Por Osvaldo Álvarez Guerrero.
I.
Moisés Lebensohn (1907-1953) es el más interesante, lúcido y actual de los integrantes de la generación radical de 1930. El término "generación" es usado aquí en el sentido de "conjunto de los que son coetáneos" (nacidos entre 1895 y 1910, aproximadamente), y que integran un mismo círculo de convivencia cultural y política. En un marco más acotado, se hace en este estudio una referencia a los afiliados y dirigentes de la Unión Cívica Radical, importante y popular partido político de aquellos años. El año 1930, cronológicamente definitorio y en torno al cual gira esta generación, remite a un acontecimiento de quiebre: el golpe militar de tendencias fascistas y de restauración oligárquica, que derroca al Presidente Hipólito Yrigoyen. Ese episodio, producido en medio de la crisis internacional conocida como la Gran Depresión, ha de marcar en la Argentina el inicio de una larga serie de rupturas institucionales-y de otras no tan visibles, pero tanto mas profundas e incisivas.
La generación a la que pertenece Lebensohn incluye a personalidades políticas nacidas entre 1895 y 1910, como Ricardo Balbín, Amadeo Sabattini, Santiago del Castillo, Crisólogo Larralde, Antonio Sobral, Arturo Illia, Arturo Frondizi, Oscar Alende, Raúl Uranga o Luis Mac Kay. Eran, en general, abogados y médicos formados en la primera Reforma Universitaria durante la década de 1920. En ese contexto radical e yrigoyenista, en ese ambiente de lo que fue llamado "un espíritu nuevo", un subsuelo político y cultural rico en ideas y fértil en cambios, que ya presagiaban los nuevos conflictos en "el mundo en la tormenta" de los años 30 - según la acertada definición de Tulio Halperín Donghi - la generación de Lebensohn irá formulando un proyecto y un programa concreto que aspiraba a ser revolucionario, "nacional, popular y democrático".
Los nombres citados son los más notorios y destacados, entre otros muchos, que expresarían distintas vertientes renovadoras dentro del Radicalismo, y por efecto transitivo en el pensamiento y las prácticas políticas de la Argentina. Ricardo Balbín fue varias veces candidato a Presidente de la República, y durante mucho tiempo conductor principal de su Partido. Santiago Del Castillo fue Gobernador de la Provincia de Córdoba, como Amadeo Sabattini. Crisólogo Larralde, aunque no alcanzó a ocupar ningún cargo público en toda su vida, fue un dirigente prestigioso e impulsor de los derechos sociales en la Argentina. Oscar Alende fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires, varias veces Diputado Nacional, y candidato a Presidente de la Nación. Arturo Frondizi y Arturo Umberto Illia fueron Presidentes de la Nación, ambos derrocados por golpes militares. Raúl Uranga fue gobernador de Entre Ríos; y otras figuras citadas fueron legisladores nacionales y ministros. Se trata, pues, de una generación protagonista de la historia en los años medios del siglo XX argentino.
Después de 1954, y como consecuencia de las divisiones partidarias, algunas de estas figuras lideraron partidos o formaron parte de movimientos escindidos del viejo tronco radical. También puede afirmarse que renegaron totalmente o parcialmente del proyecto lebensohniano, y de las posiciones asumidas y defendidas por ellos mismos. Está por hacerse, aun, la historia de las claudicaciones, involuciones y transformaciones ideológicas en la política argentina, de sus razones y sinrazones, de las aristas éticas y las frustraciones personales.
En la década de los '30 emergieron en el Radicalismo una serie de movimientos, todos ellos conjugados en lo que dio luego en denominarse la Intransigencia Radical. Esas agrupaciones, algunas muy circunstanciales y otras de mas prolongada vida, fueron, por ejemplo, Afirmación Radical, Movimiento Ordenador, Junta de Reafirmación Radical, Movimiento Revisionista; y FORJA ( Fuerza Orientadora Radical de la Juventud Argentina). Luego se sumaron a esos movimientos impugnadores del oficialismo partidario y del régimen conservador y autoritario impuesto en la Argentina, otras agrupaciones radicales como Intransigencia Nacional (en Córdoba y el Noroeste) e Intransigencia Popular (en la Capital Federal).
