Paradigma en peligro.
Mendoza prevé, a mediano plazo, la ruptura del delicado equilibrio de su ecosistema urbano.
La Jornada Provincial de Arbolado Urbano realizada en abril en Zapala tuvo la iniciativa de convocar a destacados especialistas de Mendoza, ciudad paradigmática de buen manejo del árbol en la ciudad. Todas las exposiciones fueron de alta calidad, pero por innovadora destaco la desarrollada por los arquitectos Dora De Pascual y Alberto Cutropia, titulada "El ecosistema urbano. Verde urbano de Mendoza, paradigma de simbiosis entre el ecosistema humano y la naturaleza.
El terremoto del 20 de marzo de 1861 en Mendoza destruyó la oprimida ciudad colonial, grabando en sus víctimas sensaciones devastadoras de horror, asfixia, fuego, humo, aguas desbordadas y carencia de vías de escape. A pesar de los aportes y beneficios que introdujo una nueva planificación, sobrevinieron nuevos desafíos, pues se sucedieron grandes sequías, mangas de langostas y letales epidemias de viruela y difteria.
Para corregir esta creciente agonía del ecosistema urbano de fines del siglo XIX se ejecutaron el Parque del Oeste, la reforestación del espacio urbano, de calles, caminos y canales con árboles de amplia copa, probada producción fotosintética y extensa longevidad como el plátano (Platanus acerifolia). Se completaba esta ecuación introduciendo el bosque social y la sombra ventilada en todo el espacio público.
En Mendoza, a pesar del paso de las décadas y del desarrollo económico y tecnológico, la habitabilidad del ecosistema urbano por autorregulación fotosintética y hábitat específico perduró casi hasta hoy. El uso actual del suelo urbano y sus extensiones urbanas han dejado de lado a los principales protagonistas del espacio urbano, el árbol, la acequia y a su trascendental destinataria: la sociedad. El paradigmático modelo de espacio urbano-ecosistema urbano no admite que se considere al hombre, al paisaje, al sismo, al clima, a las plantas y a los espacios abiertos como variables independientes e incompatibles, sino que deben ser consideradas en asociación, en un sistema espacial de uso, de calidad de vida, de relación íntima y de acción permanente, de tal manera que lo que afecte a uno significa indefectiblemente la afectación y deterioro del conjunto.
FACTORES ADVERSOS.
La enumeración de los factores adversos es amplia pero se mencionan los más importantes, que son comunes a todas las ciudades. Suelos impermeables, enrarecidos o contaminados. Espacio reducido y competencia con obras civiles, aceras y acequias pavimentadas, cornisas, marquesinas, cartelería. Fluctuaciones drásticas del clima, islas de calor e inversiones térmicas. Alteración del fotoperíodo natural a causa de la iluminación artificial. Daños por tránsito y vandalismo. Estrés por manejo incorrecto. Riego nulo, insuficiente o excesivo, podas mal realizadas, elección de especies inadecuadas.
El sistema de arbolado público se ve afectado, reduciendo su capacidad de absorber contaminantes y producir oxígeno para purificar el ambiente. La biosfera urbana queda comprimida bajo una capa de gases similares a los gases de efecto invernadero que impiden la movilidad de los contaminantes.
Es necesario comprender el aporte del arbolado al equilibrio ecológico del ecosistema y valor agregado que genera en nuestras ciudades de regímenes semiáridos. Un nuevo concepto irracional del desarrollo y la inserción en el mundo globalizado nos han hecho perder el rumbo de los valores adquiridos por el esfuerzo y la tenacidad.
El delicado equilibrio ha llegado a situaciones irreversibles de insostenibilidad en las ciudades, porque se ha sobrepasado la capacidad de carga de los ecosistemas por el excesivo consumo de flujos de energía y materia por parte de los seres humanos.
Dora De Pascual y Alberto Cutropia.
Suplemento Eh! Diario Río Negro, domingo 30 de mayo de 2010.
Fotos Diario Río Negro.
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