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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

viernes, mayo 24, 2013

Los símbolos nacionales ya son de todos por Sebastián Guerrini.


Cuando Charly García recreó el Himno Nacional en 1990 abrió una puerta desacralizadora. Una puerta cerrada con candado por sucesivos gobiernos militares que se adjudicaron el ser guardianes del sentir nacional y de sus símbolos. La bandera, el escudo, las marchas y la escarapela fueron intocables ornatos de sus fanfarrias antes que los símbolos de un pueblo. La escuela hizo poco por explicar aquella simbología con sus historias humanas y pendulares y sólo se ocuparon de que los honráramos sin preguntas y en posición firme. Finalmente, la década de los noventa vació de significado al Estado. Sebastián Guerrini nos habla de su experiencia al tener que rediseñar una nueva imagen institucional nacional. Cómo hizo para romper la coraza que encerraba a los símbolos patrios, sintetizarlos y resignificarlos en figuras de estética contemporánea, concepto éste, común hoy a muchos diseñadores.



Mi relación con los símbolos nacionales comienza en 1997 cuando diseñé la marca de la Alianza, el fallido partido político que luego llevaría a la Presidencia a Fernando de la Rúa. El diseño de la identidad visual de la Alianza respondió a la necesidad de lograr una referencia que sin necesidad de explicación, expresara los valores ciudadanos y expectativas republicanas del entonces nuevo partido. Para ello, jerarquicé la palabra "Alianza", reforzándola simbólicamente al sustituir su A interior con una escarapela nacional. El símbolo tomó vuelo propio, siendo luego el elemento central de la campaña e identidad de la elección.
Este acto de reinterpretar y sumar a la vida pública un referente patrio como la escarapela, algo que se prende al corazón de los argentinos desde la escuela, me hizo repensar la vida social de estos símbolos y su potencial político. De esta manera, al terminar la campaña de ese 1997, comencé a estudiar el tema en mi maestría en Comunicación y Estudios de la Imagen de la Universidad de Kent, en Inglaterra, la que con el tiempo se convertiría en mi tesis de doctorado. Allí tomé como caso de investigación el diseño de la identidad nacional por parte de las imágenes que el estado nacional proyecta, usando el caso argentino.
Durante este tiempo de estudio, se fortaleció mi convencimiento de que el estado argentino debía plantear una política de imagen institucional, la cual ayudara a la democratización de la cultura nacional por medio de usar el poder de las imágenes y de los símbolos nacionales.
A fines de 1999 vuelvo al país y comienzo a trabajar para el nuevo gobierno donde inmediatamente planteé las conclusiones y esquema que había desarrollado desde lo estructural en Inglaterra.
Básicamente mi proyecto partió de dos ejes: por un lado que la imagen institucional del estado debía estar a la altura de lo que la ciudadanía requería en ese momento. Esto implicaba la valoración y respeto por las instituciones (hay que recordar que se venía del menemismo). En la práctica, el escenario con que me encontré fue el de un estado caótico, asumido como ineficiente en comparación con el sector privado y en donde cada área o sector de gobierno se mostraba usando criterios que no portaban ninguna lógica como totalidad. Otro ejemplo fue hallar que incluso la imagen del sello del estado, el escudo, era reproducido por medio de una treintena de interpretaciones del diseño madre del escudo nacional.
Incluso me encontré con el uso del escudo de la Provincia de Buenos Aires por parte de Ministerios Nacionales. Entonces para actuar sobre este primer eje, sistematicé la forma de expresión de las marcas de la Presidencia, Ministerios y Direcciones y rediseñé la versión gráfica del escudo nacional, una versión gráfica y esquema que llevan ya 13 años de uso por parte de las distintas administraciones.
En segundo lugar, estaba y estoy convencido de que en pos de lograr una cultura más democrática, la idea nacional debe estar expresada libremente desde cada sector social sin distinciones. Es decir, que ningún grupo es dueño de poder definir lo que es y no es ser argentino. También tenía clara la demanda existente de un acercamiento entre el estado con su ciudadanía, esto es de desmitificar los roles fijos existentes en ese momento.
Para ello, encontré que el elemento troncal de la definición nacional y del sentimiento visible de pertenencia a lo argentino es y era la bandera. Una bandera sobre utilizada por los gobiernos militares, explotada hasta ser vista como propiedad de otros. Tanto es así que por ejemplo por ley, hasta 1985 el sol nacional no podía ser usado por la gente, quedando para la población solo la celeste y blanca.
Partiendo de este punto, desarrollé un sistema de imágenes que usaban como lenguaje a la bandera nacional, la que en su movimiento o simplificación materializaban a las distintas acciones, programas o entidades del estado. Así fue que en esos dos años cree más de cien diseños en todas las áreas del estado.
Este programa de resignificación de la nacionalidad a través de las imágenes, influenció de una u otra forma a las identidades de gobierno hasta el presente. Por un lado, desde las marcas que personalmente seguí diseñando para los distintos gobiernos, como las marcas del Conicet, Museo Argentino de Ciencias Naturales, Pabellón Argentino de la Feria del Libro de Frankfurt 2010 y decenas más, sumadas a las identidades de organizaciones no gubernamentales como Ecodar o Escuelas del Bicentenario entre otras.
Como balance, estimo que el objetivo político que busqué fue en parte logrado: antes la bandera era sacralizada, un elemento de culto, cuyo propietario era la historia argentina y no la persona de carne y hueso que quiere un país mejor para sí y sus hijos. Ahora la bandera o su interpretación, es usada libremente por parte de cualquier individuo u organización social, sin plantearse si alguien nos puede decir si está bien o mal.
Por último, entiendo que la acción política de un diseñador nace de la influencia que este ejerce en la sociedad y en quienes la representan. De otra manera, más que diseñador hablamos entonces de la persona como político. Esta influencia, yo evalúo que se ha logrado. Como balance, y por más que mi presente profesional se centra solo en lo privado, veo hoy en las creaciones que otros diseñadores del país realizan algo del espíritu de este planteo, lo cual después de tantos años realmente me gratifica.
 
Sebastián Guerrini: Diseñador en Comunicación Visual (UNLP). Doctor en Filosofía de la Comunicación y Estudios de la Imagen (Universidad de Kent, Inglaterra).
Publicado en el Diario "Río Negro",  (edición Nro. 23.272),24 de mayo de 2013, pagina 37. Imágenes internet.
 
Y COMO YAPA ARGENTINA: MOMENTO MUSICAL.
EL HIMNO NACIONAL ARGENTINO
EN LA VERSIÓN DE CHARLY GARCÍA.


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