Alberto Benegas Lynch (h) y Javier Milei, cuando Eseade le concedió un doctorado Honoris Causa, en diciembre de 2022. |
Alberto Benegas Lynch (h.) aparece en Zoom en el momento convenido. Transcurrieron apenas unas horas del triunfo de Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza (LLA) que enarbola las banderas de este intelectual y académico, referente del liberalismo económico argentino y promotor de las ideas de la Escuela Austríaca.
Benegas Lynch, a quien Milei considera “un prócer”, tiene 83 años y es el autor de algunas de las frases que el presidente electo ha repetido como un mantra en cada entrevista, en cada acto, en cada intervención pública, a veces vociferando: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa de la vida, la libertad y la propiedad”.
“Después de tantas décadas de lucha en la batalla cultural, Milei es técnicamente un orgasmo intelectual”, dijo Benegas Lynch en la Feria del Libro, en el cierre de campaña de LLA en el Movistar Arena y ahora lo repite en diálogo con LA NACION. Es que Milei encarnó una prédica libertaria, antes marginal y limitada a algunas cátedras, instituciones o fundaciones, y la amplificó hasta convertirla en el proyecto político que lo catapultó a la Casa Rosada.
Benegas Lynch se muestra algo más cauto y contenido que en intervenciones anteriores. Es consciente de que cada palabra que diga puede afectar o comprometer al gobierno que se está gestando por estas horas.
La imagen en Zoom de Benegas Lynch, sentado frente a su biblioteca, contrasta con su última aparición pública en el cierre de campaña de LLA en el que se lo veía exultante frente a una multitud eufórica. Un paisaje absolutamente diferente al de los claustros universitarios, las conferencias y los ateneos que suele frecuentar. Fue en ese cierre de campaña en donde dijo, a título personal, que había que suspender las relaciones con el Vaticano. “Prefiero no hablar de eso”, dice, enfático.
Con el correr de los meses, Milei, que había definido al Papa como representante “del maligno en la Tierra”, morigeró su postura y le hizo llegar una carta de disculpas. Ese gesto se tradujo, horas pasadas, en una llamada telefónica del Sumo Pontífice al presidente electo para felicitarlo por la victoria en el balotaje. Benegas Lynch también fue una pieza clave en el acercamiento entre Milei y Mauricio Macri.
“Ahora viene la tarea de poner manos a la obra y es muy difícil. No solo por la situación económica sino por la actitud de muchos de los opositores. Hace 80 años por lo menos que no escuchábamos los temas que levantó Milei, desde el punto de vista moral, ambiental, institucional, fiscal, monetario, de comercio exterior, laboral”, sostiene. Aunque tiene algunas diferencias con Milei, las minimiza. “Son detalles”, dirá si expandirse, “porque los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único”.
En lo que sí coincide con Milei es en liquidar el Banco Central lo antes posible. Y espera que su amigo, Emilio Ocampo, al que el presidente electo prevé designar en esa institución, sea “el funcionario con menos permanencia en la historia de Occidente”.
Doctor en Economía (UCA), miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, autor de decenas de libros y fundador de Eseade, una institución universitaria creada en 1978 y de la que fue rector, Benegas Lynch participa en distintos foros e instituciones liberales nacionales y extranjeras. Su hijo Bertie es uno de los diputados de La Libertad Avanza que asumirán el 10 de diciembre.
-¿Por qué cree que ganó Milei?
-Ganó gracias a Massa, Cristina y Alberto Fernández. Por una parte, los desastres que hicieron facilitaron una contracorriente o una reacción en dirección distinta. Por otra parte, ha tenido un rol muy grande -no exclusivamente, pero sí muy grande- la gente joven. Yo me acuerdo que antes del Covid tuve un mano a mano en la Universidad de Belgrano con Javier Milei. El aula magna era para 1200 personas. Hubo que habilitar tres aulas paralelas con pantalla. Yo he vivido muy de cerca, y le tengo gran admiración a Álvaro Alsogaray, pero el fenómeno de la Ucedé ni remotamente se aparece como este fenómeno que indaga, explora, profundiza con un grado mucho más intenso las ideas desde el punto de vista filosófico, económico, jurídico. Como ha dicho varias veces Javier, la gente joven tiende a estar en contra del statu quo. El statu quo últimamente era el estatismo y el socialismo; y la gente se ha rebelado contra eso, a pesar de mucho adoctrinamiento disfrazado de educación.
