CANTORES POPULARES ARGENTINOS: CHAQUEÑO PALAVECINO.
"Me gané un lugar en la música a los ponchazos".
¿Por qué tardó tanto en venir a Uruguay?, es la primera pregunta posible para el Chaqueño Palavecino, uno de los folcloristas más exitosos de Argentina. "Lo que pasa es que acá me sobra trabajo. Incluso en invierno cuando para la mayoría baja, yo sigo trabajando mucho. En verano, dejamos de hacer unos 62 festivales entre enero y febrero porque era humanamente imposible", responde en diálogo con El País desde su casa en Salta, a 500 kilómetros del paraje Rancho Ñato, donde nació hace 52 años.
Estaba de alpargatas, bombacha de gaucho, boina, y se había puesto "el carpincho" porque hacía frío, según su relato. El Chaqueño vivió gran parte de su vida donde confluyen Argentina, Paraguay y Bolivia en una misma frontera, un pueblo que no le permitió desarrollar su curiosa afición por el canto lírico. "Es como todo. Me hubiera gustado estudiar y salir de ahí. Pero lo mío, lo popular, me ha dado muchas satisfacciones", aclara a modo introductorio. "En mi tierra no había quién te enseñara cómo tocar la guitarra ni cantar, ni nada. Si tocabas un violín lo hacías de oído, nadie te enseñaba en la pizarra. Así que somos cantores naturales. Lógico que en el camino fui aprendiendo y empecé a hacer temas más universales y me ocupé de tomar clases de canto para no quedarme tan disfónico, los años te van llevando a eso. Fijate que yo no soy viejo pero andar y cantar tanto desgasta. ¡Algún día haré como esos que se han recibido a los 80 años de algo!, (se ríe)".
Hoy cuenta con una oficina en Buenos Aires pero él permanece en el campo, su hábitat natural. Es más: le encantaría vender todo lo que tiene, mudarse a Rancho Ñato y comprar un helicóptero para realizar las giras. No hace menos de quince conciertos por mes en Argentina, mercado que le da una agenda desbordada y sólo le permitió cruzar alguna vez a Bolivia, a Paraguay y recién ahora a Montevideo y Colonia. El concepto que mejor lo define es la tradición. "A los chaqueños nos gusta el violín, cantar, bailar, el folclore, el caballo, el monte. La palabra viene del guaraní y quiere decir caza y pesca". Es conocido también por montar escenografías camperas con asado incluido, aunque en este caso no habrá tal despliegue. Compensará con más de dos horas en vivo acompañado por once músicos, "todos vestidos de gaucho".
Simple y con la humildad que da haber sido obrero antes que estrella del folclore, el Chaqueño Palavecino no tiene más pretensiones que "hacer lo suyo".
Sin embargo, "nuestra música nacional no ocupa el lugar que debería tener", se queja. "Nos ganamos un lugar a los ponchazos. Si bien en mi país se consume mucho folclore lo hacen sobre todo los provincianos. Algunos dicen que el género ya no es como antes, pero hay que entender que al principio eran la guitarra y la vigüela, y después fuimos incorporando otros instrumentos". En su caso, una chamarrita o un chamamé deben acompañarse con un acordeón. Una chacarera necesita bandoneón, violín y guitarra. Y si la música tiene origen en el altiplano no pueden faltar el charango y la quena.
El intérprete del gran hit Amor Salvaje se ganó la vida de varias formas. "Cuando salí del monte tuve que hacer de todo un poco", relata. "Vendí empanadas, lustré botas, trabajé en un supermercado y en distintos lugares ganando el mango. Me vine a la ciudad de Salta, me hice camionero y después colectivero. Nunca me la creí para nada. Es más, me costó ajustarme a esto de los contratos porque yo soy de un pueblo donde tiene valor la palabra". Gracias a este pasado, el artista lleva adelante una fundación para ayudar a los pobladores de la frontera y organiza festivales a beneficio.
A pesar de su compromiso social, elige no manifestarse políticamente a través de su enérgico repertorio: "es que yo no quiero cantar tristezas, prefiero que sea algo alegre y que tenga sentido. Juan de la calle, por ejemplo, es un esperanzado y no tanto un discurso de protesta. ¡Y eso que yo soy muy justicialista, me gusta lo justo! No entiendo por qué hay tanta desigualdad...".
En vivo, el Chaqueño transpira mucho pero jamás se le cae el sombrero. Y cuando parece que no le dará la garganta es cuando más arrastra a la multitud como pocos en el folclore. Cada espectáculo representa dos horas extenuantes: "y sí, uno termina cansado, pero es como un partido de fútbol cuando te alienta la tribuna. Podés estar con calambres y sin embargo seguís para adelante con fuerza. Después llego al hotel y descanso. Yo me emociono mucho en los conciertos porque veo la carita que me ponen ahí abajo".
Para un público de todas las edades, especialmente femenino.
El público del Chaqueño es muy variado y a sus conciertos asiste la familia. Pero también admite que tiene éxito con las mujeres gracias a sus letras de amor. "Vienen a verme mujeres de todas las edades. Hay niños y abuelas, de todo. Los hombres en general van a acompañar a sus esposas y novias. Y todos son muy demostrativos. Cuando yo era más chango, la mujeres me tiraban algunos calzones al escenario, algunos trapos íntimos, unos usados y otros medio nuevos, (se ríe)".
El Chaqueño comenzó su carrera siendo muy joven, primero como integrante del Trío Pilcomayo. Su primer instrumento fue el bombo legüero y actuaba acompañado por el Negro Gómez en violín y Elvio Condorí en guitarra. Tras disolverse esta formación creó Los del Pilcomayo, con el que debutó discográficamente en 1987 y pisó el escenario del Festival de Cosquín. Recién a partir de 1993 pudo dedicarse de lleno a la música. Tiene más de una decena de discos publicados; uno de sus títulos más populares es La ley y la trampa.
El País Digital. Diario "El País" (Uruguay), entrevista Alejandra Volpi, 16-5-2012.
CHAQUEÑO - SOLEDAD - LOS NOCHEROS.
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