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LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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viernes, septiembre 19, 2025

Alexandr Solzhenitsyn y el ejército libertador ruso. Por Nicolás Kasanzew.

El general ruso Andrei Vlasov había servido hasta 1942 en las filas soviéticas, cuando fue tomado prisionero por la Wehrmacht.

 Alexandr Solzhenitsyn y el ejército libertador ruso. 

Por Nicolás Kasanzew.

En las recientes conmemoraciones dedicadas al 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, casi nadie se ha detenido en el fenómeno conocido como Movimiento de Liberación Ruso, que tuvo lugar durante su transcurso. Pocos saben que casi dos millones de rusos aprovecharon la invasión alemana a la Unión Soviética para tomar las armas e intentar derrocar al régimen stalinista.

Lo hicieron integrando una serie de unidades anticomunistas, siendo la más conocida de todas el Ejército Libertador Ruso de Andrei Vlasov, un general que había servido hasta 1942 en las filas soviéticas, cuando fue tomado prisionero por la Wehrmacht.

Estos hombres han sido vituperados como “colaboracionistas” de los alemanes. Sin embargo eran, en realidad, “utilizacionistas”. Sintiéndose patriotas de la Rusia tradicional, destruida por el comunismo, querían usar a los alemanes para acabar con la tiranía de Stalin. En un segundo paso, se las verían después con los nazis.

VISION DEL PREMIO NOBEL.

Una postura muy definida sobre el Movimiento Ruso de Liberación es la de Alexandr Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura 1970, ex capitán del ejército soviético y veterano de la Segunda Guerra Mundial.

En opinión del escritor, el general Vlasov “desde hace mucho tiempo había estado sufriendo profundamente por Rusia”. Solzhenitsin escribe que para el momento en que Vlasov se rindió a los alemanes, algunos otros generales “ya habían declarado que estaban en desacuerdo con la política del gobierno stalinista. Pero faltaba que apareciera una verdadera figura. Esa fue Vlasov”.

El escritor pinta a Vlasov como un líder político, un luchador contra el poder soviético, guiado por un ideario. Solzhenitsyn afirma que Vlasov se sintió inclinado a enfrentar al gobierno soviético también por el hecho de que él, con su ejército, habían sido abandonados a su suerte por los altos mandos. Miles y miles de soldados soviéticos sentían lo mismo. Ellos no sólo no querían defender a Stalin, sino al contrario, apostaban a su derrota: pasaban a ser aliados de los alemanes porque “más allá del rancho caliente que ofrecía el reclutador, estaba el espejismo de la libertad y de una vida normal,- sin importar a donde iban a parar: a los batallones de Vlasov, a los regimientos cosacos de Krasnov, a los batallones de trabajo del futuro Muro del Atlántico, a los fiordos de Noruega, a las arenas de Libia. O a ser policías en las aldeas rusas y cazar partisanos”.

Solzhenitsyn describe las acciones de estos voluntarios como heroicas, “porque combatían con más fiereza que cualquier unidad alemana”, y cita episodios que atestiguan la tenacidad de estos combatientes anticomunistas. Toda su simpatía está con los hombres de Vlasov. Y se apena por la fatalidad y desesperanza de su destino. Investigando las causas que llevaron a estos rusos a integrar el Ejército Libertador Ruso (ROA, por sus siglas en ruso) del general Vlasov, concluye que los motivaba: “sólo el último extremo, sólo la desesperación exacerbada, sólo el odio insaciable al régimen soviético”.

Al mismo tiempo, el propio Solzhenitsyn subraya: “Hitler y su entorno, ya replegándose de todas partes, ya en vísperas de perecer, aún no podían sobreponerse a su persistente desconfianza hacia las dispersas formaciones anticomunistas rusas, no se decidían a crear divisiones integralmente rusas, aceptar la sombra de una Rusia independiente, no subordinada a ellos”.

Con respecto a la situación de los hombres de Vlasov en 1945, el autor de “Archipiélago Gulag” escribe: “Toda su esperanza estaba depositada en los Aliados, pensaban que ellos iban a ser útiles a los Aliados y entonces tomaría un sentido distinto su larga permanencia en el lazo alemán”.