-Aunque el papel de los jóvenes tiene peso, el voto ha sido transversal a varias generaciones. ¿Cree que tuvo que ver la sensación de horizonte clausurado por las recurrentes crisis económicas? ¿El largo encierro de la pandemia pudo haber ayudado?
-Sí, yo creo que, en alguna medida, se ha comprendido que el aparato estatal es para proteger el derecho de la gente y, sin embargo, se ve que los jóvenes y sus padres están asfixiados, aplastados, perseguidos por una maraña fiscal. La gente normal no entiende cuánto tiene que pagar y tiene que caer en los que se han dado en llamar “expertos fiscales”. Si hubiera un sistema simplificado fiscal y razonable, esos expertos fiscales podrían dedicarse a actividades útiles. Sin embargo, se crea una maraña fenomenal, una legislación laboral que está en contra del trabajo, asociado en el terreno internacional con gobiernos criminales, con una inflación monstruosa e índices de pobreza que son alarmantes. Esto no es una cosa novedosa, viene de décadas y décadas. Entonces han votado por algo nuevo.
-Con eso nuevo que llega, ¿llega el ajuste feroz?
-No hay que hacer mucha semántica, pero yo objeto la palabra “ajuste” porque el ajuste es lo que tenemos ahora. Lo que va a venir es un desajuste, es decir, inflar, ordenar los bolsillos de la gente y no ajustar. Lo mismo cuando se habla de shock. Yo creo que bastante shock tiene la gente desde que amanece hasta que se acuesta para cargar un shock más. No es un shock: son medidas de fondo para revertir esta situación y para que la gente pueda vivir mejor. Sé que el tránsito es difícil. Todo tiene un costo. Uno de mis libros se llama “Nada es gratis”. Así que tiene un costo revertir esto, pero espero que se haga con éxito. No sin dificultades, pero con suficiente éxito.
-LLA tiene híper minorías en las cámaras, no tiene gobernadores, parece tener pocos equipos. ¿Está comprometida la gobernabilidad?
-Es una rareza: algunos personajes lo critican a Milei porque no acuerda y lo critican cuando acuerda, así que no hay salida. Ahora, yo recuerdo siempre de José Manuel Estrada, a principios del siglo XX, en un libro que se llama “La política liberal bajo la tiranía rosista”, donde decía: “Alberdi le achacaba ser extremista, no tener equipos y no tener programa”. Es exactamente lo que le están diciendo a Milei. Ahora, cuando se habla del tema de la gobernabilidad y cómo se hace en el Senado y la Cámara de Diputados, bueno, Milei es alguien que la viene luchando y viene diciendo cosas que en realidad ya aplicamos en la Argentina: fuimos la admiración del mundo desde la Constitución del 53 hasta el golpe fascista del 30 y mucho peor a partir del 43. Y todavía estamos a los tumbos. Contemporáneamente, algunos países lo han aplicado, como el caso de Irlanda, que era uno de los países más pobres de Europa y ahora tiene un indicador del producto bruto superior a Estados Unidos. De manera que se puede hacer, se ha hecho en el caso de la Argentina, pero se dice: “Bueno, usted no va a poder gobernar”. Bueno, ¿Qué quiere que haga? Yo estoy dando mis ideas, creo que son las que van a ayudar a Argentina. Si todo el mundo se empaca y no lo quieren hacer, mala suerte. Deberíamos usar una expresión un poquito grosera y decir: “Jódanse”.
-Para poder gobernar va a tener que acordar con la “casta” y claudicar de ese discurso inicial que fue eje de su campaña.
-No va a ser con la “casta” en el sentido de la definición de Javier de “políticos chorros y que buscan privilegios”. Lo que ha dicho en su primer discurso después de las elecciones es que todos -subrayo, pongo en negrita y en mayúscula- todos los que suscriban la idea de la libertad van a ser recibidos con los brazos abiertos. Con quienes no acepten ceder privilegios, prebendas, curros y echar mano a donde no corresponde, no se va a poder acordar. ¿Cómo va a ser el tema de las mayorías y las minorías? No sé, creo que está por verse.
-Milei suele repetir una definición suya: “El liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida del otro”. Pero usted agrega otra cosa, “la prueba o el test no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida”. Se lo pregunto porque han circulado discursos de odio e intolerantes en esta campaña, muy alejados del respeto a la diversidad y el pluralismo.
