Cosme Beccar Varela: la otra extrema derecha.
La tradición como forma de vida conforme al orden cristiano.
Por Gustavo Dalmazzo.
Los lectores más veteranos seguramente recordarán que, a principios de la década de los setenta, podían verse en alguna esquina porteña, hombres vestidos con impecables trajes y cabello corto peinado con fijador, que portaban estandartes rojos con un rampante león dorado. Uno de ellos vociferaba desde un megáfono diatribas contra el comunismo y otros males que acechaban a la Humanidad y a la Argentina. Eran los militantes de la Sociedad Argentina en Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, la TFP.
¿Quiénes eran estos hombres de gesto adusto? Fueron la expresión del tradicionalismo de extrema derecha, católico, de reivindicación hispanista, antiliberales y anticomunistas que sostenían que la Iglesia y FF.AA. eran anteriores a la patria y que la Revolución Francesa, anticristiana y laicista, había sido la madre de todos los desatinos de la modernidad. Podrían parecer un grupo nacionalista pero no lo fueron. En realidad, desconfiaban de los nacionalistas por la cercanía que estos tuvieron con el peronismo, otro fenómeno político que consideraban una anormalidad de la Argentina.
Para la TFP, la tradición era una forma de vida conforme al orden cristiano y que se transmitía de generación en generación. Este orden se oponía al libertinaje y a la igualdad social. La familia era el espacio fundamental para transmitir las costumbres y la cultura de la civilización cristiana. La propiedad era la herencia que una familia le dejaba a sus descendientes. No tenía la propiedad únicamente un significado material sino también era un patrimonio moral y cultural. Y si bien proclamaban poner límites a las atribuciones del Estado, estuvieron muy lejos de querer su destrucción. Para ellos la vida era sagrada y jamás se hubieran inclinado por la venta de niños ni de órganos.
También sería muy difícil imaginar a estos católicos de comunión diaria, llorar abrazados al Muro de los Lamentos en Jerusalén ni asociar a la Argentina a las políticas estadounidense e israelí. En fin, fue otro tipo de extrema derecha, cercana al comunitarismo y distante del individualismo. Eran otros tiempos.
CORREA DE OLIVERA.
La TFP había sido fundada en Brasil, en 1960, por Plinio Correa de Olivera, abogado y político paulista, que en 1932 había sido el diputado más joven de la Asamblea Constituyente representando a la Liga Católica. En 1951 fundó la revista “Catolicismo” desde donde propagaba los valores del tradicionalismo. La TFP se expandió por otros lugares. En 1963, en Chile, un grupo de jóvenes de la Universidad Católica fundaron la revista ‘Fiducia’. Cuatro años más tarde constituyeron la TFP a imagen y semejanza de la brasilera.
La aparición de la TFP vernácula también se relaciona con una publicación: la revista ‘Cruzada’, fundada en 1956 por un joven estudiante de Derecho, Cosme Beccar Varela (h). En 1967 conformaron la TFP dirigida por Beccar Varela y Carlos Federico Ibarguren (h). Beccar Varela, apodado “Cosmín”, fue la figura central del catolicismo tradicionalista argentino. Contrajo matrimonio con María Josefina Amadeo, hija de Mario, un histórico dirigente nacionalista, pero este vínculo familiar no lo convirtió en nacionalista. Cosmín se vio a sí mismo como un cruzado que peleaba contra el comunismo, el socialismo en cualquiera de sus formas, contra el peronismo, el liberalismo, el pensamiento socialcristiano y la Teología de la Liberación. Desde el bunker de la casona estilo Tudor sobre la avenida Figueroa Alcorta, el guerrero cristiano mantuvo con mano dura la organización.
Tras el derrocamiento de Roberto Marcelo Levingston, el general Alejandro Agustín Lanusse propuso un Gran Acuerdo Nacional que incluiría al peronismo nuevamente en la política. La postura de la TFP frente a las elecciones convocadas para 1973, fue sostener “El derecho de abstención: arma de la autenticidad” como decía una solicitada publicada el 11 de enero de1973 en varios diarios de tirada nacional.
De la misma manera que se mantuvo distante del nacionalismo, Beccar Varela no se integró a la comunidad preconciliar San Pio X, fundada por el obispo rebelde Marcel Lefevbre, aunque compartió sus puntos de vista. El levantamiento de las mutuas excomuniones seguramente le dio un respiro.
Críticos acérrimos del gobierno peronista de 1973, se entusiasmaron con el golpe de Estado ocurrido tres años después. Sin embargo, su influencia en el gobierno dictatorial nunca fue importante, otros grupos del mundo católico conservador hegemonizaron el campo del discurso religioso tradicional.
Seguramente las diferencias entre la jerarquía católica y los cruzados hicieron que los militares no los tuvieran demasiado en cuenta. Sin embargo, algunos oficiales del Ejército, vinculados a la TFP, fueron denunciados por participar en centros clandestinos de represión. Por otro lado, frente al conflicto de Malvinas, los tradicionalistas estuvieron de acuerdo con el reclamo argentino, pero se manifestaron temerosos del apoyo soviético a la causa nacional. Antes que nada, el anticomunismo visceral.
Recuperada la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín fue un dolor de cabeza para la TFP. La política que juzgó a la violación de los Derechos Humanos durante la dictadura y la sanción de la Ley de Divorcio encontraron a los tradicionalistas en la vereda de enfrente. Beccar Varela fue el abanderado de la protesta, manifestándose en los medios y en las calles.
DISCREPANCIAS INTERNAS.
La TFP no estuvo ajena a discrepancias internas. Algunos dicen que fue una pelea familiar entre los Beccar Varela y los Ibarguren, lo concreto es que Cosmín se alejó de la TFP pero siguió su prédica. Fundó un partido político, que se llamó Orden y Justicia, que no obtuvo mayores resultados electorales.
Desde allí se opusieron a la Reforma constitucional de 1994. Tras la debacle de la Argentina, en el 2001, Beccar Varela fundó una nueva agrupación: el Partido de la Recuperación Argentina y fue candidato a presidente en el 2003. Consultado por el diario ‘La Prensa’ sobre los objetivos que perseguía respondió: “La primacía del Estado de derecho; la plena vigencia de las libertades y garantías de la Constitución; el restablecimiento de la autoridad presidencial como factor decisivo del orden general y de la promoción del bienestar; el pleno empleo; la seguridad pública; el fortalecimiento de la familia y una educación para todos, veraz y completa”.
Beccar Varela también incursionó en el campo de la novela histórica, publicando tres libros en los inicios del siglo XXI. Incansable, organizó un blog “La botella al mar” desde dónde criticó al kirchnerismo y al macrismo juzgándolo como una élite adinerada sin patria ni bandera.
El cruzado que había nacido en San Isidro, en 1938, murió en Buenos Aires el 26 de agosto de 2020.
*** Publicado en LA PRENSA.
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