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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, diciembre 22, 2020

La historia de Papá Noel: cómo un santo se convirtió en el ícono de la Navidad.

 

La historia de Papá Noel: cómo un santo se convirtió en el ícono de la Navidad.

San Nicolás nació 280 años después de Jesús, su vida y obra lo convirtieron en una leyenda que fue adoptada en diferentes partes del mundo.

Aunque muchos insistan en que "Papá Noel no existe", la historia confirma que sí existió. Se llamó Nicolás y nació en Patara, un pueblo a orillas del Río Xanthos, en la costa del Mediterráneo turco, lejos de la nieve y los abetos que hoy lo rodean en la típica postal navideña. Llegó a este mundo 280 años después de Cristo. Al igual que Juan Bautista, el primo de Jesús, Nicolás fue fruto de un matrimonio maduro, que fue bendecido tardíamente con la llegada de un hijo. El nombre elegido no fue azaroso, se llamó Nicolás (que en griego quiere decir “victoria del pueblo”) en honor a uno de sus tíos que era sacerdote.

Su familia se había abrazado el cristianismo y Nicolás siguió la prédica de un carpintero de Galilea que difundió un mensaje de amor y paz a costa de su propia vida. Sí, la prédica de Jesús. Nicolás creció en los preceptos de la caridad cristiana. Quedó solo siendo muy joven, cuando una plaga asoló Patara y sus padres fueron víctimas de la peste. Pasó a vivir con su tío en un monasterio, donde al poco tiempo tomó los hábitos. Su primer milagro fue aportar la dote de tres jóvenes cuyo padre había caído en la miseria. Lo hizo de noche, para que nadie lo viera. La tradición no se pone de acuerdo si dejó las monedas en los zapatos o en una media, o si entró por una chimenea, pero gracias a esta generosa y anónima asistencia logró que las niñas se casaran.

Dispuesto a conocer Tierra Santa, se embarcó hasta Cesárea, y de allí se unió a una caravana hasta Jerusalén, donde siguió los pasos de Cristo a pesar de que la antigua ciudad había sido destruida casi por completo por los romanos. Después de un accidentado viaje, Nicolás volvió a Patara, donde se dedicó a ejercer su ministerio, lo que le llevó a ganar fama de santo. Su vida se convirtió en un ejemplo, y la gente llegaba de tierras lejanas para conocerlo. Su prestigio lo llevó a ser elegido obispo de Myra.

No eran buenos tiempos para ser cristiano, el emperador Diocleciano había comenzado a perseguir a los seguidores de Jesús por conspirar contra el gobierno de Roma. Por tal razón, en el 303 A.D., las iglesias fueron destruidas y los servicios religiosos prohibidos. Muchos cristianos fueron ejecutados, los llamados "mártires". Nicolás estaba a punto de convertirse en uno de ellos. Esperaba la pena capital cuando Diocleciano murió y fue reemplazado por Galerius, quien suspendió la represión.

Los tiempos de persecución llegaron a su fin con la victoria de Constantino, quien garantizó en el imperio la libertad de credo. Sin embargo, los años de persecución habían dejado marcas en la sociedad. Hubo violencia contra los perseguidores, y persecución a aquellos que habían abandonado su fe. Nicolás trató de calmar los ánimos exaltados.

Cuentan que las distintas interpretaciones de los textos sagrados obligaron al emperador Constantino a convocar un concilio en Nicea para resolver si Jesús era o no tan divino como Dios Padre. A quien expuso que Jesús no era tan divino como el padre, Nicolás lo abofeteó y lo consideró hereje. Fue encerrado para evitar otra manifestación violenta, pero finalmente quedó firme el concepto de la Santísima Trinidad.

San Nicolás vivió el resto de sus días en Myra, donde se dedicó a tareas piadosas. La tradición dice que murió el 6 de diciembre, consagrado como día de su santo. Los testimonios de sus milagros se multiplican, y su tumba se convirtió en lugar de peregrinación, más cuando afirmaban que un óleo aromático brotaba del sepulcro y curaba a los enfermos.

En el año 800 los vikingos invadieron Europa, y en sus correrías un grupo de ellos, llamados Rus, se establecieron cerca de Kiev. Hasta allí llegó la fama de San Nicolás. El príncipe Vladimir se convirtió al catolicismo, y se casó con la hermana del Emperador bizantino. Del otro lado de Europa, vikingos tomaron la ciudad italiana de Bari. Los mercaderes de Bari estaban envidiosos del prestigio de Venecia y de su protector, San Marcos. Entonces buscaron repetir la historia. Los mercaderes de Bari no tuvieron mejor idea que rescatar a San Nicolás.

Cuentan que en la primavera de 1087, tres barcos mercantes atracaron en el puerto de Myra y 47 hombres se dirigieron directamente al enterratorio de San Nicolás y secuestraron sus huesos para llevarlo a Bari, para convertirlo en Santo patrón de la ciudad. Alrededor de su tumba se construyó una basílica. De hecho, en el 2017 varios arqueólogos turcos encontraron en Myra una tumba intacta y algunos remarcan que podría ser la de San Nicolás.

