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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, agosto 27, 2024

Había una vez…un país que reía. Por Franco Ricoveri.

Había una vez…un país que reía. 

Por Franco Ricoveri.


-Había una vez un país que reía sanamente y riéndose (riyéndose me gustaría poder decir), se alegraba, se conocía, se quería. Pero para reírse sanamente hace falta inteligencia y eso no viene “en abstracto” ni se compra; viene encarnada en personajes que Dios regala al mundo de vez en cuando. Uno de ellos, y de los grandes, se llama Luis (en realidad Luiggi) y probablemente sea uno de los argentinos más queridos. Nos hizo viajar, conocer a nuestra gente partiendo de lo más elemental: su forma de hablar. Y no para “reírse de ellos”, sino para reírnos juntos. Porque él era “de ellos”. Chaqueño, hijo de inmigrantes italianos, criado por españoles, Don Luis Landriscina encarna lo mejor que tenemos en esta tierra y que parece que vamos perdiendo. Como el buen humor. Ese que no se ríe de los demás, sino con os demás.

Está bien que los tiempos de ahora son difíciles, ¿quién lo niega? Pero también lo fueron para él. Pueden imaginarse lo que habrá sido ese Chaco de los pioneros. ¡Y la tristeza de perder a su madre italiana cuando pequeño! Y el ser criado por un generoso matrimonio de españoles, sus “padrinos”, en una tierra áspera, de soledades, No recuerdo que Don Luis haya “llorado esas penas”, todo lo contrario, las transformó en agradecimientos.
Para poder ver las cosas con humor, les decía, hay que ser inteligentes. Y esto quiere decir: profundos. Eso hace que el humor y el dolor tengan conexiones secretas. El humor ve siempre lo esencial de las cosas y si se detiene en lo accesorio no es para dar vueltas, es para darle contexto. Él lo explica genialmente, déjenme citarlo de memoria:
-Como soy provinciano -decía-, soy de “narración extendida, no soy muy proclive al ´chiste´, soy más del “cuento”. El chiste es de las “zonas apuradas”, las ciudades de cualquier lugar del mundo. En los pueblos tenemos “tiempo.” Si yo fuese un contador de chistes de un teatro, diría; “Una vez un tipo le dijo a otro…”. Y aquí ya está marcada la forma de vida de la ciudad. Lo llamé: “tipo”, no le puse nombre, ni dije qué cara tenía, ni de dónde venía ni pa’ dónde iba. Era “un tipo”. En la ciudad no así un día un tipo le dijo a otro:
-Estoy encantado, ahora puedo comer de todo.
-¿Te dio de alta el médico?
-No, gané la lotería.
-La versión “provinciana” (después lo escucharemos en YouTube), es mucho más linda. Por de pronto el tipo tiene “nombre”: Don Abelardo no es “un tipo”. Sabemos dónde vive, cómo es… Don Luis nos mete en su vida, en la vida del pueblo, sin apuro. Y así termina diciendo algo terrible: en la ciudad vivimos con muchísimos vecinos, pero no los conocemos.” En un pueblo “hay tiempo para saber que Don Abelardo se llama Don Abelardo”, y todo lo demás… Y así la vida es más rica, porque “el otro” tiene una cara, no es “anónimo”. De los “anónimos” no podemos aprender nada.
Lo contrario a la inteligencia es la superficialidad. ¿Lo contrario al humor es el malhumor? No, es la estupidez.
Por eso les digo, tengan siempre a mano a Don Luis, maestro del humor, buen poeta , algo de músico, conocedor de nuestra historia, un hombre culto en verdad… Pero sobre todo es ese hombre con el que siempre querríamos hablar, sabiendo que sonreiremos, pero que, después, algo importante nos quedará en la cabeza dando vueltas. Y ese algo será para nuestro bien.
Escuchándolo aprenderán a amar a nuestra tierra y nuestra gente. Me pasó a mí, le pasó a millones de argentinos. Hoy estamos perdiendo el sentido del humor y eso es algo mortal. Para las personas y para las naciones. Si algún día nos olvidamos de Don Luis Landriscina, sería una tragedia sin solución, porque los argentinos habríamos perdido nuestras caras, nuestros afectos, nuestros acentos, nuestros apodos… “don Abelardo habría perdido su nombre y sólo será “un tipo”. Anónimo y frío. Y la vida sería hastiante.
-Abuelo, ¿qué quiere decir eso?
-Nada. Olvidate. La próxima vez que viajemos comenzamos a oírlo.

*** Publicado en LA PRENSA.

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La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.