Siempre pensé, que a medida que pasaran los años, el hombre (o al menos yo) llegaría a dominar y manejar los sentimientos y los estados de ánimo de cada día, de cada hora, de cada minuto de la vida.
Siempre creí que el hombre madura a medida que va pudiendo controlar sus emociones y la mente era el gran director de esa compleja orquesta que es un todo, desde los pelos hasta las uñas de los pies.
Hoy, a mi edad, reconozco que no lo logré, y sigo obedeciendo los requerimientos de todos y cada uno de mis órganos: mi corazón, mis tripas, mis riñones y a todas las sensaciones que me producen, hasta el más enclenque de mis glóbulos, en una palabra, soy un esclavo de mí mismo, y lo peor es que no me puedo sustraer, aún negándome, a tal dictamen.
Quizá sea, porque soy el producto de un tiempo que no pasa, pero que obligadamente yo, paso por él, desconcertado a veces, lastimado y lamiendo mis heridas, las viejas y las nuevas, las heridas que la vida pone en la vereda de enfrente y uno, inexorablemente cruza la calle del "son mías" y cuando ya no tiene en el cuerpo y el alma donde ponerlas, las mete en los bolsillos por "si mañana me quedo sin ninguna".
Eso soy, creo que eso soy, simplemente un "coso" acostumbrado a estas cosas. Creo que algunas están en estas canciones. Gracias, y aclaro que las puedo decir porque pago mis impuestos.
José Larralde.
P’ AL QUE LE TOQUE.
Quién le ha dicho muchacho que en las casas
naides va a preguntar de andes que saca
pa andar tan empilchao, sacando pecho
y haciendo de la vida una cumparsa.
Quien le ha dicho, que naide se da cuenta
que haciendolé mandado a la disgracia
usté no se ha quedao con algún güelto
ni disimula sebao la refalada.
Y no sé si usté sabe ¡que hay quién sabe!
que usté nació más seco que ojo de hacha
y que de piojo remontó a caudillo
babucheando el lomo de los que trabajan.
Usté sabe ¡seguro! y no le importa
ni de Dios, ni del rancho, ni la Patria
ni siquiera del nombre que mal usa
cuando mete una firma a la macana.
Quién le ha dicho señor que allá en las casas
lo eligieron así pa que hocicara
que se olvide del sol de su bandera
haciendolé mandaos a una estrellada.
Uste es usté, y toda la arrogancia
ue aplasta la verdad y la palabra
¡Qué amarga me salió esta cebadura!
que hasta la y el se me escuende en las entrañas.
Quién le ha dicho muchacho que en las casas
naides va a preguntar de andes que saca
pa andar tan empilchao, sacando pecho
y haciendo de la vida una cumparsa.
Quien le ha dicho, que naide se da cuenta
que haciendolé mandado a la disgracia
usté no se ha quedao con algún güelto
ni disimula sebao la refalada.
Y no sé si usté sabe ¡que hay quién sabe!
que usté nació más seco que ojo de hacha
y que de piojo remontó a caudillo
babucheando el lomo de los que trabajan.
Usté sabe ¡seguro! y no le importa
ni de Dios, ni del rancho, ni la Patria
ni siquiera del nombre que mal usa
cuando mete una firma a la macana.
Quién le ha dicho señor que allá en las casas
lo eligieron así pa que hocicara
que se olvide del sol de su bandera
haciendolé mandaos a una estrellada.
Uste es usté, y toda la arrogancia
ue aplasta la verdad y la palabra
¡Qué amarga me salió esta cebadura!
que hasta la y el se me escuende en las entrañas.
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