MUJERES ARGENTINAS
DELFINA BUNGE, UNA MUJER “SIN GANCHO EDITORIAL”.
“Yo vengo a predicar contra el mal humor que el exagerado interés por
las cosas materiales trae; y contra la excesiva abnegación: el aburrimiento”
(Delfina Bunge).
Convengamos la
Señora Delfina Bunge de Gálvez no fue una persona que tuvo
una forma de vida de esas “con gancho editorial” llena de pasiones como por
ejemplo esas figuras históricas como Juana Azurduy (la flor del Alto Perú), Eva
Perón (Evita de los descamisados de la patria), Alfonsina Storni, Salvadora
Medina Onrubia, Frida Kahlo, Encarnación Ezcurra, "La Perichona" de las
invasiones inglesas por mencionar
algunas que despertaron y despiertan pasiones encontradas.
Lucía Gálvez. |
Lucía Gálvez historiadora ella;
cuenta que charlando con el
historiador Félix Luna le comenta que deseaba hacer una biografía sobre su
abuela Delfina Bunge. Dice Lucía: “Cuando le comenté a Félix Luna que quería
escribir un libro sobre Delfina, me dijo “¡Pero tu abuela no cometió adulterio,
no se casó de nuevo, no se divorció! ¿Qué vas a contar?”.
Delfina Bunge llevó una vida apacible de casada con el escritor Manuel
Gálvez; sus escritos no la pusieron en el cenit de las grandes de la literatura
argentina (pero los estudios y críticos la destacan).
Lucía Gálvez realizó para la posteridad el libro que quería hacer sobre
Delfina Bunge y se basó en los diarios de su abuela (y como es lógico también
en los testimonios orales de primera mano de la familia Bunge y Gálvez) donde
refleja el “modus vivendi” de aquellos años de la Argentina centenaria de
“las vacas y las mieses”; de esa Argentina que ponderaba Leopoldo Lugones.
Hoy pleno Siglo XXI la pregunta sería:
¿Quién es esta mujer de la alta sociedad que en su juventud deslumbró a
Victoria Ocampo que entablaron una amistad permanente? (Victoria Ocampo esa mujer que con la pluma
la combatiera Don Arturo Jauretche en sus libros por sus ideas antiperonistas y
la ascendencia aristocrática de Victoria
Ocampo con parentesco con el conquistador español Martínez de Irala y el autor
del Martín Fierro, Don José Hernández).
Vayamos ahora a Delfina Bunge.
Delfina Bunge Arteaga nació un
24 de diciembre la Nochebuena del año 1881 en
una casa de la calle Tacuarí en el barrio San Telmo (Capital Federal), en la Belle Época de la Argentina. Era una
niña refinada, recatada, sensible y agudeza, de lucidez penetrante fue hija de
María Luisa Justa Rufina de Arteaga y Octavio Bunge. Por parte de los Bunge el
abuelo era prusiano: Karl August Bunge y
los otros tres de vieja raigambre hispanocriolla. Sus dos abuelas, Genara Peña
y Lezica de Bunge y Luisa Sánchez de Arteaga, eran muy amigas de Mariquita
Sánchez, quien habla de ellas en cartas a su hija Florencia –según nos informa
la historiadora Lucía Gálvez de su abuela Delfina-.
En la casa de los Bunge se hablaba de ideologías, de política y de religión; los hijos de los Bunge hacían
teatro, cultivaban la música (todos tocaban un instrumento y además de saber un oficio).
Escritora desde muy joven cuyas acechanzas compartió con su amiga Victoria
Ocampo con hermanos famosos y reconocidos como Carlos Octavio Bunge
escritor y sociólogo positivista,
Alejandro Bunge autor del libro “Una
nueva Argentina” economista reconocido y considerado por su posturas al igual
que Manuel Gálvez de esos “malditos”, su otro hermano el Arq. Jorge Bunge que
fue fundador de la ciudad de Pinamar y
Augusto Bunge diputado socialista.
La vocación de Delfina Bunge por la escritura tuvo un impulso
inesperado cuando el 24 de junio de 1904 le informaron que había ganado una
tercera mención en Fémina, la revista francesa de moda, entre miles de
participantes. El tema: “la jeune fille d’aujourd’hui, est-elle heureuse?” (“La
joven de hoy ¿es feliz? Que fue una traducción al idioma francés un
relato de su diario. Precisamente para
solicitarle el artículo para su publicación en la revista de la que era editor,
ese día toca a la puerta Manuel Gálvez, (tenía Gálvez 22 años) y era compañero
de la Facultad
de Derecho de Roberto Bunge, hermano de Delfina.
En 1911 publica los poemas simplent publicados en París. Recibe buenas
críticas el artículo y el libro de poemas con elogios del poeta Rubén Darío.
