Su padre, siendo niño, le regaló un bandoneón de segunda mano que había comprado por 18 dólares.
En vida fue un creador, innovador en una Argentina que expulsa a sus hijos.
ASTOR PIAZZOLLA, EL ÚLTIMO REVOLUCIONARIO.
Dos décadas pasaron desde la muerte de Astor Piazzolla. Pero el tiempo no logró aún apagar el carácter vanguardista y revolucionario de su tango, que hoy en día se mantiene como fuente de inspiración de numerosas orquestas jóvenes de música ciudadana. “Astor fue un innovador que percibió que al tango había que hacerlo crecer desde adentro”, recordó el poeta uruguayo Horacio Ferrer, quien compuso 53 títulos junto a Piazzolla.
Su legado trasciende un género (las bateas universales de Amazon lo ubican simultáneamente en las categorías del tango, el jazz, la música clásica y la ‘World music’), pero la pericia compositiva y la amplitud de su enfoque prevalecieron por afirmarse en ese lenguaje popular y local que tan bien conocía a pesar de su crianza neoyorquina.
“Había muchos músicos que tomaban elementos, giros, modismos, fraseos del tango para incorporarlo a la forma sinfónica. Él procedió de otra manera, lo revolucionó desde su propia forma; primero escribió temas de cinco y seis minutos, luego de diez y después hizo obras extensas, siempre manteniendo los instrumentos clásicos del tango", subrayó Ferrer en una reciente entrevista con la revista Ñ.
Difícil mantener la indiferencia ante los compases de alguna obra de Piazzolla.
Su irrupción en el conservador y clásico mundo del tango rioplatense generó una revolución. “Eso no es tango” se decía entonces según rememoró Ferrer, quien equiparó al compositor con Carlos Gardel por haber sido un "universalizador" del 2x4.
“El tango diría que es casi como el jazz, tiene misterio, profundidad, dramatismo. Es religioso, puede ser romántico y puede alcanzar una agresividad que el folklore nunca podría tener, salvo la chacarera. Cuando empezamos con el octeto, por ejemplo, parecíamos salidos de un grupo de combate. ¡Éramos ocho guerrilleros subidos al escenario!”, describió el propio Piazzolla.
“Yo rompía el bandoneón todas las noches y el gordo (Leopoldo) Federico también. Cada uno, en lugar de un instrumento, tenía una bazooka. Habíamos convertido el escenario en un ring de box”, recordó.
Entre sus composiciones más recordadas se destacan "Adiós Nonino", "Libertango" y "Balada para un loco". Escribió junto a Ferrer la pequeña ópera "María de Buenos Aires", que dio la vuelta al mundo en numerosas versiones. El poeta uruguayo le puso también letra a "Balada para un loco" y "Chiquilín de Bachín", dos temas que alcanzaron un enorme éxito.
Tocaba el bandoneón parado, casi con "las entrañas", como una vez aseguró: “Toco con violencia, mi bandoneón tiene que cantar y gritar. No concibo el color pastel en el tango”.
Vida y obra.
Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata. Cuatro años después se radicó junto a sus padres Vicente “Nonino” Piazzolla y Asunta Manetti, en Nueva York. Fue allí donde la nostalgia tanguera de su padre se combinó con el jazz que flotaba en los sótanos de la Gran Manzana y los estudios de la música clásica que décadas después explotarían en su revolucionario nuevo tango.
Su padre le regaló a los seis años su primer bandoneón. Fue en Nueva York donde en 1934 conoció al cantor Carlos Gardel.
La biografía novelada de Diana Piazzolla -hija del bandoneonista- completa el diálogo. “Al tango todavía no lo entiendo”, confiesa el joven Astor, y Gardel retruca: “Cuando lo entiendas, no lo vas a dejar”. El entonces aprendiz del bandoneonista cautivó al “Zorzal criollo”, que le ofreció un pequeño papel en su película “El día que me quieras”.
De vuelta en la Argentina, en 1941, Piazzolla inicia una etapa de estudio teórica con Alberto Ginastera y práctica con la orquesta de Troilo, donde fue bandoneonista, primero, y arreglador, después. A menudo Troilo debía moderar sus composiciones para no espantar a la ortodoxia tanguera y, sobre todo, para aplacar las quejas de sus propios músicos, que necesitaban horas de estudio para llevar al escenario las partituras de Piazzolla.
En 1944 abandonó la orquesta de Troilo -tras su muerte en 1975 le escribió la "Suite Troileana"- para formar una propia, que acompañó al cantor Francisco Fiorentino, pero la experiencia sólo duró hasta 1949 cuando decidido a investigar nuevos horizontes artísticos, abandonó el tango y el bandoneón para estudiar otras sonoridades. Tenía 28 años.
“Adiós Nonino”
Se casó en 1942 con Dedé Wolf, con quien tuvo a sus dos hijos Diana y Daniel, y en 1946 formó su primera orquesta propia. Estudió con Alberto Ginastera y con la célebre maestra Nadia Boulanger (la misma que también le enseñó a Miguel Angel Estrella) en París, gracias a quien dio el giro definitivo a su carrera.
Volvió a la Argentina en 1955 y formó el Octeto Buenos Aires, mítico conjunto con el que cambió los códigos del tango tradicional. Sus composiciones generaron polémica en el ambiente conservador del 2x4 y en medio de ese ambiente hostil decidió regresar a Estados Unidos en 1958.
Un año después, durante una gira por Puerto Rico, recibió la noticia de la muerte de su padre. En medio de una profunda tristeza, escribió en su memoria “Adiós Nonino”, un clásico en su obra que aún emociona.
En 1960 formó el Quinteto Nuevo Tango, definitorio en la carrera de Piazzolla: fue la que mejor expresó sus ambiciosas ideas musicales (bandoneón, violín, bajo, piano y guitarra eléctrica).
Ya separado de su primera esposa, tuvo una relación durante varios años con la cantante de tangos Amelita Baltar, hasta que en 1976 formó pareja con Laura Escalada.
“Libertango”.
En 1972 Piazzolla se radicó en Italia e inició una serie de grabaciones, entre ellas "Libertango", con las que se ganó el prestigio del público europeo, con un registro menos tanguero y con mayor arraigo comercial.
En sus últimos años, acaso los de mayor difusión de su música, intensificó su exploración en la música sinfónica. Murió el 4 de julio de 1992 afectado por una trombosis cerebral.
Su obra, inmensa, encontró inspiración en las innovaciones de Osvaldo Pugliese en piezas como "Negracha" o "La Yumba", pero sobre todo en aportes extraños al género como los del pianista y compositor de jazz estadounidense George Gershwin.
Incorporó al tango sonoridades hasta entonces consideradas disonantes, cadencias armónicas propias de otros géneros e impuso una célula rítmica diferente de la tradicional: agrupando las ocho corcheas del compás clásico de cuatro por cuatro en subgrupos de tres, tres y dos, con acentuación en las corcheas uno, cuatro y siete.
Fue también un gran polemista. Desde las trincheras de la palabra enfatizó contradicciones que, en más de un sentido, señalaban una distancia que su música no trazaba de forma tan categórica.
Piazzolla recorrió los escenarios del mundo con sus composiciones, tocó en el Teatro Colón y en el Central Park de Nueva York
Sus problemas de salud comenzaron en 1988, cuando se le realizaron cuatro bypass cardíacos. En 1990 sufrió una trombosis cerebral en París y murió el 4 de julio de 1992 en Buenos Aires.
Publicado en LA MAÑANA DE NEUQUÉN, 4 DE JULIO DE 2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.