De todas ellas, Forja es la agrupación mas conocida y estudiada por los polítólogos argentinos (aunque minoritaria en su época) Ciertamente fue muy influyente en los años posteriores a su disolución, fundada por intelectuales nacionalistas pertenecientes a la misma generación, como Arturo Jauretche, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo y Raúl Scalabrini Ortiz (con excepción de éste último, todos afiliados a la UCR).
Con algunos matices estos movimientos internos del Radicalismo tenían similares premisas ideológicas. Sus ejes políticos se centraban en el anti imperialismo, el nacionalismo, la reivindicación social y la pureza institucional. Su oposición al "Régimen" fraudulento no se limitaba a cuestiones de orden formalmente "legalistas". Incluía y agregaba, con especial énfasis, un fuerte rechazo a las tendencias "moderadas" del antipersonalismo radical que dirigía oficialmente a los organismos partidarios, al que adjudicaban actitudes claudicantes en sus relaciones con los gobiernos.
Moisés Lebensohn, el más joven de aquella generación, resulta su figura paradigmática; su eminente culminación y madurez ideológica: y el númen del mas importante proyecto para la modernización de las prácticas políticas después de la sanción de la Ley Sáenz Peña y la vigencia del voto universal y secreto.
Para utilizar el mismo léxico y la armazón conceptual que los intransigentes radicales de aquella generación conviene determinar qué se quería decir con todo ello. El proyecto es nacional, porque atiende a una conciencia política de lo argentino y latinoamericano, de carácter emancipador y enraizado en una filiación histórica liberadora. Es popular, porque se asienta en la soberanía del pueblo, como sujeto colectivo, en su lucha para conquistar su personería colectiva, esto es su identidad como nacionalidad libre y soberana. Es democrática, porque cree en las formas instrumentales del sistema de libertades publicas e individuales y en el fundamento de las igualdades políticas para realizar las sociales y económicas; porque sostiene el sufragio universal y secreto en elecciones periódicas, en la división de los poderes del Estado, en la representación política y en la participación ciudadana a través de los partidos políticos. Será una democracia económica y social.
El énfasis en lo democrático es, vale aclararlo, un elemento diferenciador del democratismo radical respecto de los populismos, de los nacionalismos escencialistas de las corrientes explícitamente marxistas, que veían en la defensa de las libertades formales y de las democracias eleccionarias los signos del liberalismo burgués.
Lebensohn y sus coetáneos pensaban que la Unión Cívica Radical debía y podía ser el instrumento revolucionario para la concreción de ese programa.
Finalmente es preciso hacer alguna consideración sobre el concepto de intransigencia, y el modo de interpretarlo que tiene Lebensohn. Era una manera de oponerse al acuerdismo oscuro y la complicidad de los sectores moderados del Radicalismo con el Gobierno del General Justo, en la década del 30.
Pero durante el peronismo el concepto de intransigencia adquiere otras características. La intransigencia lebensohniana es inflexible contra el régimen autoritario tanto como es adverso a las fuerzas oligárquicas y conservadoras, que son sus causas. Tiene su origen en "el principismo de Alem y de Yrigoyen, restituido a su verdadero cauce, luego de las dramáticas experiencias que culminaron en 1946". No admite "pactos ni concesiones", y por eso es aun más intransigente frente a quienes se resisten y atentan contra la justicia social y rechazan las demandas de cambio del pueblo trabajador. La intransigencia, posee, pues, un sentido afirmativo de sus propios objetivos e ideas. Por eso "la tarea a cumplir no será meramente opositora ni caerá en el antiperonismo, forma intencional de llevar la confusión al pueblo, colocando indiferenciadamente en un mismo y común denominador al Radicalismo junto a otras fuerzas negativas de las esperanzas populares" (Artículo en "Intransigencia", periódico clandestino de la UCR de fecha 31 de marzo de l953").
II.
Nació en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, el 12 de agosto de 1907, hijo de inmigrantes judíos: Salomóin Lebensohn, ruso, medico y filosofo; y Fanny Chapotnik, rumana, rumana.