-Yo creo que sí, que tenés razón, que en todos lados hay esto, también el LLA. La palabra tolerancia tiene cierto tufillo inquisitorial: estás parado en la loma y perdonás y tolerás. Por eso me gusta más la palabra respeto. Los derechos no se toleran, se respetan. Pero sí estoy de acuerdo con vos en que hay en todos los grupos manifestaciones que a veces es vehemencia y énfasis, pero que hay que tener cuidado de no cruzar una línea muy delicada, muy fina, muy sensible, que hay que cuidarla para que cada uno pueda expresarse como le da la gana. Hay una frase que yo he citado bastante, de los marxistas, del grafitti en el mayo francés del 68 que me parece extraordinaria y dice: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Eso es precisamente lo que define a las izquierdas: la perseverancia y machacar, y de tanto machacar, marcan las agendas. Sin embargo, muchos liberales o muchos que dicen defender la libertad son timoratos: “No, eso no se puede decir, no es el momento, esto no se dice, esto es políticamente incorrecto”. Y así corren el eje del debate.
-Bueno, en ese sentido Milei parece haber ganado una batalla cultural: ha instalado otra agenda y otros ejes de discusión.
-Exacto. Incluso ha cambiado “la parla” de muchos políticos: si vos observás los archivos siempre indiscretos muchos pensaban una cosa completamente distinta. Y hoy están diciendo que hay que bajar impuestos, que hay que reducir el gasto público. Eso es un gran mérito haber corrido el eje del debate. Y ahora muchos lo están diciendo porque les movieron el eje.
-¿Cómo describiría el liderazgo de Milei? ¿Cómo lo caracterizaría?
-La palabra líder a mí me disgusta enormemente. Cuando se habla de liderazgo en administración de negocios yo me opongo siempre porque me parece que cada uno tiene que ser líder de sí mismo. Son referentes. Ni siquiera dirigentes. La palabra “líder” me remite al Führer y al Duce. Hay una frase que también cita Milei: “No he venido a guiar corderos sino a despertar leones”. Eso define muy bien la cuestión. Es como si dijera: no he venido a manejar las vidas y las haciendas de ustedes sino a devolverles libertad para que ustedes manejen sus vidas y sus haciendas como les dé la gana, siempre y cuando no lesionen derechos del vecino.
-Algunos dicen que Milei es también síntoma de una sociedad agotada, hastiada, frustrada, empobrecida, rota. ¿Coincide?
-No está mal eso. Javier es un referente y que ese referente se implantó en un momento de enorme frustración. Creo que son conciliables las dos cosas.
-¿Cuáles son sus discrepancias con el presidente electo?
-En algunos detalles que no vale la pena mencionar no coincidimos ya que los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único.
-¿Qué dificultades y obstáculos imagina durante la presidencia de Milei?
-Bueno, yo creo que va a haber dos obstáculos fundamentales. Uno, la situación económica, que es calamitosa. Entonces, remontar eso ya va a tener muchísimas complicaciones. Ahora, si a eso se agrega movimientos sindicales agresivos, oposiciones destructivas, combativas, militantes -que es otra palabra que a mí me afecta porque militar viene de obediencia debida y verticalismo, por eso cuando alguien dice que está “militando en las filas liberales” me parece una contradicción en los términos- creo que es un escenario complicado. Esos son los dos obstáculos centrales.
-El liberalismo argentino suele estar asociado a un liberalismo económico y no político, y a los apoyos a los golpes de Estado en la Argentina.
-Yo te cuento mi experiencia personal: frente a la catástrofe espantosa y el incendio de la Argentina, con la cuestión peronista en sus tres etapas - las corrupciones de Gelbard, los tiroteos de la Triple A y todo lo demás- suscribí el golpe contra Perón. Al igual que mucha gente -y esto no les gusta a las izquierdas- suscribió el golpe de (Fidel) Castro contra Batista en Cuba. La cosa salió pésima y convirtieron a Cuba en una cárcel, pero esa es otra cuestión. Si nosotros estuviéramos en contra de todos los golpes tendríamos que volver para atrás y abdicar de nuestra independencia de España o que Estados Unidos haya abdicado de la revolución contra Jorge III, de manera que eso es una idiotez. Ahora, también me doy cuenta que es una idiotez el pensar frente a la angustia de gobiernos totalitarios que los militares, por el hecho de tener un uniforme, vayan a ser distintos en cuanto a las ideas.
