Los poemas de Enrique Angelelli.
A La Rioja querendona
poema de Enrique Angelelli.
En cada chaya escondes tu dolor hecho harina y albahaca...
los del puerto te han amordazado para que no grites...
ya tus tientos se cortan y caen tus machetes;
solo te quedan ranchos tristes...
y tierra caliente.
Los de afuera, Chango, te han robao' las vacas;
tu Tata ha quedao' solo... y la Mama un recuerdo;
el Estargidio se fue lejos, a juntar petróleo
allá en Comodoro... rumiando nostalgias.
Y a la Rita la llevó el patrón para que lo comediera,
dicen que en Buenos Aires donde todo es mentira;
tiene que hacer de todo, aunque no lo pueda,
total es riojana, lo mismo que... ¡nada!
Pero el sol está sangrando
allá en Los Mogotes,
y en La Cueva de adentro se oyen galopes;
se acercan pasos por los caminos llaneros
y El Chacho amanece con sus montoneros.
Y por La Quebrada
que le dicen de Chusquis
unos lloros del cerro se gritan contentos;
hay olor a racimos y a vino nuevo,
y Don Aurelio ya calienta la pava en el fuego.
¿Por qué no quieren que diga lo que siento...
es que es mentira hablar del silencio...
no escuchan el grito de los de tierra adentro?
Somos, nosotros, porteños...
es fiero ¡si vieran lo que yo siento!
Quebradas y llanos... cansados y sedientos...
el alero del rancho se lo llevó el viento,
dicen que anoche silbando el silencio...
¿No escuchan el grito de los de tierra adentro?
Martirio de Mons. Angelelli.
1976: En febrero
fueron detenidos en Mendoza el Vicario General de la diócesis riojana, Mons.
Esteban Inestal junto a dos dirigentes del movimiento rural. Luego del golpe de
estado del 24 de marzo se intensificó el control y seguimiento a los miembros
de la Iglesia, en el marco de la represión desatada por la dictadura militar.
Mons. Angelelli levantó su voz para denunciar las violaciones a los derechos
humanos e hizo conocer al Episcopado la persecución de era objeto la iglesia en
La Rioja. También hizo gestiones ante las autoridades militares, incluyendo al
Comandante del III Cuerpo de Ejército, Luciano B. Menéndez. "El que se
tiene que cuidar es Ud.", amenazó el militar. Ante la inseguridad el
Obispo de La Rioja aconsejó a muchos sacerdotes, religiosas y laicos abandonar
la diócesis para protegerlos, pero no aceptó la invitación de obispos
latinoamericanos para un encuentro en Quito, Ecuador. "Tengo miedo, pero
no se puede esconder el Evangelio debajo de la cama", confesó a sus
familiares que vislumbraban el trágico final.
La represión se agudizó. Fueron detenidos el P. Eduardo
Ruiz, del Olta y el P. Gervasio Mecca, de Aimogasta. El 18 de julio fueron
secuestrados, torturados y asesinados los padres Gabriel Longueville y Carlos
Murias, de Chamical. Pocos días después, el 26 de julio, ametrallaron en la
puerta de su casa al laico campesino Wenceslao Pedernera, en Sañogasta. Y
cuando el 4 de agosto, Mons. Angelelli, junto al P. Arturo Pinto, retornaba a
la capital riojana, luego del novenario a los sacerdotes asesinados de
Chamical, a la altura de Punta de Los Llanos, su camioneta fue obstruida por un
peugeot 404, lo que le provocó el vuelco. El cuerpo del Obispo fue sacado y su
nuca golpeada contra el asfalto, quedando su corpulenta figura extendida con
los brazos abiertos sobre la ruta.
Aunque se intentó ocultar el crimen como "accidente
automovilístico" y la causa judicial iniciada fue enseguida archivada, en
1983, con el retorno de la democracia, se reabrió y en 1986 el Juez Aldo F.
Morales dictaminó que la muerte de Mons. Angelelli fue un "homicidio
fríamente premeditado", debiéndose identificar a los autores. En 1989, los
altos jerarcas de las Fuerzas Armadas implicados en el crimen fueron
beneficiados por las leyes de obediencia debida y punto final que consagraron
la impunidad en las violaciones a los derechos humanos.
A pesar de no haber sido canonizado oficialmente por la
Iglesia, no hay dudas ni de su martirio, ni de su vida entera entregada por la
causa de Jesucristo: anunciar desde los pobres el Evangelio de la Vida, para
construir juntos el Reino de Dios.
FALLECE UNO DE LOS IMPUTADOS DEL ASESINATO DEL OBISPO
ENRIQUE ANGELELLI.
Buenos Aires, 15 sep (EFE).- El expolicía Juan Carlos
Romero, uno de los tres imputados por el asesinato del obispo Enrique Angelelli
durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), falleció el viernes
pasado, informó hoy la prensa local.
El excomisario Romero murió en su casa de la norteña
provincia argentina de La Rioja, donde cumplía arresto domiciliario, a la
espera de que comenzara el juicio contra él y otros dos implicados, y que
estaba previsto para noviembre próximo, informó hoy la agencia oficial
argentina Télam.
La muerte de Romero deja como únicos imputados por el
asesinato de Angelelli al exgeneral Luciano Benjamin Menéndez y al
exvicecomodoro (ex teniente coronel) Luis Fernando Estrella, que afrontan
cargos por presunto homicidio calificado y asociación ilícita agravada.
En el marco de esta causa, la justicia ordenó en 2011 la
detención del expresidente de facto Jorge Rafael Videla, fallecido en mayo
pasado, y del exministro del Interior Albano Harguindeguy, quien murió en
octubre de 2012.
Además del crimen de Angelelli, Menéndez y Estrella serán
juzgados en el mismo proceso oral que se iniciará en noviembre próximo en La
Rioja por intento de homicidio contra Arturo Aído Pinto, colaborador del
prelado.
Angelelli, que formó parte de un grupo de obispos que
denunció las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura
argentina, murió en 1976 al volcar la camioneta que conducía por una carretera
de La Rioja, a 1.150 kilómetros al noroeste de Buenos Aires.
En el momento de su muerte, el obispo, que tenía 53 años,
llevaba consigo un informe con las pesquisas que había realizado sobre el
asesinato de dos sacerdotes y un laico a manos de militares.
El régimen militar atribuyó la muerte de Angelelli a un
accidente automovilístico cerca de la localidad riojana de Punta de los Llanos.
El obispo y su colaborador regresaban hacia la capital
provincial tras una misa en la localidad de Chamical en recuerdo a los
sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, asesinados por la
dictadura en julio de 1976.
Pinto declaró ante la Justicia que el vuelco del automóvil
que conducía Angelelli fue provocado por otro vehículo que les persiguió y
encerró y que, después del percance, tras recuperar la conciencia, vio el
cuerpo de Angelelli fuera del vehículo con signos de lesiones en la nuca.
La necropsia confirmó que el prelado falleció de un golpe
con un elemento contundente en el hueso occipital y que sufrió además la
fractura de varias costillas, entre otras lesiones.
En 2006, la Justicia reabrió la investigación por la muerte
del obispo para procesar a los responsables del crimen.
Durante la etapa de instrucción de la causa, la Justicia
estableció que Angelelli fue asesinado porque estaba tras las pistas de los
homicidios de Murias y Longueville, crímenes por los que en diciembre de 2012
fueron condenados a prisión perpetua Menéndez, Estrella y el policía Domingo
Benito.
Fotos internet.
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