La figura del padre, Salomón Lebensohn, es muy interesante y en buena medida reveladora del perfil personal de su hijo Moisés. Fue víctima de los "progroms", se graduó en Medicina en Suiza, y se especializó en París; donde además estudió filosofía y literatura. Vino a la Argentina en 1897, revalidó sus títulos en la Universidad de Buenos Aires; y luego ejerció como cirujano en Buenos Aires, Bahía Blanca, Santa Fe, y finalmente en Junín. El padre de Lebensohn había participado activamente de la Revolución Yrigoyenista de 1905, estaba afiliado al Radicalismo e transmitió a su hijo las ideas democráticas y su óptica tolerante y humanista. El padre de Lebensohn, en otros términos, era lo que se llama, en una frecuente caracterización, un "judío universal". Políglota activo, mantenía correspondencia con colegas e intelectuales de Europa, desde donde recibía revistas y periódicos especializados.
Moisés creció y se educó, pues, en un ambiente de cultura centro-europea, pero rápidamente adaptada a la vida política argentina. Sus estudios primarios y secundarios los hizo en Junín, que era por entonces una típica ciudad de la pampa húmeda, ejemplo de la riqueza agropecuaria de una Argentina opulenta, centro comercial y ferroviario muy activo. Allí se daban todos los conflictos y contradicciones de la época: pequeño productores y arrendatarios, grandes terratenientes, una fuerte burguesía comercial, y una numerosa población obrera consciente y sindicalizada.
A los quince años, Lebensohn ya actuaba en la vida política y cultural de su ciudad, era secretario en la Biblioteca Socialista, escribía en un periódico social cristiano dirigido por un Jesuita, y arengaba en las tribunas radicales…
Ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, donde milita en el reformismo universitario. En 1927 Moisés Lebensohn recibió su titulo de Abogado, y se radicó en Junín, donde desempeñó su profesión, en particular en el Derecho Laboral. Militante de la Juventud Radical, desarrolla una activa labor en la Cuarta Sección Electoral de la Provincia. En 193l, a la caída de Hipólito Yrigoyen, se enfrenta decididamente al régimen conservador. Funda el Diario "Democracia", que seguirá dirigiendo hasta su muerte.
En 1936, fue electo Concejal en Junín. Como presidente del Bloque de Concejales de su partido, opositor al oficialismo conservador, presenta proyectos de avanzada contenido social, y denuncia duramente el fraude.
En 1937, su figura ya es bien conocida en los movimientos intransigentes y renovadores de la Provincia de Buenos Aires. Desde el diario Democracia, realiza una enérgica campaña democrática, contra el fraude electoral, la corrupción y las políticas sociales oligárquicas y conservadoras. Durante la Guerra Civil Española, sostiene la causa republicana, organiza actos de adhesión a la lucha antifascista y colabora activamente en los movimientos de solidaridad con la República Española.
Promueve una renovación de las prácticas caudillescas del radicalismo bonaerense. Sostiene una reforma profunda de las instituciones orgánicas partidarias, en busca de una activa participación del afiliado en el voto directo para la elección de sus autoridades y de los candidatos a cargos públicos. Actúa en la formación de cuadros juveniles, impulsando una predica de concretas formulaciones doctrinarias y programas de vanguardia en lo económico y social: reforma agraria, nacionalización del petróleo, planificación e intervención directa del Estado en las estructuras económicas, defensa y promoción de los derechos obreros y sindicales.
En 1942, al término de su gestión como concejal, publica un informe sobre su actividad: "Labor Municipal", que es, en la practica, un pequeño tratado de política Municipal. Se opone a la indiferencia y neutralidad de las dirigencias conservadoras respecto al nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Y sobre todo, se dedica a la organización de la Juventud Radical, a la que dio un impulso militante, un rigor ideológico democrático y un compromiso partidario nunca antes ni después emulado.
Preside el Congreso de la Juventud Radical de Chivilcoy, y allí da un histórico Discurso de Clausura el 12 de abril de 1942. Redacta el Programa de la Juventud Radical de 1944, antecedente directo del Programa de Avellaneda de 1945. Junto con otras figuras de su generación, (Arturo Frondizi, Gabriel del Mazo, Ricardo Balbín, Crisólogo Larralde y Luis Dellepiane), a quienes nos hemos referido antes, Moisés Lebensohn funda el Movimiento de Intransigencia y Renovación. Es el principal redactor de la Declaración de Avellaneda, dada a conocer el 2 de marzo de 1945
Los principios, bases de acción política y profesión de fé doctrinaria son ratificados en un Congreso Nacional del Radicalismo Intransigente, en Rosario, el 1 de noviembre de l945. La declaración de Rosario fue suscripta por otros dirigentes de todo el país, Entre quienes adhirieron se contaba Amadeo Sabattini, Emir Mercader, Elpidio Gonzalez, Ricardo Rojas, Honorio Pueyrredón y Arturo Illia.