El Padre Leonardo Castellani (un católico "sin dolo") durante diez años 1921-1931 publicó en la
revista mensual Ichtys que era la oficial del Centro de Estudios Religiosos
para Señoras y Señoritas, estaba entonces dirigida por la Sra. Delfina Bunge de
Gálvez y la Srta. Sofía Molina Pico.
Delfina Bunge fue una de las primeras “protectoras” (podríamos decir)
del joven Castellani, impulsándolo a escribir y publicar sus fábulas, otras
historias y sus primeros ensayos. Gracias a esos alientos nos ha quedado la gran obra de este gran escritor argentino. Poco leído. Silenciado y ocultado. Algo parecido le ocurre a Don Manuel Gálvez o a Hugo Wast.
Volvamos a Delfina Bunge fue sin duda una mujer especial para su época.
EL EDÉN HOTEL DE LA
FALDA.
El Edén Hotel de la
Falda (Córdoba) es un hotel emblemático. Cuando Roberto Bahlke, recorre la zona a caballo y
queda encantado con el lugar y decide comprar las tierras para levantar un gran
hotel. En 1892, con el apoyo económico del grupo Torquinst Roberto Bahlke
adquiere unas 1250 hectáreas de lo
que hoy es La Falda ;
en 1898 se inaugura el Edén Hotel un
hotel emblemático que visitaron Julio Roca, Agustín P. justo, Roberto Marcelino
Ortiz, los príncipes de Saboya y de Gales, el poeta Rubén Darío y Alberto
Einstein.
La familia Bunge veraneó en 1901 cuando este Hotel de la provincia de
Córdoba tenía tres años de ser inaugurado y era el Hotel que congregaba a
aquellos que tenían buen pasar.
“16 de Febrero 1901. La
Falda , Hotel Edén. Desde el 6 estamos en La Falda : paisajes espléndidos,
naturaleza sonriente como un jardín delineado por sierras de formas suaves, en
un clima delicioso (...). En el Edén Hotel la atmósfera es vana y fría. Hay
muchas niñas, muchos jóvenes y muchas señoras muy chic, lindas y elegantes.
Pero la gente se pasa el día entero sentada en la terraza, grandes y chicos
jugando al dominó, y todos de sombrero y guantes puestos. El hotel entero
duerme hasta las 11 y media. Además de jugar al dominó la gente se hamaca en
unas sillas comodísimas ¡con que aire indolente!”
SOBRE EL DIARIO DE DELFINA BUNGE.
Delfina Bunge llevó cotidianamente un diario íntimo que terminó en
dieciocho cuadernos manuscritos y cinco volúmenes escritos a máquina, casi diez
mil páginas de un rico testimonio de la “petite histoire de los argentinos” de
fines del siglo XIX y de comienzos del siglo XX. Fue, a su manera, una de las
defensoras de la causa femenina. Por su fuerte inclinación religiosa, católica,
que domino en todos sus escritos en una profunda reflexión
Fue amiga personal de dos de las más grandes figuras intelectuales de la Argentina de su tiempo:
Victoria Ocampo y Alfonsina Storni, quien le dedicó parte de su trabajo y
tradujo sus poemas del francés. Delfina Bunge colaboró con los principales
diarios y revistas de su tiempo como: Ideas, Criterio, Ichtys, El Pueblo, Vida
Femenina, El Hogar, La Nota ,
Nosotras, La Nación.
El debut literario de Delfina se realizó en forma casi accidental en
1904, cuando unas páginas de su diario, donde retrataba a jóvenes amigas,
traducidas por ella misma al francés, resultaron premiadas en el certamen de
Fémina , revista parisina muy leída por la sociedad porteña. Este primer éxito
le valió casi tantos elogios como críticas cuando quisieron publicar su foto en
la revista Caras y Caretas . "Esto hunde a una niña en sociedad", fue
el comentario de alguno.
La consecuencia más perdurable de aquella distinción recibida en
Francia fue conocer a Manuel Gálvez, tímido muchachito provinciano de Entre
Ríos de 22 años, que fue a visitarla y
pedirle el artículo premiado para publicarlo en la revista Ideas que él
dirigía. El mutuo enamoramiento hizo desistir a Delfina de una pretendida
vocación religiosa, pero el noviazgo fue largo y difícil: mientras ella se
reponía de una tuberculosis en distintos lugares de las sierras de Córdoba y
empezaba a escribir sus primeras poesías en francés, Gálvez viajaba a Europa y
luego recorría el país por su cargo de Inspector de Enseñanza Secundaria. Todo
este noviazgo está ampliamente tratado en el diario de Delfina y en la
abundante correspondencia que ambos mantuvieron. Se ve allí la lucha entre el puritanismo
victoriano de fin de siglo y los genuinos sentimientos que debían ser
reprimidos o sublimados de acuerdo con los códigos de la pacata moral
imperante.