-¿Qué significa eso?
-Mi experiencia personal en el golpe del 76 fue concentrarme -y eso se ve en los archivos de televisión con Neustadt o con Grondona, o en los medios como Ámbito Financiero, La Prensa, LA NACION, El Cronista- en poner mi foco en criticarlo a Martínez de Hoz, a mi querido amigo Alejandro Estrada, a Alberto Grimoldi, a toda la cuestión económica que me desesperaba. Y daba por sentado, y se puede decir que yo era de una ingenuidad colosal, que los militares iban a hacer su tarea como corresponde, con las limitaciones del caso, los juicios, las defensas, etcétera. Cuando un señor Scilingo, en el programa de Grondona, contó que era el piloto de gente que tiraba a prisioneros al mar, fui al baño a vomitar. Me sentí pésimo. Y a partir de ahí escribí muchísimo, fue un espanto toda esta cuestión. Esa es mi experiencia con el tema de las botas. Si bien es cierto en la tradición liberal desde John Locke está el derecho a la resistencia, no se justifica que algunos porque tengan charreteras van a ser los salvadores y van a pensar de distinta manera. Yo diría que, de todos los golpes, muchísimos que ha habido en Argentina, ha habido uno solo que fue muy exitoso.
-¿Cuál?
-El de Urquiza contra Rosas. Gracias a que se levantó Urquiza contra la tiranía rosista tuvimos la Constitución el 53 y fuimos el aplauso del mundo durante muchísimo tiempo. Todos los demás golpes, diría yo, incluso el de la independencia, fue un golpe fallido, porque como dice Alberdi, dejamos de ser colonos de España para ser colonos de nuestros propios gobiernos. Recién el 1° de mayo del 53, cuando se juró la Constitución, fue la verdadera independencia.
-Alberdi decía: “La libertad consiste en el gobierno de sí mismo, no ser gobernado por el extranjero. Ser independiente, no ser gobernado por una entidad cualquiera”. Se oponía al sometimiento extranjero. ¿Cómo se compatibiliza eso con la dolarización, el cierre del Banco Central y su reemplazo, de alguna manera, por la Reserva Federal? ¿No es una forma de abandonar la soberanía monetaria?
-Hablar de la soberanía monetaria es lo mismo que hablar de la soberanía de las batatas. En realidad, el cuento de la soberanía es como el cuento del lobo feroz: es para comernos mejor, es para engañarnos y estafarnos, porque los economistas llamamos elegantemente inflación a lo que en realidad se llama una estafa monumental, especialmente a los más necesitados. Otro premio en Economía, Hayek, ha dicho: “Hemos demorado 200 años en darnos cuenta del horror y el error de atar la religión al poder político. No esperemos otros 200 años en darnos cuenta del horror y el error de atar la moneda a la llamada autoridad monetaria. Los banqueros centrales, por más que sean los más competentes y honestos, solo pueden hacer una de tres cosas: emitir, contraer o dejar igual la masa monetaria. Cualquiera de las tres cosas que haga va a estar alterando los precios relativos. Ahora, a veces se ha dicho ingenuamente, “Pero, ¿qué tal si tenemos un Banco Central independiente?”. ¿Independiente de qué? “Bueno, independiente del Poder Ejecutivo, de la Presidencia, del secretario del Tesoro, del ministro de Economía, del parlamento”. Como han dicho varios Nobel de Economía, se va a equivocar independientemente. Mientras tenga la facultad de Banco Central, va a emitir, contraer o dejar igual la masa monetaria.
-Entonces coincide con Milei en que hay que cerrar el Banco Central.
-Sí, abolir la banca central es una de las grandes propuestas de Milei y de mi amigo Emilio Ocampo. Y tenemos la esperanza de que Ocampo sea el funcionario con menos permanencia en la historia de occidente, porque la idea es liquidar el Banco Central lo antes posible. Lamentablemente hay muchos que están con el librito antiguo, insisten con la cuestión del Banco Central, pero es como la cuestión del lobo feroz: para comerte mejor. Y esa es una de las cosas que Alberdi insistía con respecto a todos los bancos estatales: “La mejor forma de reformarlos es suprimirlos”.
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