Entre 1946 y 1949, Lebensohn participa de modo protagónico en las Grandes Convenciones Nacionales Orientadoras de la UCR, en las que se desarrolla y se ajusta el programa intransigente. Recorre todo el país, en una tarea de reorganización partidaria y renovación programática, dándole un carácter diferente y original, desde una clara posición de izquierda democrática, a la lucha de su partido contra el régimen del General Perón.
En 1949 es elegido Presidente del Comité de la Provincia de Buenos Aires, que adquiere bajo su dirección una dinámica sin precedentes. Organiza los Congresos programáticos: El Congreso Agrario, el Congreso Obrero, el Congreso de la Mujer. Promueve una activa participación de la Juventud Radical.
Convencional constituyente para la Reforma de la Constitución Nacional, preside el Bloque de Convencionales radicales. El discurso de Lebensohn, "Volveremos...", cuando, a su indicación, el Bloque Radical se retira de la Convención Constituyente impugnada en forma y contenido, es un testimonio aun hoy impresionante de los rumbos antidemocráticos en las que se despeñaba la República bajo la dictadura.
En 1952, por su condena al régimen autoritario, es detenido y sufre cárcel en penosas condiciones. La salud de Lebensohn se quebranta. En esos años el Diario Democracia es varias veces clausurado.
En 1953 es designado Presidente de la Convención nacional de la UCR. El 27 de Abril da el Discurso Inaugural: "El Radicalismo combatiente en todos los frentes", y desde los sectores mas retardatarios del Partido, es acusado de comunista y proclive a un entendimiento con las corrientes izquierdistas del peronismo.
El 13 de junio de l953, víctima de un infarto cardíaco, muere a la edad de 45 años. Cuando sus restos son trasladados a Junín, pocos días después, una multitud venida de todas partes del país, es reprimida duramente por la policía, que sin embargo no puede impedir el homenaje.
III.
El perfil personal de Lebensohn resulta excepcional, en esa rara conjugación de lúcida racionalidad, de compromiso existencial y de pasión militante que signa su corta existencia.
Era un hombre cultivado en la lectura disciplinada y permanente. Su biblioteca era amplia y los libros que ha leído están prolijamente subrayados y anotados, desde los clásicos del marxismo hasta Tocqueville, y los españoles de la Generación del 98 (Miguel de Unamuno, Pio Baroja, Antonio Machado). Estudiaba, desde luego, la historia argentina, los textos de Mariano Moreno y Esteban Echeverría, de Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Imprescindible le había sido la lectura de los clásicos revolucionarios. En especial Rousseau, a quien sigue particularmente en su idea de Nación, asentada sobre valores políticos y no sobre entidades escencialistas con tendencia a lo reaccionario. Conocía el pensamiento keynesiano, y abundaban en su biblioteca los textos de ciencia económica. Pero también están los discursos y los reportajes del Presidente Franklin Delano Roosvelt, a quien admiraba. Era también un seguidor de los socialistas democráticos de su tiempo, como el inglés Harold Lasky[1] y el checo Edward Benes[2]. Cita en sus discursos y escritos a John Ruskin, a Waldo Frank, a Victor Gollankz y Archibald Mac Leish.[3]
Felix Luna advirtió en el pensamiento de Lebensohn las huellas de una teleología derivada de la cultura judía, respecto de la cual éste nunca hizo mención alguna. En todo caso, es cierto que esas marcas las podemos encontrar mejor en un universalismo humanista, de expresiva espiritualidad y cosmopolitismo, que entronca muy bien con el krausismo Yrigoyeniano, y con las influencias del judaísmo laico de su padre. Pero Lebensohn era sobre todo un hombre moderno, contemporáneo, informado de lo más inmediatamente actual e inmediato, como hombre del periodismo que era.