Solzhenitsyn acusa a Roosvelt y Churchill de “una impactantemente evidente y sistemática miopía, e incluso idiotez”. “¿Cómo podían ellos, deslizándose desde el 41 hacia el 45, no asegurar ninguna garantía de independencia para Europa Oriental? ¿Cómo podían ellos a cambio del ridículo juguete de un Berlín de cuatro zonas (que sería luego su propio talón de Aquiles) entregar extensas regiones de Turingia y Sajonia?”.

Y sigue: “Se dice que de esta manera estaban pagando la indispensable participación de Stalin en la guerra contra Japón. ¿Ya teniendo en sus manos la bomba atómica, le pagaban a Stalin? ¿Puede haber una mayor pobreza de cálculo político?”

EDICION ABREVIADA.

En el año 2010, se realizó en Moscú la presentación de la edición abreviada del libro de Solzhenitsyn “Archipiélago Gulag”, destinada a los escolares. La abreviación del libro produjo desagrado.

Por ejemplo, al conocido político ruso Viktor Alksnis lo asombró el hecho de que se hubiera jibarizado el texto antes de permitir que se utilice en las escuelas. “Es lo mismo que proponerle a los escolares que estudien las obras de León Tolstoi basándose en una variante abreviada de ´La Guerra y La Paz´. Una propuesta así solo generaría asombro e indignación. Se supone que ciertas personas van a extraer de la obra de Solzhenitsyn algunos pedazos y los ofrecerán para ser estudiados. Esto es radicalmente incorrecto”, consideraba Alksnis.

Por su parte, el comentarista Maxim Shevchenko, en una entrevista a la radio “Eco de Moscú”, declaró que él también es enemigo de la abreviación de libros. “Si el libro es un artefacto y un testigo de la época, debe ser estudiado en su totalidad. En tiempos de Stalin abreviaban a Sholojov, ahora abrevian “Archipiélago Gulag”. ¿Qué temen? ¿Les da miedo que los escolares se enteren del aprecio que Solzhenitsyn tenían por los hombres de Vlasov? No entiendo qué cosa podrían abreviar allí. Es absurdo. ¿Para qué castrar libros? Yo considero que ofrecer a los escolares versiones abreviadas de ´Archipiélago Gulag´, ´La Guerra y La Paz´, ´Crimen y Castigo´ o ´El Don Apacible´, es marasmático y absurdo”, se indignaba Shevchenko.

“Al ejército de Vlasov yo no lo incluí para nada en esta versión”, reconoció la viuda de Solzhenitsyn, Natalia Svetlova. “Lo que pasa es que en la edición original de “Archipiélago “ había muy poco sobre Vlasov; lo que Solzhenitsyn podía averiguar de sus compañeros de reclusión, mejor dicho de aquellos con quienes compartía la celda, eran testimonios muy lapidarios. Luego, en Occidente, pudimos conseguir información complementaria, incluyendo datos sobre el ejército de Vlasov. Las personas que habían sobrevivido mandaban sus testimonios, algo de eso fue publicado y Solzhenitsyn aumentó mucho ese capítulo en la segunda edición. Yo decidí eliminar eso completamente, porque nuestra sociedad no está preparada hoy para debatirlo”.

Demás está decir que la viuda de Solzhenitsyn estaba respondiendo a directivas de Putin, el dictador neosoviético, ex jefe de la KGB.

“TRAICION Y COBARDIA”.

En el primer tomo de “Archipiélago Gulag”, Solzhenitsyn decía sobre los hombres de Vlasov: “El comportamiento de estas personas era explicado por la torpe propaganda soviética de esta manera: 1. Por la traición (¿un factor biológico presente en la sangre?). 2. Por la cobardía. ¡Cualquier cosa menos la cobardía! El cobarde busca donde hay una indulgencia, una condescendencia. A las unidades de Vlasov sólo pudo motivarlas el último extremo, sólo una aterradora desesperación, sólo el odio infinito al régimen soviético, sólo el desprecio a la propia supervivencia”. (Tomo 1, Parte 1, Capítulo 6).

