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LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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domingo, abril 06, 2025

Abel Fleury Por José Narosky.


Abel Fleury

Por José Narosky.

Estoy seguro que muchos desconocen que una pieza folklórica argentina, denominada “Estilo Pampeano” –compuesta para guitarra- figura como composición obligatoria en numerosos conservatorios de Música de países europeos. Y así la ejecutan alumnos holandeses, belgas, rusos y noruegos.
El autor fue un hombre modesto -“La modestia de los grandes confirma su grandeza”- fue también cálido, introvertido, de los que prefieren la última fila antes que el escenario. Se llamó Abel Fleury.
Había nacido en Dolores, Provincia de Buenos Aires, suelo de poetas y payadores. Una circunstancia le dio a Abel Fleury en un momento dado una gran popularidad.
Hace unos 60 años, quizá más, cuando no existía en nuestro país la TV, Freury fue contratado para actuar los domingos al mediodía en la audición más escuchada del momento, auspiciada por un famoso jabón de lavar. Jabón Federal, que ya no existe.
Le tocó compartir el micrófono –y la fama- con Angelillo, –gran cantante español- con Berta Singerman, con Fernando Ochoa. Primero como solista y luego dirigiendo el conjunto “Cien Guitarras Argentinas”, llevó su música desde la onda de Radio Belgrano, a todos los rincones de la patria.
Su expresión musical, nostalgiosa y profunda, mostraba la magia del sentir pampeano como pocos podían hacerlo. Porque Fleury traducía con justeza la belleza, el color y el misterio de nuestra pampa húmeda, donde el amanecer parece más amanecer.
Tuvo además el mérito de ser un pionero en el uso de la guitarra criolla instrumental. Porque anteriormente se la conocía a esta, solamente como acompañante de la voz humana. Fleury fue también compositor. Sus canciones folclóricas son, -salvo algunas pocas excepciones una tonada, un chamamé, una cueca- de contenido plenamente sureño.
Y algo curioso. Fleury compuso también un tango. Un solo tango: “Brindis de Sangre” y lo llevaron al disco, nada menos que Ignacio Corsini, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y posteriormente Julio Sosa.
Tenía casi 50 años cuando parte para Europa. Durante un año deslumbra con su guitarra, especialmente en España, donde llega a comparárselo con Tárrega, el famoso compositor y guitarrista español.
Y una anécdota que jugó un papel decisivo en la vida de este artista argentino.
Corría el año 1928. Abel Fleury tenía 23 años y una circunstancia hizo que se radicara en Tres Arroyos, donde para ganarse la vida daba clase de guitarra.
Una noche llega contratado para dar un concierto en Tres Arroyos, Andrés Segovia, la figura mundial de la guitarra. Abel Fleury asiste al concierto. Queda deslumbrado por la magia del sonido que el insigne músico español arranca a su instrumento.
Segovia debía regresar al día siguiente a Buenos Aires en el tren de la tarde. Y aprovecha la mañana primaveral para caminar por las calles arboladas de Tres Arroyos, mientras aspira el perfume de los jazmines en flor. Y el aforismo final: “La modestia de los grandes confirma su grandeza”.

Publicado en LA PRENSA.
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Abel Fleury (Dolores, 5 de abril de 1903 - Buenos Aires, 9 de agosto de 1958) fue un guitarrista y compositor argentino.

"Estilo pampeano" y "Milongueo del ayer" son dos de sus temas más conocidos. El primero figura hace más de 40 años como composición obligatoria en la Escuela Musical de Tomsk (Siberia, Rusia), lugar en el que el autor jamás estuvo.[1]​

Biografía.