En 1922 su ensayo “Las imágenes del infinito” fue premiado en el
concurso literario municipal. Esta obra dejó asombrado al filósofo Alejandro
Korn, quien no podía creer que su autora no tuviera formales estudios
universitarios. Ese mismo año había publicado con éxito “Las mujeres y la
vocación” (Delfina Bunge siempre deseó “escribir un libro sobre las
mujeres, con el objeto de prevenirlas y
defenderlas de los prejuicios y desigualdades, dada en el Consejo Nacional de
Mujeres” –relata su nieta la historiadora Lucía Gálvez- y al año siguiente, El
tesoro del mundo. En 1924 escribió el libro de cuentos Oro, incienso y mirra ,
ilustrado por Guillermo Butler y en 1926, Los malos tiempos de hoy . Les
sucedieron otros ensayos sobre temas diversos, como La vida en los sueños,
Viaje alrededor de mi infancia, En torno a León Bloy y Cura de Estrellas.
DEFINA BUNGE REALIZA UNO DE LOS ANÁLISIS MÁS LÚCIDOS DEL 17 DE OCTUBRE
DE 1945.
Hay un hecho político y social en la Argentina moderna del
Siglo XX que marca “un antes y un después” que es el 17 de octubre de 1945.
Está demás historiar aquí sobre este conocido hecho.
Tuvo una gran repercusión tuvo fue el artículo titulado de Delfina
Bunge: “Una emoción nueva en Buenos Aires” sobre el 17 de octubre de 1945 publicado en el diario “El Pueblo”
que se proclamaba “diario Católico”. Cantidad de suscriptores se borraron, el
director debió renunciar y algunos conocidos llegaron a negar a Delfina el
saludo por su actitud de comprensión hacia el nuevo fenómeno de masas iniciado
en 1945. Según Félix Luna, su voz fue la única sensata y claro era de clase
elevada... En ese momento de descontrol
político-emocional, ella habló con total objetividad sobre lo que estaba viendo
desde su balcón de la calle Santa Fe: allí no había violencia ni resentimiento,
sólo rostros humildes, cansados y felices de ser protagonistas, por primera vez,
en la gran ciudad que les volvía la espalda.
Decía Delfina Bunge: ““Emoción nueva la de este 17 de octubre: la
eclosión entre nosotros, de una multitud proletaria y pacífica. Algo que no
conocíamos, que, por mi parte, no sospeché siquiera que pudiese existir…..Las
calles presenciaron algo insólito. De todos los puntos suburbanos veíanse
llegar grupos de proletarios, de los más pobres entre los proletarios. Y
pasaban debajo de nuestros balcones. Era la turba tan temida. Era –pensábamos-
la gente descontenta….” “... Con el antiguo temor, nuestro impulso fue el de
cerrar los balcones. Pero al asomarnos a la calle quedábamos en suspenso...
Pues he ahí que estas turbas se presentaban a nuestros ojos como trocadas por
una milagrosa transformación. Su aspecto era bonachón y tranquilo. No había
caras hostiles ni puños levantados, como lo vimos hace pocos años. Y más aún,
nos sorprendieron sus gritos y estribillos. No se pedía la cabeza de
nadie. Esas turbas parecían cristianas
sin saberlo. Y sabiéndolo, eran argentinas... Sí, Jesús debió efectuar su
milagro en favor de turbas semejantes a éstas, de desarrapados... A nosotros
nos toca no defraudar a un pueblo pacífico en sus esperanzas de buena acogida y
de un mínimo siquiera de justicia social.” Había que hacer este análisis en
1945.
Junto a su amiga Guillermina Achával, Delfina Bunge puso todo su
entusiasmo y esfuerzo en la construcción de la gruta y capilla de Nuestra
Señora de Lourdes, en las sierras de Alta Gracia; la Virgen es de mármol, el
altar fue realizado en base a un dibujo del hermano de Delfina Bunge el Arq.
Jorge Bunge una obra costeada en base a donativos y esta gruta tiene un
parecido a la Gruta
de Lourdes donde la Virgen
apareció en los Pirineos y que reúne
actualmente a millares de devotos el 11 de febrero y es visitada por cantidad
de turistas durante todo el año
Delfina Bunge falleció el 30 de marzo de 1952 en Alta Gracia, provincia
de Córdoba, donde había ido para celebrar los 35 años de la inauguración de la
gruta de Lourdes que ella misma había mandado construir. Un lugar que le era
muy grato pues desde principios del siglo XX su familia pasaba los veranos en
esas sierras cuyo aire seco y puro era recomendado por los médicos en una época
en que la tuberculosis hacía estragos entre jóvenes, sin importar la clase
social.
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