DICE EL AUTOR QUE SE DEDICA A FATIGAR LUGARES COMUNES...
¡ARDUA TAREA EN LA ARGENTINA NUESTRA!
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Estaba buscando material para escribir este artículo. Lo encontré, casi casualmente, como pasan usualmente estas cosas. Trabajé durante varios años con Roberto Vacca y el inolvidable Otelo Borroni en "Argentina Secreta", primero como ayudante de cámara, luego editor. Como el autor, conocí al "otro" Maradona gracias al programa. Supe que no debía buscar más tras leer la nota, de modo que con el agradecimiento del caso, simplemente la transcribo:
“…Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, este es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes. Muchas veces se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado…”
Esteban Laureano Maradona, médico rural argentino.
Otelo Borroni y Roberto Vacca. |
Por 1986, Otelo Borroni y Roberto Vacca dirigían la serie de documentales y fascículos inolvidables: “Historias de la Argentina Secreta”. Hasta ese momento el apellido Maradona representaba inequívocamente a una sola persona: el máximo jugador de fútbol que conocimos. “No sé si somos parientes. Me han dicho que es un muchacho millonario” dijo otro Maradona. El comentario le pertenecía a un anciano humilde, protagonista de una historia secreta, la de El hombre que perdió el tren. Gracias a ella, se replicó el famoso apellido sobre un desconocido doctor y naturalista, que se llamó Esteban Laureano Maradona.
El Dr. Maradona en su juventud. |
Fue médico de campaña durante la
Guerra del Chaco. Curó –sin cobrar honorarios- a aborígenes y criollos en
parajes olvidados. Su casa, tan humilde como la de sus pacientes, fue sede de su
precario “hospital”. Arquetipo del médico gaucho, en ese mundo de monte y barro,
operó a los ponchazos sobre carretas y atendió partos bajo la luz de la luna o
el resplandor de los fogones. Allí, peleó contra el mal de Chagas, la
tuberculosis, la lepra, el cólera, la sífilis y el paludismo. Estudió la
naturaleza de los montes chaqueños. Trazó senderos para acceder al río Bermejo.
Exploró nuevas fuentes de agua potable para la gente. Escribió trece libros,
todos agotados, algunos publicados por universidades de Estados Unidos y la
mayoría, inéditos. Fundó una escuela y una colonia aborigen. Renunció a todos
los honores. Fue nuestro prócer más pobre: “Soy el médico más zaparrastroso del
noroeste argentino”, llegó a reconocer.
Pero aun en la indigencia absoluta,
se mantuvo firme y donó el dinero de un premio que había recibido para becar a
jóvenes médicos formoseños recién recibidos.Le decían: “Doctorcito Dios”, “Doctor Cataplasma”, “Doctorcito Esteban” ó “El médico de los pobres”.
Nació el 4 de julio de 1895, en Esperanza, Pcia. de Santa Fe en Argentina.
ESPERANZA, SANTA FÉ. |
Descendiente de varios próceres de
San Juan. De Plácido Fernández de Maradona que fue gobernador en varias
ocasiones y ministro de Benavídez, y de José Ignacio Fernández de Maradona
(hijos de español Francisco Fernández de Maradona c.c. Francisca Arias de Molina
y Jofré, arribado de San Pedro de Arante, España, en el año 1748) jesuita y
primer diputado electo por el pueblo de San Juan al ser reputado como el "mejor
probidad" ante la Junta Grande de 1810 en Buenos Aires.
Su madre se llamaba Petrona
Encarnación Villalba Sosa y era hija de Esteban Villalba de origen santiagueño.
Trabajó muchos años a cargo del cuidado de la hacienda de la familia Ezeiza,
quienes al regresar al país de su exilio político, encontraron que no sólo don
Esteban Villalba había cuidado su hacienda en su ausencia, sino que la había
duplicado. Gracias a su honestidad, los Ezeiza le otorgaron grandes cantidades
de patacones de plata a don Esteban, que luego de ello, costeando el río Paraná,
se detuvo por la zona de Barrancas y Coronda, ambas en la provincia de Santa Fe,
y compraron hectáreas de campo.
Pero la mayor distinción de las que
aceptó (ya que él no aceptaba distinciones) fue la que le hicieron los Tobas del
Paraje Guaycurú, en Formosa. Ellos lo llamaron “Piognak”: padre de
todos.
Esteban Laureano Maradona se graduó
en 1928, con medalla de honor, en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires. Fueron sus maestros, entre otros, el premio Nobel Bernardo
Houssay, Pedro de Elizalde y Gregorio Aráoz Alfaro.
Se instaló unos meses en la Capital Federal y luego en Resistencia, Chaco. Y allí estaba en 1930, cuando la revolución de Uriburu depuso al presidente Hipólito Yrigoyen. Si bien nunca había sido yrigoyenista sino acaso lo contrario, asumió como ciudadano defender la democracia y el gobierno constitucional pronunciando entonces fogosas conferencias en las plazas públicas, que le valieron inmediatas persecuciones.
RESISTENCIA, CHACO POR LOS AÑOS ´30. |
En el entusiasmo de la juventud acaso esa experiencia lo marcara, porque nunca luego llegó a practicarla seriamente y definitivamente se apartó de ella. “Pese a que llegué a ser candidato a diputado por el Partido Unitario —recordaba a propósito del tema—, la política nunca ocupó el centro de mi vida; los políticos, en su mayoría, siempre dicen una cosa y hacen otra, muchas veces desvirtúan la democracia para hacer demagogia en nombre de ella”.
