mente este aforismo final: “El observar puede enseñarnos más vida que el viajar”.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Martin-Gil-564312.note.aspx

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La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.