Espíritu inquieto, Lebensohn actuó siguiendo fervorosamente los impulsos juveniles "urgentes y candentes" (según su propia expresión). Su acción estaba dirigida al presente y siempre proyectada hacia el futuro. ES la "patria soñada" la que conmueve sus ocupaciones. Armoniza lo actual con una precisa idea de la trascendencia de las experiencias históricas. Para Lebensohn, el tiempo de la historia marcha sobre el presente: el pasado no está saldado, porque él considera ese pretérito siempre abierto, montado sobre tradiciones flexibles en permanente construcción. Son ellas las que habilitan la agitación existencial del hombre de su tiempo; y que le otorgan, al fin, su única coherencia posible. Serán esas tradiciones las que han de inspirar y transmitir un nuevo temple, audaz e innovador, asombrosamente moderno, elástico y vital, que Lebensohn le exige a su modelo de hombre político. Y que se autoexige con rigor revolucionario.
Esta alma rebelde y apasionada, una espiritualidad siempre en carne viva y al propio tiempo de rigurosa racionalidad, es lo que primero resalta en la figura de Lebensohn. Su inquietud se traducía en una suerte de urgencia lúcida ante las circunstancias adversas que observaba en la Argentina de los años 40. Una lucha que él señalaba difícil y prolongada en el cumplimiento de responsabilidades en procura de una transformación radical de la Argentina. En 1942, afirmaba, que a pesar de ser un país joven, el nuestro que ya tiene los signos de una "decadencia y una vejez prematura".
Reasumiendo la vitalidad democrática del hombre común, del hombre de carne y hueso, y sobre todo del joven decepcionado y descreído de la política; y ofreciéndole un proyecto concreto de realizaciones, asegura Lebensohn, podrá abrirse el camino hacia la "Argentina nueva". Lebensohn era una "utopía viviente", sabiendo que la utopía deja de serlo en la medida en que se tengan firmes convicciones respecto a su realización, y se viva con la fidelidad de quien la construye todos los días. Y advierte que las convicciones de cambio que propone, solo serán de concreción factible si hay "un programa para que nos entiendan, y una conducta para que nos crean".
Otro rasgo notable de la personalidad de Lebensohn era su capacidad de organización. Eran un hombre de partido, esto es, un activo participante del Radicalismo y un intelectual orgánico. Toda su vida se dirige a un empeño central: la ejecución practica de una idea de partido, con cuadros en una doctrina y en una línea ideológica, con dirigentes compenetrados de su misión. Un partido que tuviera capacidad de movilización en todos los frentes de la sociedad: en los sindicatos, en las organizaciones de intelectuales, en las corporaciones empresariales, en las cooperativas y en las agrupaciones de productores. Todo ello, para un partido asentado sobre liderazgos personales y en un país que en los treinta había estado sometido al cinismo pragmático y oportunista, era profundamente revolucionario. Pensaba en la necesidad de un partido de cuadros, estructurado en torno a los jóvenes, que no tenían complicidades con el pasado. "Las jóvenes generaciones argentinas –afirmaba- no se sienten ligadas a una clase dirigente que omitió su deber social y vivió absorbida en la conquista de situaciones personales, insensible a las angustias del pueblo y a los requerimiento de nuestra realidad".
El énfasis que puso Lebensohn en la reforma interna de la Unión Cívica Radical y en la estructuración de una nueva dirigencia, define la importancia instrumental que le otorgaba a la organización colectiva para alcanzar los fines de una Argentina al nivel de los nuevos tiempos que se avecinaban.
Tenía una activa vocación periodística, que concretó con particular éxito, en la Dirección de "Democracia", y en otros periódicos de opinión y difusión ideológica. Sabía de la importancia de los medios de prensa para comunicar civismo y formar conciencia política activa. "Lo primero que hizo el régimen fue incomunicar totalmente a los seres humanos, exactamente en la Argentina como en Europa. Cada hombre está aislado en sí mismo y solo tiene conexión con los centros del Poder. Nuestra tarea inmediata urgente, candente, consiste en recrear los vínculos que permiten a los hombres comunicarse entre sí Nuestra principal tarea es el acercamiento de los argentinos, cada uno de los cuales constituye un mundo apartado. Hay que ligarlos entre sí..."(Discurso ante la Convencion Nacional en mayo de 1953.)
IV.