Son interesantes otras consideraciones del escritor: “Hitler no entendía que la única oportunidad histórica de derrocar al régimen comunista era el movimiento de la población rusa misma, el levantamiento del pueblo que los comunistas habían torturado . Pero a una Rusia nacional, a un levantamiento de este tenor, Hitler le temía más que a cualquier derrota” (Tomo 1, Parte 1, Capítulo 6).

Al final del capítulo, Solzhenitsyn resume: “Con estas páginas yo quise recordar que, para la historia mundial, este fenomeno es bastante insólito: que centenares de miles de personas jóvenes, en la edad de veinte a treinta, levanten las armas contra su patria en alianza con su más feroz enemigo. Quizá haría falta ponerse a pensar: ¿quién es más culpable – esa juventud o esa patria? Y que la traición biológica no es una explicación válida, sino que debieron existir causas sociales”. (Tomo 1, Parte 1, Capítulo 6).

MAESTROS Y ESCUELAS.

También defiende Solzhenitsyn a aquella parte de la población rusa que siguió cumpliendo sus tareas bajo la ocupación alemana, y que fuera perseguida por el Kremlin tras la derrota de Hitler: “¿Y los maestros de escuela? Aquellos maestros que el ejército soviético en su retirada despavorida abandonó con sus escuelas y sus alumnos -a algunos por todo un año, a otros por dos y a otros por tres años. Si eran pusilánimes los intendentes y malos los generales- ¿que tenían que hacer los maestros? - ¿enseñarles a los chicos o no enseñarles?.

Por algún motivo esta cuestión no surgió en otros países ocupados: ni en Dinamarca, ni en Noruega, ni en Bélgica, ni en Francia. Allí no se consideró que, al haber sido entregado livianamente al poder alemán por sus irrazonables gobiernos o por la fuerza de apabullantes circunstancias, el pueblo estaba obligado ahora a dejar de vivir. Allí funcionaban tanto las escuelas, como los ferrocarriles, como las administraciones locales. Obviamente, eso tenía un precio. De la escuela hubo que sacar los retratos con bigote y quizá hacer entrar los retratos con bigotito. El arbolito de Navidad que los soviéticos habían mudado al Año Nuevo, volvería a ponerse en Navidad. Y el director en esa fecha (y en algún otro aniversario imperial, en lugar de la revolución de Octubre) debería dar un discurso exaltando la nueva maravillosa vida, cuando esa vida en realidad es pésima. Pero también bajo el régimen soviético se hacían discursos exaltando la maravillosa vida y también era pésima”. (Tomo 3, Parte 5, Capítulo 1).

Luego el escritor subraya: “Tampoco olvidemos, que entre aquellos nuestros compatriotas que nos enfrentaban con sus armas y hacían discursos contra nosotros, había muchos altruistas, que no habían sido afectados personalmente, a los que el gobierno soviético no les había quitado propiedades (no tenían ninguna) y que ellos mismos no habían estado en campos de concentración, ni ninguno de sus familiares, pero que no podían respirar por culpa de todo nuestro sistema, por el desprecio al destino individual, por la persecución a causa de las convicciones, por esa canción oficial en que se mofaban del pueblo diciendo ´no hay lugar en el mundo donde tan libremente respira el hombre´; de las genuflexiones cuasireligiosas frente al Líder, de los permanentes aplausos a Stalin que se convertían en ovaciones” (Tomo 3, Parte 5, Capítulo 1).

IMPULSO DE LIBERACION.