Hijo de Juana Peón, planchadora y de Eduardo Fleury, panadero entre otros oficios, su vocación musical nació a sus 11 años aproximadamente; y le solicitó a su madre que le comprara una guitarra. Las primeras lecciones de este instrumento las recibió justamente de su madre, quien le enseñó las primeras posiciones a través de una milonga. Avanzó en sus estudios teniendo por maestro a Froilán Rojas y más tarde al compositor Honorio Siccardi y Pascual Galeano, ambos de la ciudad de Dolores, con los que dio sus primeros pasos en el género. Perfeccionó sus estudios de guitarra con el maestro Domingo Prat.[2]​

A los 20 años abandonó la ciudad, residiendo en Mar del Plata, Tandil, Tres Arroyos, La Plata y Buenos Aires, dando conciertos con la asistencia de numeroso público. Se casó con una joven llamada Natalia Arámbulo y de esta unión nació el 13 de diciembre de 1925 su primogénita Zulema Fleury, quien a la edad de 17 años, y por el consejo de su madre se recibe de concertista de guitarra. Zulema Fleury fue la única concertista de guitarra de su descendencia y la cual llevó el nombre de su padre con gran orgullo y respeto. La guitarra que perteneció al Señor Abel Fleury, hoy parte del museo en Dolores, fue obsequio de su hija Zulema, la cual fallece años más tarde en la ciudad de Buenos Aires.

En 1933, buscando mejor suerte, se trasladó a Buenos Aires y gracias a una carta de presentación del conocido recitador criollo de la época, Lauro Viana, empezó a participar, haciendo el fondo musical, en los recitales poético-gauchescos de Fernando Ochoa. También, ya separado de Natalia Arámbulo, se unió a Nelis Guerra y así nacieron tres hijos: Estela Juana, María Del Carmen y Abel Eduardo.

La sociedad artística con Ochoa facilitó su conocimiento por el público y su contratación, no sólo como solista sino también como director de conjuntos de guitarras. Estos grupos a los que el poeta gauchesco Claudio Martínez Paiva denominó escuadrones, gozaron de gran popularidad y con ellos actúa Fleury en estaciones radiofónicas y en distintas salas de Buenos Aires y el interior del país. Los escuadrones, que llegaron a contar con cuarenta guitarras, fueron integrados por artistas que luego ocuparon lugares destacados en el ámbito de la música popular, como Héctor Ayala, Roberto Grela y Ubaldo de Lío, entre otros.

Paralelamente, Fleury continuó su actividad solista y alcanzó el registro discográfico, primero en el sello Odeón y luego en el Víctor o RCA Victor. Desde 1935 hasta 1954 grabó diez obras propias y un arreglo de Clavel del aire de Juan de Dios Filiberto. Alrededor de 1940 integró el Cuarteto Argentino de Música Popular con Pedro Maffia, Sebastián Piana y Alfredo Corletto, con este último realiza numerosas presentaciones, en especial en radiofonía.

El relativo éxito obtenido en espectáculos de música popular no lo disuadió de llevar a cabo una carrera como concertista de guitarra, actividad ésta que intentó organizando él mismo recitales en Buenos Aires y el interior del país. Tales espectáculos constaban habitualmente de tres partes: la primera integrada en su totalidad por obras del repertorio clásico de la guitarra: de autoría de Francisco Tárrega, Heitor Villa-Lobos, Fernando Sor, Dionisio Aguado, Manuel Ponce, Antonio Lauro, etc. y, a través de transcripciones, de Sylvius Leopoldus Weiss, Johann Sebastian Bach, Isaac Albéniz, Joaquín Malats, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Frédéric Chopin, etc. Una segunda parte dedicada a un recital poético o a una representación teatral (En una ocasión, Mateo de Discépolo por la compañía de Homero Cárpena) y una tercera dedicada generalmente a su propia producción solística o para dúos, tríos y cuartetos de guitarras.

Sobre la base de ese formato, realizó giras por el interior del país, actuando en Córdoba, Río Negro, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Provincia de Buenos Aires. A partir de 1948 inició sus viajes al exterior, primero a Chile y con posterioridad a Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay (En este país mantiene una entrevista con el guitarrista, compositor y pedagogo Isaías Savio). Luego y gracias a un auspicio del Instituto Iberoamericano de Cultura de la Universidad de Madrid se presentó en España y más tarde en Francia, donde participó en conciertos en universidades.[3]​

Esa intensa actividad como intérprete no lo alejó de la composición, sino por el contrario, las creaciones que surgían de su pluma se iban incorporando al repertorio de sus conciertos. Según la planilla de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) sus obras editadas alcanzan los treinta y tres títulos.