Lebensohn era un hombre al nivel de los tiempos revolucionarios que se vivían en Europa; ese status cultural y espiritual era superior al que vivía la Argentina de principios de los años 40. Estaba al día, con un conocimiento detallado aun en las particularidades de la actualidad y de la historia más inmediata, en nuestro país, en América y en el Mundo. Así lo demuestra desde la Dirección de "Democracia" (diario moderno, con excelente información nacional e internacional, que superaba ampliamente las condiciones habituales de un diario provinciano). Conocía, pues, lo que pasaba en la circunstancia convulsionada de su época y esa acumulación de información ordenada y elaborada sobre una amplia cultura, nada frecuente en las dirigencias políticas, le permitía una mirada interpretativa global que hacía inteligible la compleja realidad de la que nuestra joven nación no podía quedar marginada.
Lebensohn, como toda su generación, estuvo marcado por el ascenso del nazi fascismo y de sus efectos en el mundo y en Latinoamérica. Pero pocos como él examinaron con tanta inteligencia aquellas implicancias en la sociedad argentina. La crisis recesiva de los años treinta, la consolidación del comunismo estalinista, la vía alternativa del democratismo social de Roosvelt, el nacimiento de la España Republicana y la Guerra Civil consecuente (una guerra de ideas, quizá la última del siglo XX), y desde luego la Segunda Guerra Mundial, tienen ecos en el pensamiento lebensohniano, cuando impugna al peronismo. Pero esa impugnación, que nunca la centra en una persona ni en un nombre propio, sino en la misma dialéctica de la realidad política y social de la Argentina, surge como una denuncia y una metodología combativa contra toda suerte de totalitarismos.
Esta se traducía, con respecto a la Argentina real, en una lucha contra el conservadurismo vernáculo; y más tarde en la resistencia con propuesta alternativa a lo que él definiría como la "revolución mito" que hace el autoritarismo fascistoide del Gobierno nacido en el Golpe Militar de junio de 1943, y que accediera al poder en 1946, bajo la consigna de una Revolución Nacional. Veía en su "conductor" un demagogo dictador y oportunista, que estaba traicionando las esperanzas populares con una "revolución mito, que era esencialmente contra revolucionaria" . (Discurso en el VI Congreso de la Juventud Radical, en Avellaneda, el 30 de noviembre de 1946)
No dejaría de señalar la importancia de los avances sociales que se estaban impulsando desde el Gobierno. El éxito del peronismo ( al que siempre identificó como una suerte de fascismo trasnochado) en las masas populares lo adjudicaba, sobre todo, al fracaso del viejo radicalismo para encausar democráticamente y así interpretar a las fuerzas revolucionarias que estaban latentes antes de la llegada del General Perón al poder. "Se intenta un sinuoso planteo- denunciaba en el Discurso en el Congreso de la Juventud de Chivilcoy, 1942- O vieja política o fascismo seudo nacionalista. Afirmamos la falsedad del dilema, que nos conducirá a una encrucijada dramática", profetizó con singular acierto.
Esas marcas de los años de lucha contra los totalitarismos, las mas tarde, ya en su madurez la definiría de manera positiva: "Frente a la fuerza económica del privilegio capitalista, y frente a los zares rojos del Kremlin, Argentina tenía una cita con el destino. Desde aquí debió lanzarse una gran bandera para la humanidad: la economía al servicio de los hombres, los pueblos libres, las nacionalidades realizándose en plenitud y hermandad". Pero ese rol de la Argentina esta frustrado por quienes dirigen al Estado Argentino, "que no sienten el ideal nacional de dignificación de la criatura humana. Ellos están manejando tendencias e ideas extrañas , hablan de la Argentina potencia, y pretenden someter a los pueblos hermanos a la dictadura y sus desvaríos." (Discurso en la Convención Constituyente, 12 de abril de 1951).
Sin embargo, las luchas contra el régimen fraudulento y contra el autoritarismo peronista, no le quitaron objetividad en el examen de las verdaderas posibilidades, que, angustiado, veía postergarse para la concreción de una "auténtica revolución democrática" que debió sobrevenir a la derrota del nazi fascismo y al nuevo mundo naciente en la posguerra.
El discurso Lebensohniano es, formalmente, de un rigor dialéctico impecable. Tiene una claridad conceptual que revela no solo un preciso conocimiento de las realidades de su tiempo; registran, paralelamente, los fundamentos en que se desenvolverían los tiempos nuevos, que todavía estamos viviendo. Su erudición respecto de temas como la economía agraria, los procesos de desarrollo social y la legislación obrera, la historia reciente de Latinoamérica y la filosofía política, se manifestaba sin la ostentación del intelectual académico. Tenían una dirección funcional para el esclarecimiento de la realidad más actual, en un discurso pedagógico de ágil dialéctica y sencillez argumentativa. Sabía introducir, al mismo tiempo, una retórica emocional y romántica, con figuras que le daban al relato los matices de una arenga cívica atractiva. Ese austero lirismo de su prosa brotaba espontáneo y sincero, sin artificios, del propio contenido del discurso.