Renglón seguido, el Premio Nobel habla del impulso de liberación de todo el pueblo ruso que se produjo luego del ataque de Alemania a la URSS: “Cuando comenzó la guerra germano-soviética, el movimiento natural del pueblo fue – respirar y liberarse, con un sentimiento natural de aversión hacia su gobierno. La derrota soviética de 1941 no fue porque ´nos agarraron de sorpresa´ y tampoco ´por la superioridad en el número de tanques y aviones´. A los alemanes les fue muy fácil acorralar a las tropas soviéticas en catastróficas encerronas de 300 mil hombres armados (Belostok, Smolensk) y hasta de 650 mil hombres (Briansk, Kiev). Desmoronaban frentes enteros y corrían a los ejércitos, haciéndolos retroceder meteóricamente, como no había conocido Rusia en 1000 años de su historia, y seguramente ningún otro país tampoco en ninguna de las guerras. Era la instantánea parálisis de un poder inicuo, al cual le habían dado la espalda sus súbditos, como si fuera el cadáver de un ahorcado. Para la población de la URSS, en el año 1941, la llegada de un ejército extranjero naturalmente significaba el derrocamiento del régimen comunista, para nosotros no podía haber ningún otro sentido en esa llegada. Esperábamos un programa político que nos liberara del bolchevismo”. (Tomo 3, Parte 5, Capítulo 1).

Es importante prestar atención a las palabras que anteceden a este relato de Solzhenitsin: “En la Primera Parte de mi libro, el lector todavía no estaba preparado para recibir toda la verdad. Al principio, mientras el lector junto a nosotros atravesaba todo el camino de los campos de concentración, se le había planteado solamente un aviso, una invitación a pensar. Ahora, después de todas las etapas de los campos de concentración, el lector estaría más comprensivo. En la Primera Parte, yo hablaba de aquellos seguidores de Vlasov que tomaron las armas por desesperación, por el hambre estando prisioneros, porque no tenían otra opción. Pero ahora no se puede posponer más. Hay que hablar también de aquellos que aún antes de 1941 no soñaban con ninguna otra cosa sino con tomar las armas y castigar a esos comisarios rojos, a los miembros de la policía política y a los autores de la colectivización forzada. ¿Recuerdan lo que decía Lenin? ´La clase oprimida que no intenta aprender a manejar las armas, tener armas, solo se merece que se la trate como esclava´. Pués bien, para nuestro orgullo, la guerra germano-soviética mostró que no somos tan esclavos como nos habían escupido los liberales en todas sus investigaciones históricas. No eran esclavos los que empuñaron los sables para cortarle la cabeza al Padrecito Stalin”. (Tomo 3, Parte 5, Capítulo 1).

O sea que el autor dice en forma abierta, que estuvo preparando especialmente al lector para que pudiera respetar a los hombres de Vlasov, apelando a “la travesía por los campos de concentración”. Para el laureado escritor no hay que estar orgullosos de la victoria de Stalin sobre el nazismo, sino de los hombres de Vlasov.

Para finalizar, Solzhenitsin escribió: “Me arrogo el derecho de decir: no hubiera valido nada nuestro pueblo, hubiera sido un pueblo de siervos redomados, si en aquella guerra no hubiera aprovechado la posibilidad de blandir un fusil contra el gobierno stalinista, si hubiera dejado pasar la oportunidad de al menos amenazar y mencionarle a la madre al querido Padre de los Pueblos. Los alemanes, por lo menos, tuvieron la conjura de los generales contra Hitler. ¿Y nosotros? Nuestros altos mandos militares eran (y siguen siendo al día de hoy) miserables, corrompidos por la ideología partidaria y la codicia, y no conservaron el espíritu nacional, como ocurre en otros países. En la Segunda Guerra Mundial sólo las bases de campesinos-soldados-cosacos amenazaron y golpearon al régimen comunista. Ese movimiento fue mucho más del pueblo, que todo el ´movimiento de liberación´ intelectualoide de fines del siglo 19 hasta febrero de 1917, con sus fines pseudo populares, y sus frutos en las revoluciones de Febrero y Octubre. Pero el destino del movimiento de Vlasov no fue desarrollarse, sino perecer”. (Tomo 3, Parte 5, Capítulo 1).

No es de extrañar que, cuando Solzhenitsin era perseguido por el régimen soviético, antes de ser expulsado del país en 1974, la propaganda comunista lo rotulaba de “vlasovista interno”. No se equivocaba.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Alexandr-Solzhenitsyn-y-el-ejercito-libertador-ruso-564228.note.aspx

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