La tradición cristiana ha desarrollado los principios de las diferencias biológicas, psicológicas y espirituales entre varones y mujeres a lo largo de los siglos, encarnándolos en la cultura de las distintas épocas, en situaciones muchas veces azarosas.
Juan Pablo II ha ofrecido a la Iglesia y al mundo contemporáneo un amplio magisterio sobre el amor esponsal y la sexualidad humana, y abordó el desafío de los feminismos en su encíclica Mulieris dignitatem.
ULTIMA ETAPA
La abolición del hombre, sobre la que escribió bellamente Clive Staples Lewis, se cumple en la ideología de género. Bojorge habla de "abolición demoníaca'', y con toda razón. Hay mucho de misterioso en el proceso moderno de desacralización del varón y la mujer, del sexo, la familia y la sociedad.
Desacralización equivale a deshumanización. Detrás de esos conatos, inspirándolos, se encuentra aquel que es "homicida desde el principio'' (anthropoktónos, asesino del hombre), "mentiroso (pséustes) y padre de la mentira'' (Jn 8, 44), como lo llama Jesús.
Joseph Ratzinger -Benedicto XVI- escribió en su libro La sal de la tierra: "La pretendida revolución contra las formas históricas de la sexualidad culmina en una revolución contra los presupuestos biológicos. Ya no admite que la naturaleza tenga algo que decir, es mejor que el hombre pueda modelarse a su gusto, tiene que liberarse de cualquier presupuesto de su ser: el ser humano tiene que hacerse a sí mismo según lo que él quiera, solo de ese modo será libre y liberado. Todo esto, en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los límites que lleva consigo como ser biológico: se opone, en último extremo, a ser criatura. El ser humano tiene que ser su propio creador, versión moderna de aquel seréis como dioses: tiene que ser como Dios''.
El pontífice señala también que la ideología de género es "la última rebelión de la criatura contra el Creador'', y tiene una consecuencia inmediata en el orden cultural y de la organización social: al repudio de la dualidad natural varon-mujer se sigue la negación de la realidad natural de la familia, que no es una invención cultural de la evolución histórica, sino un dato originario, obra de la creación de Dios.
La cultura que se va imponiendo globalmente y que cuenta con medios poderosos para su difusión, intenta la destrucción de la familia especialmente promoviendo la homosexualidad, y suscitando la curiosidad de los jóvenes de probar nuevas experiencias en un contexto de revolución sexual.
Es una nueva versión de la vida pagana que reprochaba ya el Apóstol Pablo como pasiones ignominiosas (páth' atimías), inversión del uso natural (ten physiken jresin), en el contrario a la naturaleza (parà phýsin), obrando torpezas varones con varones (ársenes en ársesin), Rom 1, 26s; igualmente señalaba entre otros desvíos el de los afeminados (malakói) y pervertidos (arsenokôitai, literalmente: "varones que tienen coito con varones''), 1 Cor 6, 9.
Recurro, para actualizar estos juicios, a una autoridad insospechable, Sigmund Freud, quien en en Introducción al psicoanálisis califica de perversiones e impudicias, entre otras conductas, a la sodomía y el onanismo, porque frustran la finalidad principal de la actuación sexual, la comunicación de la vida. La estrategia a nivel mundial incluye inocultables designios políticos, la imposición imperialista del reino de la sinrazón, de los cuales los dirigentes de las naciones se hacen cómplices por interés, ignorancia, negligencia o malicia.
En la Argentina, el presidente anterior, hablando ante un grupo de mujeres del G20, proclamó que en nuestro país "rige transversalmente la ideología de género" (él dijo "perspectiva''), y se jactó de haber sucitado el debate para una legalización plena del aborto. Transversalmente: en todo el territorio, en todas las actividades. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, declarada gay friendly, marcha a la cabeza en la promoción de la homosexualidad por la decisión de su gobierno.
El Estado argentino se caracteriza desde hace décadas, y con gobiernos de diverso signo partidario, por una inclinación al autoritarismo, aun en contra de los derechos y garantías tutelados por la Constitución Nacional. Con el gobierno actual, la inclinación al autoritarismo se ha agravado como pretensión totalitaria; la consigna es "¡Vamos por todo!'' (Continúa).
* El autor es Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro. Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino.
Publicado en Diario "La Prensa", 8 de Septiembre del 2020.
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