V.
Corresponde ahora sintetizar algunos líneas orientadoras en la política económica y social que proponía el Programa de Avellaneda de la Intransigencia y Renovación radical. La participación de Lebensohn en aquella propuesta fue integral, directa y decisiva. Y ese programa lo iría desarrollando en discursos y textos de índole circunstancial, pero que guardan una coherencia sorprendente, como si hubieran sido redactados siguiendo un orden lógico unitario, de una sola vez.
En primer lugar, se destaca en el pensamiento lebensohniano el rol protagónico que el Estado democrático debe desempeñar, mediante su intervención directa o indirecta para el desarrollo de la economía y en las relaciones sociales necesarias para ello. Lebensohn da con precisión los lugares y modos de esa intervención estatal en las estructuras económicas estratégicas del país:
a) la nacionalización de los recursos naturales energéticos ( hidrocarburos, petróleo y gas, y recursos hídricos), y su explotación, comercialización e industrialización por medio de YPF y otras empresas estatales. En lo que respecta al petróleo, seguía la inspiración yrigoyeniana.
b) La reforma agraria: La transformación de los modos de producción de la tierra y del recurso agrario, fundamental para la Argentina, la consideraba de realización inmediata y profunda. Por una parte la tierra no podía ser una mercancía de puro lucro y especulación, sino que debía cumplir una función social para el conjunto de los argentinos. De ahí la necesidad de una redistribución de la posesión de la tierra, que debía integrarse en el ciclo de la producción, la tecnificación, la industrialización y la comercialización.
En segundo lugar, el papel preponderante que la clase obrera y los trabajadores debía cumplir en la conformación de una democracia social y económica, igualitaria y participativa. Para ello la clase obrera debía defender sus propios intereses y objetivos, y ser autónoma del gobierno autoritario. "El poder sindical, organizado verticalmente, constituye el soporte principal de las dictaduras nazi-fascistas" (Discurso en el Primer Congreso Gremial de la UCR, en Avellaneda, 11 de agosto de 1951). "Queremos a los trabajadores -afirma - actuando en el primer plano de la conducción de la economía, es decir, no solo beneficiándose con la participación en las utilidades, sino también interviniendo en la codirección de todas las empresas"
En tercer lugar, el desarrollo de las industrias básicas y de la infraestructura necesaria para ello, en una economía moderna, en la que los servicios públicos esenciales cumplían una función decisiva. La eliminación de las grandes concentraciones de capital no solo propende a un igualitario desenvolvimiento económico y político, sino que sirve además para resguardar el ámbito de la iniciativa privada en su realidad creadora. Todo ello implicaba un planeamiento integral, autónomo y profundo que debía ser fijado por los órganos representativos de la voluntad popular. Se colocaría así a la riqueza natural, la producción, el crédito, las industrias, el consumo y el intercambio internacional al servicio del pueblo y no de grupos o minorías.
En cuarto lugar, la integración latinoamericana, en lo político y en lo económico social, marco imprescindible para la realización de sus libres soberanías. "Es la gran aspiración, lanzada por Bolívar, uno de nuestros objetivos: la Unión de los países Latinoamericanos, para que ellos, sobre la base de una comunidad espiritual y de una comunidad económica al servicio de la dignidad del hombre, creen la esperanza de un nuevo mundo, y tenga aquí su asiento y su expresión, donde se reflejen las ilusiones, la dicha y la fe de todos los desvalidos de la Tierra." ( Discurso de la Convención Nacional de la UCR, del 23 de abril de 1953).
