Paso a considerar ahora el problema de la educación sexual, ámbito en el cual desde hace por lo menos una década campean el constructivismo gnoseológico y la ideología de género, una situación que se ha ido agravando progresivamente por las presiones totalitarias del Estado.
Se ha divulgado muchas veces que la Iglesia está en contra de la educación sexual. Es esta una afirmación calumniosa e interesada. Lo que no podemos aceptar, obviamente, es que un aspecto fundamental de la formación de la personalidad se reduzca a transmitir información parcializada, y a instruir sobre el cuidado que consiste en el uso de anticonceptivos y preservativos, para animar a los adolescentes a fornicar alegremente. Se la llama Educación Sexual Integral (ESI), pero con mayor exactitud debería llamarse Perversión Sexual Integral (PSI).
En la Provincia de Buenos Aires, la ley 14.744, sancionada hace casi una década, fue agravada por disposiciones ulteriores. Los ministros de Educación y los legisladores ignoran la Constitución provincial, vigente desde 1994, que en su artículo 199 prescribe: "Los escolares bonaerenses deberán recibir una educación integral, de sentido trascendente y según los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia''.
Si ha de tratarse de verdadera educación, y si esa temática debe extenderse transversalmente a varias materias del currículo, tiene que fundamentarse en una concepción integral de la persona humana, su dimensión ética y las finalidades esenciales de la función sexual. Lamentablemente, también en esta área se desliza el constructivismo: la sexualidad suele ser presentada como una construcción histórica y sociocultural, según la ideología de género, con desprecio de la unidad viviente que es el ser humano, varón o mujer, unidad en la que se verifica una continuidad entre la esfera biológica, la dimensión psicológica y la espiritual.
Ni amor, ni responsabilidad, ni matrimonio, ni familia como proyecto de vida. No se puede aceptar, asimismo, que el Estado se arrogue la potestad de entrometerse en un ámbito tan íntimo de la formación personal sin la participación de los padres de los alumnos.
Pienso singularmente y con viva preocupación, en los niños y adolescentes que frecuentan las escuelas de gestión estatal, muchísimos de ellos bautizados, de cuya suerte los pastores de la Iglesia no pueden desentenderse. Todo se complica a causa del desbarajuste de la realidad familiar, las frecuentes separaciones y divorcios, que dejan un tendal de huérfanos de padres vivos. Añádanse los efectos culturales del matrimonio igualitario, la adopción de niños por parejas del mismo sexo, y la fabricación de hijos mediante la donación o compra de gametos y el alquiler de vientres.
* Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro. Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino.
Publicado en Diario "La Prensa", 23 de Septiembre del 2020.
http://www.laprensa.com.ar/494011-La-ideologia-de-genero-IV-Parte.note.aspx
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