El relato parece sacado de un cuento de Fontanarrosa. "He visto a personas abrirse paso entre enjambres de espectadores apretados a razón de 5 o 6 en un metro cuadrado para ir a buscarse un Paty. Nada tiene mejor sabor que un choripán calentito antes de ingresar a un partido". Quien siga leyendo encontrará una oda al "olor de esos choris que solo puede ser despreciado por algún que otro vegano circunstante". El autor lo deslumbrará con el recuerdo del "café-café", las cervezas, el Namur, la "garra" cocinada en bateas de bronce. Y aquella "tremenda indigestión" que sufrió a los seis años en el Gasómetro al degustar unas empanadas marca "Ta-Li-Ta".
Pero no es literatura. Son palabras con fuerza de ley, que forman parte del fallo con el que el juez en lo laboral Alejandro Aníbal Segura condenó a Racing Club y a una empresa de alimentación a pagarle una indemnización a dos empleados que vendían comida como "bandejeros" en las tribunas del Cilindro de Avellaneda.
La sentencia desglosa a lo largo de 28 páginas las pasiones del juez por el fútbol y su fanatismo por San Lorenzo, sin evitar cargadas a la institución denunciada a la que menciona como "Ra sin Club Asociación Civil", teoriza contra el "neoliberalismo" del gobierno de Mauricio Macri, coquetea con el lenguaje inclusivo (en defensa de "lxs más desventajadxs") y se vanagloria de explicar su argumento "para que lo entienda un niño de ocho años".
Con un largo flashback a su juventud ("A fines de la década del 70, cuando viajaba al centro para mi trabajo en Tribunales y a la Facultad en el Sarmiento, subía siempre en la Estación Ramos Mejía un vendedor de diarios que usaba una gorra de guarda. ¡Vaya a saber uno cómo la había obtenido! Lo veíamos a la ida y de vuelta. ¿Tenía por eso derecho a sentirse ferroviario?"), el juez concluye que los demandantes no eran empleados de Racing Club.
Sin embargo, hace corresponsable solidaria a la institución de Avellaneda porque considera que no puede desconocer lo que ocurre en su estadio. Lo dice con otras palabras: "Los que vamos a la cancha sabemos que entrar a un estadio se ha puesto más difícil que subir a un avión con cara de árabe y que existen cámaras de seguridad en todos los estadios de fútbol, lo que permite descubrir con sencillez cualquier cosa que uno se proponga desde la central de monitoreo".
Segura por momentos escribe con estilo de WhatsApp. "En más de una ocasión he renegado de la academia (no de Racing jajaja, sino del impostado mundo de la dogmática jurídica laboral)", señala. Y por eso promete hablar "en lenguaje llano para que nadie se haga el distraído".
Entonces, puntualiza: "El que dice que la venta de un pancho o una coca no es la actividad principal de un Club de fútbol es porque nunca fue a la cancha". Deja en claro su amor por el olor del choripán ("y la cerveza fría, lo confieso"). "En la Platea Norte del Nuevo Gasómetro, mi segundo hogar, hay una mesa de aderezos para acompañar las hamburguesas. En la Sur abrieron un snack con mesas y con vista al field. El olor de esos choris solo puede ser despreciado por algún que otro vegano circunstante. El espectáculo del fútbol, esa maravilla que tenemos una buena parte de los argentinos (el fútbol es la cosa más importante de las cosas sin importancia), está ligado a ese momento del café-café, Sorocabana café, el Namur o la "garra" cocinada en bateas de bronce".
A los hinchas de Racing les dedica algún comentario amigable, cuando rememora "lo que Sergio Renán llamaba tardes esquivas: los terribles 35 años que soportó estoica su maravillosa afición", sin ganar títulos. A otros clubes les muestra menos cariño: habla de "RiBer Plate" y de "un club de Parque Patricios, conocido por ser vástago de San Lorenzo de Almagro".
Antes de la parte resolutiva, Segura termina con una suerte de tesis política de resistencia al neoliberalismo. "Estoy completamente convencido que el neoliberalismo agrede directamente a los derechos de lxs trabajadorxs y que ello, tan visible en nuestro País en las experiencias habidas en los períodos 1975/1983, 1989/2001 y 2015/2019, posee una evidencia que por su robustez esteriliza cualquier atribución de tinte político-agonal a este parecer".
Por eso, reivindica su actuación durante los años del macrismo en favor de quienes peticionan ante su juzgado. "En este último eon neoliberal me tocó actuar desde la magistratura, en una sociedad -en clave de darwinismo social-, se puso como tabula rasa a la 'meritocracia' que propugna como ideología 'al otro o la otra como obstáculo'. En ese caos social, solo cabía tutelar los derechos de los desaventajados, por sobre los de aquellos que impusieron reglas de juego que no hicieron sino profundizar la desigualdad social".
Cierra no sin antes describir el escenario de "inflación, desocupación, recesión, endeudamiento externo insustentable" que implicó el período macrista. "Claves propias de la peor y más dañina versión del ethos neoliberal".
Con ese énfasis, decidió condenar a la empresa Magary SA y a Racing Club a pagarles una indemnización a los demandantes Ramón Cardozo y Domingo Vallejos de $71.332,81, más intereses.
La defensa del juez
Consultado por LA NACION, el juez dijo que no haría declaraciones sobre su fallo, pero lo defendió como "una sentencia jurídicamente muy sólida".
"Elogio a la hinchada de Racing (puse maravillosa afición), morigero significativamente una condena que pudo haber sido muy importante (casi 50 años de trabajo en negro) -afirmó Segura-. Está claro para el que lee el fallo que además de estar imbuido en el folclore del fútbol, hay un elogio a la hinchada de Racing y el resto de las alusiones son pintorescas. Tuvieron el efecto de demostrar que el sentenciante es un hombre común, de la calle y que vive la realidad en la que le toca decidir".
La apelación de Racing
Racing apeló el fallo. Alegó la "absoluta parcialidad manifiesta" del juez "por la evidente rivalidad futbolística que aparece a lo largo de la sentencia" y pidió que la Cámara de Apelaciones revoque lo decidido por Segura.
La forma de expresarse del magistrado -dijo el abogado de Racing- "es propia de los hinchas más radicalizados del fútbol". Además de una falta de respeto, sus palabras son "una clara incitación a la violencia", afirmó el abogado.
"Se refiere a mi mandante como 'Ra Sin Club' y habla de otros 'rivales' como Riber, indesigente (refiriéndose a Independiente) y un club... de Parque Patricios en referencia, claramente, a Huracán. Estas formas de referirse a clubes de fútbol no hacen más que evidenciar la parcialidad en general que denota la sentencia, que falla por experiencias vividas por el magistrado, añoranzas de su infancia, por apreciaciones subjetivas y no por las reales constancias de autos", sostuvo el abogado de Racing en su apelación.
Publicado en Diario "La Nación", 4 de Septiembre del 2020.-
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