La idea de nación, en ese sentido, se enmarca en los valores universales de libertad, igualdad y solidaridad, sin los cuales se estaría abjurando del proyecto emancipador de los fundadores de la nacionalidad. "En cualquier otro sitio la Patria puede ser una expresión geográfica. Pero en la Argentina es, no una porción de tierra, sino un contenido moral y un sentido histórico ligado a las ideas fundamentales de la libertad y la igualdad. Los forjadores de nuestra nacionalidad no quisieron crear un país más. Cuando el Libertador descendió con sus tropas en las playas de Pisco, dijo una frase que es el lema de los argentinos: Nuestra causa es la causa del género humano", Y Argentina se concibió como ámbito que sirviera a esta Patria del genero Humano. (Discurso ante la Convención Nacional de la UCR, del 23 de abril de 1953.)
En fin: todo se conjugaba en un proyecto de democracia económica, un régimen que subordinase la economía y las finanzas a los fines y derechos del hombre y movilizara sus recursos "no en el limitado beneficio de los poseedores, sino del desarrollo nacional y el bienestar social". Así, el intervencionismo del Estado se refiere a la "administración de las cosas y de los derechos patrimoniales, y no a los derechos del espíritu, morada de la libertad de la persona humana", como afirma el programa de Avellaneda en su profesión de doctrina. El hombre es sagrado por su dignidad, por ser el fin último y sublimizante de toda actividad e ideario político.
VI
Los textos mas conocidos de Lebensohn son los que fueron recopilados en 1956 por la Edición de Homenaje a Moisés Lebensohn del Comité de la Unión Cívica Radical de la Provincia de Buenos Aires( Buenos Aires, 1956) con el título de "Pensamiento y Acción". Estos textos, recogidos y ordenados por Horacio Oyhanarte, fueron reeditados en distintas oportunidades, con el mismo titulo. Se trata de discursos, documentos declarativos, y algunos escritos de Lebensohn publicados en periódicos del Partido, entre 1942 y 1954. Aun hoy, guardan frescura expositiva, claridad y profundidad de análisis. En ellos se testimonia, parcialmente, la calidad humana y el temple ético de aquel maestro de juventudes, del incansable organizador de la ciudadanía activa, de esa "milicia cívica" de jóvenes que debían cambiar la Argentina.
La República parece, a pocos años de cumplir su bicentenario, incompleta, invertebrada, y en ocasiones, tan decepcionada y apagado como en los tiempos oscuros que le tocaron a Lebensohn.
¿Fracasó la idea, o fracasaron los hombres que debían llevarlo a cabo?
¿Fue derrotado definitivamente o está en suspenso, en medio de las latencias de una crisis que se hace interminable?
La relectura de los textos lebensohnianos (que merecen una urgente reedición crítica), habilita estas y otras reflexiones. En el inicio del siglo XXI, implican una reorientación para las nuevas generaciones a cuyo cargo estará, como él no se cansó de señalar, la concreción de la "Argentina soñada" y de la "grande América del Sur, al servicio del género humano"
Este trabajo, con algunas pequeñas diferencias y correcciones, ha sido publicado en Hugo E. Biagini y Arturo A. Roig (directores) El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, Tomo II, obrerismo, vanguardia justicia social (1930-1960). Editorial Norma, Buenos Aires, 2006.
[1] Destacado teórico británico del socialismo democrático, era líder del ala izquierda del Partido Laborrista. autor de obras como "Los Sindicatos en la Nueva Sociedad" y "La Planificación en el Estado Moderno", Lasky llegó a ser Primer Ministro, en la inmediata posguerra. En esos años llevó adelante un programa de nacionalizaciones y es el verdadero constructor politico del Estado de Bienestar en su país.
[2] Eduard Benes ( 1894-1948) fue presidente de la República de Checoslovaquia cuando la invasión nazi en l938. De ideas izquierdistas, fue el símbolo de la resistencia checa. Vuelto a la Presidencia después de la liberación de su patria, fue finalmente destituido y luego asesinado en 1948 por los bolcheviques stalinistas.
[3] John Ruskin ( Inglaterra, 1819-1990), filósofo del arte y ensayista, con un fuerte sentido social cristiano; Waldo Frank (1898.1954) escritor norteamericano, "liberal" progresista, preocupado por los temas hispanoamericanos, defensor de la República Española, y antifascista, visitó varias veces la Argentina, con notable repercusión pública. Victor J. Collancz (1893-1967) editor y ensayista político inglés, de ideas socialistas. Ardhibald MacLeish (1892-1982)fue poeta y dramaturgo inglés, atacó duramente las ideas totalitarias en su obra "La Caída de la Ciudad" (l937).
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