Carlos IV del Sacro Santo Imperio, Enrique IV de Inglaterra, y la misma Santa Juana de Arco visitaron la basílica de San Nicolás. Mientras tanto su culto se diseminó por el mundo. Los vikingos levantaron una catedral en Groenlandia en su honor, al igual que Colón construyó un puerto al norte de Haití bajo el mismo nombre. Hacia el 1500, casi 2.500 iglesias y capillas alrededor del mundo honraban al Santo, cuyo nombre cambiaba de lugar en lugar. En Italia era Nicolo, Klaus en Alemania, Klass en Holanda y Kolya en Rusia, donde también era el patrono del país. No solo de Rusia era el patrono, sino de los banqueros, los carniceros, los cerveceros, los curtidores, los marineros, los tejedores, y los fabricantes de velas, también lo tomaron al Santo para sus invocaciones.

En el Renacimiento, el prestigio del Santo se extendió a los niños y la generosidad que había demostrado en vida. Hasta Santo Tomás de Aquino lo ponía de ejemplo de desprendimiento en su Summa Teológica. Sin que se pueda precisar cuándo, la gente comenzó a intercambiar regalos el día del Santo. Según algunas versiones, habría sido un grupo de monjas francesas que impuso la moda, incluida la exposición de zapatos y medias para depositar los obsequios. La figura de San Nicolás se expandió por el mundo cristiano hasta que apareció Martín Lutero señalando la innecesaria intermediación de los Santos entre los humanos y Dios. Esta moción iconoclasta llevó a la destrucción de las imágenes de Santos, incluida la de San Nicolás. Los protestantes terminaron con las velas que se encendían en su honor, y hasta la costumbre de distribuir regalos que se hacían los 6 de diciembre, aunque las costumbres cambiaban en cada lugar.

Los niños holandeses creían que un obispo español venía una vez al año para llevar regalos a aquellos que se habían portado bien. Antes de ir a dormir la noche de San Nicolás, dejaban sus zapatos a la espera que el asistente de Sinterklass (así le decían a San Nicolás) llamado Pedro Negro (por los moros que vivían en España) dejara un presente. En Francia, Papá Noel reemplazó a San Nicolás, y su asistente era llamado Père Fouettard, quien no solo llevaba regalos a los niños buenos, sino que castigaba a los malos. Los escandinavos, por su parte, convirtieron a los gnomos en los asistentes de Sinterklass en la dura campaña de premiar a los buenos con regalos.

Todos estos personajes eran una variación de la costumbre romana que coincidía con la tradición de entregar regalos en el mes de diciembre a los niños en honor al dios Saturno. En Alemania esperaban al Weihnachtsmann, un anciano que caminaba por los campos nevados llevando un abeto a cuestas. En Austria y Suiza apareció, a instancia de los protestantes, el Niño Dios o Christkindl, para mostrar que los regalos venían directamente del Creador, sin la necesidad de un Santo intermediario. Los inmigrantes europeos llevaron esta costumbre a América y fueron fusionando la Navidad con los regalos de San Nicolás. Los holandeses al fundar una ciudad a orillas del Río Hudson, llevaron entre sus tradiciones a Sinterklaas.

Hacia comienzo del siglo XIX estas historias levemente unidas fueron consolidándose gracias a la literatura. En 1809, Washington Irving, escribió una historia de Nueva York donde el tal Sinterklaas se convierte en Santa Klaus, a instancia, John Pintard, un importante comerciante y político promotor de la independencia americana.

El poeta Clement Clarke Moore, en 1823, dio cuerpo al personaje como un abuelo gordo de larga barba, quien repartía regalos a los niños desde un trineo tirado por ocho renos. Su versión navideña fue publicada el 25 de diciembre de 1823 (aunque por años permaneció anónimo, porque este importante académico no quería que lo asociaran con tal trivialidad).

En 1863 un dibujante de origen alemán llamado Thomas Nast, dibujó a Santa Claus para el Harper’s Weekly, vistiéndolo como los antiguos obispos. A partir de los anuncios de una campaña llamada Lomen Company, se determinó que Santa Claus procedía del polo Norte. L. Frank Baun en 1902 refuerza la historia del buen señor que reparte regalos en vísperas de Navidad, a través de una serie de libros infantiles.

Sin embargo, la figura de Santa Klaus de barba blanca y traje rojo con una bolsa llena de juguetes pertenece a Thomas Nast, cuya versión fue tomada por una importante empresa de gaseosas, que la difundió desde 1930, con ciertas variaciones introducidas por el artista suecoamericano Haddon Sundblom. Esta promoción logró una versión universal que en algunos países subsiste mezclada con otras versiones navideñas, todas ellas destinadas a promover el consumo, pero como dijo Francis Church, un editor norteamericano: “Que nadie haya visto a Santa Claus (Papá Noel) no quiere decir que no exista”. De hecho, su espíritu está presente alrededor del mundo cada diciembre.

Publicado en Diario "La Capital" de Rosario.

https://www.lacapital.com.ar/informacion-general/la-historia-papa-noel-como-un-santo-se-convirtio-el-icono-la-navidad-n2631659.html

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