Soldado boliviano herido
En 1932, al estallar la Guerra del Chaco, se alistó como “aspirante a camillero” en Asunción del Paraguay. Al terminar la contienda, ya era teniente primero médico y jefe del Hospital Naval. Pero en esa breve carrera había perdido a Aurora, su novia, víctima de la fiebre tifoidea.
Ese mismo año, exactamente un 9 de julio, cuando viajaba en tren a Salta y a Tucumán, a visitar a un hermano, un hecho cambió su vida. En el Paraje Guaycurú alguien pidió ayuda para una parturienta que agonizaba en el monte. Y allá fue entonces Maradona, el médico, en un sulky. Y en medio del monte ayudó a nacer a la niña Mercedes Almirón, que luego fue madre y abuela, y que hasta hoy lo recuerda.
Soldado boliviano herido.
|
Al día siguiente -10 de julio de 1935-, cuando el doctor iba a retomar el camino hacia Tucumán, una multitud de enfermos harapientos -aborígenes en su mayoría- le pidieron que los atendiera.
“Así viví muy sobriamente cincuenta y tres años en la selva – dijo poco antes de morir – hasta que el cuerpo me dijo basta. Un día me sentí morir y me empecé a despedir de los indios, con una mezcla de orgullo y felicidad, porque ya se vestían, se ponían zapatos, eran instruidos. Creo que no hice ninguna otra cosa más que cumplir con mi deber”
Fue postulado tres veces para el Premio Nobel y recibió decenas de premios nacionales e internacionales, entre los que se cuenta el Premio Estrella de la Medicina para la Paz, que le entregó la ONU en 1987. Sin embargo, no le importaban los honores. Había escrito su historia en el silencio, y la fama lo asaltó tiñendo su figura de ribetes legendarios y valores espirituales alejados de las sociedades de este tiempo, que paradójicamente lo admiraron por ello. Esa notoriedad le fue tan ajena como los homenajes o las retribuciones dinerarias: simplemente no alteraba su vida ni la aceptaba como algo merecido o que valiera la pena. En una carta dirigida a Eduardo Bernardi, al referirse a los premios, escribió: “Es todo humo que se disipa en el espacio”.
A través de la selva. |
El Dr. Maradona fue unos de los
primeros argentinos en redactar un "Vocabulario Toba-Pilagá" -pueblos con los
que convivía- con más de tres mil vocablos. Constató también el grado de
explotación al que eran sometidos los nativos, denunciándolo en su libro "A
través de la selva":
"Diez a veinte centavos por hachar
leña, siempre la más dura. Diez centavos por acarrear agua en barriles durante
tramos de seis cuadras. Un peso diario para que transporten todo tipo de cargas.
Y qué decir de los ingenios jujeños, salteños y tucumanos y de otros que
efectuaban los pagos con vales, con cosas deterioradas e inservibles, con coca,
con tabaco, con alcohol... Por lo mismo todo indio, al ser requerido para una
changa, sea quien fuere el solicitante, tiene como estereotipada la defensiva
frase que pronuncia en gerundio: ¿Cuánto pagando?"
Dijo un poeta:
Sea quichua, toba u ona,
La tribu no importa mucho;
La caridad llegó al indio
Por manos de Maradona.
Piognak, el Doctor Dios. |
El 4 de julio, día de su nacimiento ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural.
Murió en la ciudad de Rosario el 14 de enero de 1995 a los 99 años.
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MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA PUBLICACIÓN.
VUESTRA ENTRADA ESTÁ MÁS LINDA QUE LA MÍA.
ANEXO:
EL VIAJE DE
MARADONA
Autor: Daniel
Altamirano.
Dicen que viajaba a Salta
en el tren que llega a San Ramón de
Orán
el que viene de
Formosa
trayendo gente hasta
Pirané.
Iba sumido en sus pensamientos
el hombre joven, el doctor
aquel.
En Estanislao del Campo
sintió el llamado y bajó al
andén
Y bajó al andén,
sin saber por quién.
Ella alumbraba, ella solita
dolor de vida
alumbrándose.
El doctor con su pericia
tocó su vientre y nació un
bebé
Y nació un niño, un niño
hermoso
un niño indio y el tren se
fue.
Y el tren se fue, dejándole,
dejándole en el andén
Y el tren se fue,
dejándole
un Cristo solo en el
andén.
"El Aníbal me decía, mirá… mirá che
un par de libros, hojas de
yerba
un microscopio viejo, decime
che
¡pucha que rico en voluntad era este
hombre!
fijate vos, fijate che, con pocas
cosas
hizo tanto bien,
Y yo recordé a Filipa que allá en
Formosa
me decía él…Don Maradona un
santo
un Cristo nuestro, cantale
che
pa’ que los niños de nuestra
patria
sepan que hay hombres
nobles,
humildes, buenos ejemplos para
seguir…
Y yo me digo, creo que el
destino
sabe adónde, por qué y por
quién
se detiene el tren ".
Esto me contó Venancio
el Intendente de
Estanislao
y Los Menchos que
tocaban
chamamé maceta y vea
usted.
Y el tren se fue, dejándole
un Cristo solo en el andén.
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