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martes, septiembre 16, 2025

Concepción católica de la política.


Concepción católica de la política
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Por Germán Masserdotti.
La pregunta por la existencia de una concepción católica de la política puede iluminarse estableciendo un paralelo con la economía.
Tanto en uno como en otro caso hace falta establecer una distinción. En términos escolásticos, tanto el objeto material de la política como de la economía son una realidad natural. Efectivamente, la vida política como la económica son un proprium del hombre. De esta manera, vale invocar aquel adagio, también escolástico, que afirma: “La gracia supone la naturaleza, no la destruye sino que la perfecciona”.
Esta verdad, aplicada a la vida social -tanto la política como la economía son realidades sociales- implica afirmar que un orden social cristiano o cristiandad -objeto formal de una concepción católica de la política- supone la politicidad y la economicidad naturales.
Debe advertirse, a su vez, que la calificación de natural que se afirma tanto de la política como de la economía remite a la normatividad, es decir, a la ley moral natural cuyo cumplimiento, es importante destacarlo, es reforzado por la gracia u orden sobrenatural.

POLITICA Y ECONOMIA.
Formulado el paralelismo entre la política y la economía, avancemos con el tópico de la concepción católica de la primera. Nuevamente debe citarse esa idea nuclear del Catolicismo: “La gracia supone la naturaleza, no la destruye sino que la perfecciona”. La concepción católica, entonces, será proyectada sobre una realidad como la política que es natural. Pero, a su vez, hace falta avanzar con otra consideración: el mismo hombre, que es social-político por naturaleza, fue elevado al orden natural por la gracia. La politicidad no queda librada a la mera naturalidad, como sostiene el liberalismo.
De esta manera, la vida social y política, necesaria para el perfeccionamiento del hombre, contará con principios sobrenaturales y naturales a la luz de los cuales se podrá evaluar con buen criterio las realidades sociales y políticas. Pensemos, por ejemplo, en las formas de gobierno, si se trata de hablar de política. Y, retomando por un momento con la economía, en los sistemas económicos como el capitalista –más allá o más acá de la demonización marxista y la deificación liberal–.
Enunciemos, simplemente, a ambos tipos de principios: entre los sobrenaturales, el Reinado Social de Cristo; entre los naturales: la primacía del bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
Así puede concluirse en la existencia de una concepción católica de la política teniendo presente que la misma podría definirse como la cosmovisión evangélica sobre el orden social político en vistas de la consecución del fin sobrenatural del hombre. Nada más lejos del Catolicismo que negar el valor propio de la naturaleza humana. Pero, también, nada más extraño al Catolicismo que abandonar al hombre a sus solas fuerzas como postula el naturalismo.
La concepción católica en general y, en particular de la política, ubica a cada cosa en su lugar. Afirma una auténtica alianza entre lo sobrenatural y lo natural en los hombres, aquellos por cuya salvación el Hijo de Dios se hizo hombre a fin de redimirlos.
Publicado en LA PRENSA.

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