Tales composiciones integran desde mediados de la década de 1980 los programas de estudio de los conservatorios de la provincia de Buenos Aires, de la Ciudad de Buenos Aires y de numerosos conservatorios, universidades y escuelas de música del país y el extranjero.

Su obra es considerada de carácter académico dentro del nacionalismo musical argentino.[4]​En cine actuó en Joven, viuda y estanciera (1941) y escribió la música para Santos Vega (1936).

De regreso de uno de esos viajes, a comienzos de 1958, empezó a sentir los síntomas de una enfermedad que rápidamente lo llevó a la muerte, acaecida en Buenos Aires el 9 de agosto de ese año. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Dolores, donde fue homenajeado como su hijo más distinguido.

Desde hace 30 años en la ciudad de Dolores, se realiza la Fiesta Nacional de la Guitarra en homenaje a Don Abel.

Referencias

 «Abel Fleury, vigencia de su arte magistral», artículo en el diario La Nación del 7 de enero de 2006. Publicado en su edición impresa.

 «Abel Fleury, el poeta de la guitarra», artículo en el sitio web Guitarrasweb de enero de 2000.colaboracion de Hector Garcia Martinez

 «Abel Fleury, Primera y exitosa gira europea por Héctor García Martínez», artículo en el sitio web Guitarrasweb de marzo de 2001.

 Oscar Olmello. "Abel Fleury, un músico entre dos culturas". Revista Argentina de Musicología. Nº 9. Buenos Aires: AAM.

Publicado en Wikipedia.

https://es.wikipedia.org/wiki/Abel_Fleury

ABEL FLEURY

Nació un día 5 de abril de 1903 en Dolores (Provincia de Buenos Aires).

Contaba Atahualpa Yupanqui en el Capitulo XVII “La Guitarra” en su libro el “Canto del viento”

“……Muchos años después, un guitarrista me hizo evocar con mayor firmeza a aquel trovero de la pampa. Ese guitarrista. fue Abel Fleury. La manera de tratar el modo y desarrollo de sus milongas me recordaron a Nazareno Ríos, aunque Fleury era más completo como instrumentista. Pero la sustancia siempre señaló a Fleury como sabedor de la Leyenda del Viento. No se pueden tocar así porque si, las milongas de la llanura bonaerense. Es menester profundizar el misterio del paisaje, el silencio y el anhelo del paisano. Es necesario abordar el tema “confidencialmente” aunque haya mucha gente escuchándolo. Juan Sebastián Bach, catedral de la verdad musical, decía: “Cuando toco, lo hago pensando que en la sala, anónimo y atento, me está escuchando un gran músico. Para ese, gran músico doy mis cantatas.” Fleury, músico y, además, artista, tocaba sus preludios criollos, sus estilos y milongas, quizá para ese gaucho invisible, anónimo y atento, que oía en la penumbra el mensaje de una guitarra con dignidad. Por eso daba el paisaje en su música. Por eso traducía a su amado pago de Dolores; por eso andaban sus pericones y cifras aromando las noches de Tandil y Azul; por eso lo han visto los campos donde retozan el ñandú, los chajaes, las garzas y los flamencos, camino de Pringles, Tres Arroyos, Bahía, Puán, Trenque-Lauquen, por citar solamente algunos pagos sureños, pero sin olvidar países de nuestra América, ni Madrid, Valencia, Barcelona, Asturias, ni París, Lyon, ni Londres, ni Lisboa…..”

 

La Revista Folklore lo recuerda en su Número 67 de fines de Abril de 1964. Una primera Edición Extraordinaria dedicada a los Grandes del Folklore . Recordemos que una segunda apareció pocas semanas después como  ejemplar Nº 73 de segunda quincena del mes de julio de 1964.

https://revistafolklore.com.ar/abel-fleury/

Consultar este enlace.



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