escribe Oberdán Rocamora Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital.
Loor: término que expresa reconocimiento público.
“Sabés, Florencio, hay días en los que te maldigo, te p…”, dijo -según nuestras fuentes- la señora Gobernadora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Fue un almuerzo rápidamente cordial en el Hotel de Puerto Madero. Sala exclusiva. Virtual operativo comando para el ingreso de la mandataria.
Florencio disfrutaba del diálogo distendido. Como el que nunca había podido mantener con La Doctora, cuando era su ministro. Ella le generaba cuadros de tensión.
“Pero tengo otros días, Florencio, donde siento que debo agradecerte. Por no haber aceptado ser Gobernador”.
Ocurría que Florencio Randazzo, El Loco, cuando estaba fortalecido por la consistencia que le proporcionaba el manejo del Estado, había tomado sus aptitudes y merecimientos con demasiada seriedad.
Con el apoyo de Carlos Zannini, El Cenador, aspiraba a ser el candidato a la presidencia. O nada.
En la nada cabía la posibilidad de disfrutar la (obra) que había hecho. O ganado.
“Con honra”, como solía decir la señora Mirtha.
“Todo es Historia”, enseñaba el extinto Félix Luna. En un arrebato de pragmatismo, después de verduguearlo, La Doctora se decidió por Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.
Pero le puso la tobillera electrónica de Zannini, como vice.
Colérico, Florencio se sintió doblemente traicionado. Por La Doctora, aunque no le debía nada pero le impedía competir por la presidencia. Y sobre todo traicionado por El Cenador, que solía burlarse de Scioli a diario, para aceptar de pronto secundarlo.
Fue entonces cuando Florencio, como un Quijote, la increpó mal a La Doctora. Poco faltó para que la guardia lo echara. Pero la residencia de Olivos ya había ingresado en “el largo adios”. Chandler.
La Doctora pretendía conformarlo con la propina despreciable de la gobernación de Buenos Aires.
Poco para Florencio, que inflado con levadura insistía. “La presidencia o me voy a mi casa”.
Después la gobernación sería disputada entre Domínguez, El Lindo Julián, tradicional adversario interno de Florencio. Y Aníbal, al que artesanalmente lo demolían. El Grupo Clarín lo construía como La Morsa.
Pero Aníbal iba a ganarle la pulseada interna al Lindo Julián. Fue la antesala del triunfo de La Chica de Flores, considerado colectivamente como milagroso. Lo reconocía en el almuerzo del Hotel Madero.
“Si aceptabas ir vos, Florencio, con seguridad yo no estaba aquí, como Gobernadora”.
Rechazo y aceptación
Dos años después, con su firmeza angelical, La Gobernadora procuraba cumplir con el proyecto perverso de dividir en diversas porciones la compleja pizza del peronismo.
Se sucedían los contactos telefónicos con Federico Salvai, Premier de Buenos Aires y asistente espiritual. Sólo quiere aparecer lindo en la estampita.
Florencio había ejercido exactamente el mismo rol de Premier cuando Felipe era el Gobernador. Felipe El único. Solá.
Como en el tango, Florencio se atrevía a darle a Salvai los consejos de “vaqueano en el amor”. Pero el chico los había aprendido solo.
El amor consistía en el manejo sutil de las cajas que nunca se construyeron, con dinamismo apreciable, en la provincia inviable. Mecánicamente y para destinos inciertos. No ampliaremos.
En 2015, por su rechazo a La Doctora, Florencio había sido providencial para la promoción consagratoria de La Chica de Flores.
En 2017 la providencia podía repetirse. Mejor aún: consolidarse. Pero a través de la aceptación.
Para ser aspirante a senador y confrontar con quien amagaba también serlo. La Doctora.
Otra vez Florencio se convertía en un nuevo problema para La Doctora.
Por si no bastaba, para postularlo, Florencio ahora contaba con la simpatía fuertemente simbólica de la Línea Chivilcoy. Patria chica que compartía con Héctor Magnetto, El Beto, “un hombre de bien”, y con Pablo Casey, El Sobrinito. Vecinos casi de la misma cuadra. O de enfrente. A los que Florencio jamás había denigrado, ni siquiera cuando, por disciplina, se debía atacar a Clarín.
A la Línea Chivilcoy se le sumaba ahora el entusiasmo espiritual de los muchachos amarillos. Lo designaban, por segunda vez, Padre Protector de PRO, y de su extensión institucional, el Colectivo Cambiemos.
“Vale más que antes”
Los 6 puntitos de Florencio, conquistados en las PASO, resultaron sustancialmente letales para raspar la calculada elevación de La Doctora. Para tranquilidad de la Gobernadora, que le evitaba el regreso con gloria.
“Ahora Florencio, para octubre, vale más que antes”, confirma la Garganta.
Se descuenta el carancheo colectivo hacia Sergio, el Titular de La Franja de Massa. Es la víctima anunciada. Debe remontar el retroceso que colma de plena algarabía a Mauricio Macri, presidente del Tercer Gobierno Radical que ya diseña su destino por ocho años. Sostenido por la solidez del triángulo (Peña, Larreta, Vidal) que se transformó en rectángulo, por la imponencia de la señora Elisa Carrió, La Demoledora.
Optimismo en el Premier Marcos Peña, El Pibe de Oro. Luce en la postal como el responsable de la estrategia.
Consagratorio conformismo en Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, por haberse desembarazado de Martín Lousteau, Personaje de Wilde.
La peor parte vuelve a quedarle a La Chica de Flores. Tiene que pregonar el agobiante dogma macrista cuando La Doctora deja de limitarse a exhibir afectados. Debe recurrir, en adelante, a la virulencia de las palabras que sabe articular.
Ambas -Gobernadora y Doctora- van a entregarse al carancheo servido de Massa.
Pero La Gobernadora tiene que esmerarse aparte en cuidar que La Doctora no le caranchee a Florencio ni un miserable punto de los 6.
Final con Loor
El plácido cuarto lugar no le sirve demasiado a Florencio para hacer pata ancha en ningún distrito.
Se extiende el temor, como si se tratara de un apriete preocupante.
Que Florencio, al ver el horizonte reducido, enredado entre los pliegues del ego, se baje.
Que vuelva, según nuestras fuentes, a deprimirse.
Como trasciende que se deprimió, casi hasta el arrepentimiento, después de haber firmado, por orgullo, su postulación.
Sin la prepotencia del Estado detrás, sin el respaldo del Gorro Frigio, el espejo suele devolver la normalidad. La realidad, que confronta tanto con lo anteriormente imaginado.
Para colmo ni Salvai, el que se entristece cuando aparece mal en la estampita, ni Mosca, el veloz del crucero, “el mejor empleado de La Gobernadora”, o menos el alquilado De la Torre, y ni siquiera Vidal, cumplieron con las espiritualidades que debían ponerse en el territorio. Los mangos para asegurar la gobernabilidad de los municipios que los desdichados mini-gobernadores condujeron hacia la derrota. Por aferrarse al amigo Florencio y no colgarlo como correspondía.
Los Amarillos ahora lo necesitan como nunca. Por tercera vez.
Al extremo de merecer un himno. Como si Florencio fuera Sarmiento.
“¡Gloria y Loor!, honra sin par”, Protector de Cambiemos, Florencio inmortal.
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