Producido en España, fue el vino preferido de los argentinos durante las primeras décadas del Siglo XIX. Tinto de color intenso y alta graduación alcohólica para la época, el Carlón no faltaba en las casas de todo el país.
Por: Giselle Calabrese.
"Pocos saben que éste fue el vino más famoso producido en tierras de Castellón, concretamente de Benicarló de la uva garnacha. De un color muy intenso ,de potencia aromática y alta graduación alcohólica para la época, unos 15 grados que hoy no asustarían a nadie, existió desde el s. XVII al XIX y se exportaba a toda Europa y también a algunas colonias", explica Alejandro Rodríguez, profesor de la Escuela Argentina de Sommeliers
En las mesas bien servidas de la época, el vino Carlón era el elegido. Proveniente de la región de Benicarló, de la provincia de Castellón, España, miles de pipas de vino anuales llegaban en barco al puerto de Buenos Aires. Aquí se trasladaban a jarras de plata y luego se servía en la mesa de los más pudientes de aquellos tiempos.
No se conoce exactamente cuándo comenzó el cultivo del Carlón, pero se registra que ya en el siglo XIV logró una producción extremadamente fructífera, por lo cual tuvo que ser regulada políticamente en tierras españolas.
Tanto en la Argentina como en otras colonias españolas dentro de América se había prohibido el cultivo de la uva, sólo permitiendo que se bebiesen productos puramente de origen español. Fue así que la demanda fue prosperando de tal manera que los vinos comenzaban a enviarse con más regularidad a América.
"Por estas tierras al vino Carlón se le agregaba soda y también hielo para rebajar su alcohol y cuerpo. Fue el vino predilecto de los consumidores locales hasta casi fines del 1800 y símbolo del monopolio impuesto a las colonias por España", agrega Rodríguez.
Sin embargo, con el tiempo y debido al mencionado aumento de demanda, los que al principio eran vinos densos y con un tinte espeso a causa de su añejamiento, se empezaron a despachar sin envejecer, generando productos más livianos y de menor calidad.
Ya en esos tiempos y en las más de 400 pulperías que existían para 1810 en Buenos Aires, se ingerían una gran cantidad de bebidas alcohólicas. La gente de clase baja consumía sobre todo aguardientes, pero también existía una versión más económica, para los menos pudientes del vino Carlón, llamado Clarín en algunos casos y Carlete en otros.
Palpitando la Revolución.
Dos pulperías eran muy famosas en tiempos de Mayo. Una era "la del Maldonado" y la otra "La fonda de los Tres Reyes", ésta última ubicada a sólo media calle del Fuerte, en la calle San Cristo, en la actualidad 25 de Mayo. Se dice que abrió sus puertas a manos de Giovanni Bonfillo, un inmigrante italiano, llamado entre los porteños "Juan". Relata Víctor Ego Ducrot en su libro "Los Sabores de la Patria" que allí se reunieron una tarde lluviosa de 1809 James Florence Burke, Juan José Castelli y Nicolás Rodríguez Peña y, entre copas, cerraron el acuerdo de gran importancia para los acontecimientos que muy pronto sacudirían Buenos Aires.
Ducrot describe en las páginas de su libro que estos tres caballeros ya habrían brindado con vino proveniente de Mendoza. Así fue que al correr de los años el vino Carlón fue desapareciendo de la mesa de los argentinos, no sólo por sus malas versiones, sino también por el advenimiento de los vinos provenientes de las zonas de San Juan y Mendoza, que ya se abrían paso en aquella época.
Se registró que el vino Carlón se vendió libremente hasta 1920. Pero cada vez fue menos solicitado. Para el año 1930 la plaga filoxera acabó con la última vid y con otras viñas de la región de Castellón. Así fue como el Carlón le dio el mando a los vinos cultivados en nuestro territorio.
En las mesas bien servidas de la época, el vino Carlón era el elegido. Proveniente de la región de Benicarló, de la provincia de Castellón, España, miles de pipas de vino anuales llegaban en barco al puerto de Buenos Aires. Aquí se trasladaban a jarras de plata y luego se servía en la mesa de los más pudientes de aquellos tiempos.
No se conoce exactamente cuándo comenzó el cultivo del Carlón, pero se registra que ya en el siglo XIV logró una producción extremadamente fructífera, por lo cual tuvo que ser regulada políticamente en tierras españolas.
Tanto en la Argentina como en otras colonias españolas dentro de América se había prohibido el cultivo de la uva, sólo permitiendo que se bebiesen productos puramente de origen español. Fue así que la demanda fue prosperando de tal manera que los vinos comenzaban a enviarse con más regularidad a América.
"Por estas tierras al vino Carlón se le agregaba soda y también hielo para rebajar su alcohol y cuerpo. Fue el vino predilecto de los consumidores locales hasta casi fines del 1800 y símbolo del monopolio impuesto a las colonias por España", agrega Rodríguez.
Sin embargo, con el tiempo y debido al mencionado aumento de demanda, los que al principio eran vinos densos y con un tinte espeso a causa de su añejamiento, se empezaron a despachar sin envejecer, generando productos más livianos y de menor calidad.
Ya en esos tiempos y en las más de 400 pulperías que existían para 1810 en Buenos Aires, se ingerían una gran cantidad de bebidas alcohólicas. La gente de clase baja consumía sobre todo aguardientes, pero también existía una versión más económica, para los menos pudientes del vino Carlón, llamado Clarín en algunos casos y Carlete en otros.
Palpitando la Revolución.
Dos pulperías eran muy famosas en tiempos de Mayo. Una era "la del Maldonado" y la otra "La fonda de los Tres Reyes", ésta última ubicada a sólo media calle del Fuerte, en la calle San Cristo, en la actualidad 25 de Mayo. Se dice que abrió sus puertas a manos de Giovanni Bonfillo, un inmigrante italiano, llamado entre los porteños "Juan". Relata Víctor Ego Ducrot en su libro "Los Sabores de la Patria" que allí se reunieron una tarde lluviosa de 1809 James Florence Burke, Juan José Castelli y Nicolás Rodríguez Peña y, entre copas, cerraron el acuerdo de gran importancia para los acontecimientos que muy pronto sacudirían Buenos Aires.
Ducrot describe en las páginas de su libro que estos tres caballeros ya habrían brindado con vino proveniente de Mendoza. Así fue que al correr de los años el vino Carlón fue desapareciendo de la mesa de los argentinos, no sólo por sus malas versiones, sino también por el advenimiento de los vinos provenientes de las zonas de San Juan y Mendoza, que ya se abrían paso en aquella época.
Se registró que el vino Carlón se vendió libremente hasta 1920. Pero cada vez fue menos solicitado. Para el año 1930 la plaga filoxera acabó con la última vid y con otras viñas de la región de Castellón. Así fue como el Carlón le dio el mando a los vinos cultivados en nuestro territorio.
Fuente: Giselle Calabrese (viaresto.clarin.com).
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