El argentino Miguel San Martín, principal ingeniero de vuelo del robot Curiosity, puesto exitosamente por Estados Unidos en Marte hace un mes, cerró una didáctica exposición en Tecnópolis.
Su emoción y el entusiasmo con que lo aplaudieron las más de mil personas que colmaron la Nave de la Ciencia, en la feria, fueron el contundente mensaje de estímulo de las vocaciones científicas y tecnológicas que, más allá de las palabras, emitió su conferencia.
Se cumplía así el objetivo señalado por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, al hacer la presentación: "Tecnópolis es una herramienta muy útil para promover vocaciones, para promover el entusiasmo en la formación científica y tecnológica".
También expuso la estadounidense Ellen Baker, astronauta veterana de tres misiones espaciales. "Geóloga, médica y madre -la presentó Barañao- porque las carreras científico-tecnológicas no son incompatibles con la vida familiar".
San Martín describió con fotos y videos en pantalla gigante el exitoso viaje de más de ocho meses del Curiosity hasta el Planeta Rojo, especialmente sus críticos últimos momentos, que denominó como "los siete minutos de terror", debido a los muchos procesos que debían cumplirse de modo automático, sin ensayo previo.
Explicó que los científicos tienen pruebas suficientes para afirmar que en otra época Marte fue un planeta cálido y húmedo como la Tierra, y que el propósito de la misión es determinar si llegó a aparecer la vida o si al menos se habían dado en algún momento las condiciones ambientales necesarias para ello.
Describió luego las dificultades que debieron vencer los ingenieros para que el aparato, del tamaño de un automóvil y 900 kilos de peso, desacelerara de más de 20.000 kilómetros por hora a cero, y la inutilidad de los sistemas de misiones anteriores, que llevaron artefactos mucho más pequeños.
Pese a todo, el 6 de agosto pasado, entre los 125 y los 10 kilómetros de altura sobre Marte, la velocidad de la cápsula que lo transportaba desaceleró en cuatro minutos a 1500 kilómetros por hora, por efecto de la fricción con la tenue atmósfera, con la protección de una coraza térmica.
Luego, se desprendió la coraza y se abrió el paracaídas por los siguientes dos minutos. "Tenía 25 metros de diámetro y media cuadra de largo", explicó.
Finalmente, a 1,8 kilómetros de la superficie, se encendieron los retrocohetes que dejaron el transporte suspendido a 30 metros del suelo, como un helicóptero. Desde allí, bajó al Curiosity con cuerdas, como una grúa, lo desenganchó y luego, cumplida su misión, fue a estrellarse a un lado, como había sido previsto.
Así, tras viajar 565 millones de kilómetros, el Curiosity se posó con apenas 2,2 kilómetros de error respecto del centro de una amplia área definida como óptima para hacer su trabajo, entre el borde del cráter Gale y el monte de cinco kilómetros de altura que se erige en el centro de esa depresión de impacto y que será objeto de la exploración.
Como resumen, un video mostró "los siete minutos de terror", cómo se fueron cumpliendo paso a paso las operaciones, ante la mirada expectante de los científicos, San Martín incluido, en el control de vuelo de Pasadena, y de otros auditorios, y el estallido de alegría cuando culminó.
Aunque lo habrá visto infinidad de veces, San Martín apenas pudo articular un agradecimiento final a los asistentes, que lo premiaron con un aplauso cálido.
El disertante nació hace 53 años en el seno de una familia de chacareros de la rionegrina Villa Regina y es hincha de Estudiantes, según hizo notar alguien desde la platea.
Decenas de personas quisieron saludarlo y sacarse fotos con él, ante la mirada complacida de la embajadora de los Estados Unidos, Vilma Martínez; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el presidente del Conicet, Roberto Salvarezza.
* Fuente de información e imagen: Agencia de Noticias TELAM, 9 de septiembre de 2012.
ANEXO "El Reginense" GUILLERMO PIRRI ARGENTINO.
“Los científicos tienen pruebas suficientes para afirmar que en otra época Marte fue un planeta cálido y húmedo como la Tierra, por eso el propósito de la misión es determinar si llegó a aparecer la vida. Armamos este vehículo robótico porque en verdad no sabemos dónde pueden estar las claves del descubrimiento y lo que permite un equipo con software y hardware especializado es buscarlas”, expresó el ingeniero.
San Martín contó a Página/12 que “siempre es un placer contar y compartir estas experiencias a quienes tienen interés de escucharlas”. Además, habló sobre las dificultades que debieron vencer los ingenieros para que el aparato, del tamaño de un automóvil y de casi una tonelada de peso, descendiera de más de 20 mil kilómetros por hora a cero. “Cuando armamos este vehículo robótico, estaba en las manos de quienes nos encargamos del sistema de guiado y control hacerlo con baja velocidad, lo que constituía un desafío técnico muy importante. Si bien es la cuarta misión en la que trabajo el sistema de descenso, en las anteriores se utilizaron artefactos muchos más pequeños.”
“El vehículo que portaba el laboratorio se encontraba a 125 kilómetros de altura, luego la velocidad máxima de la cápsula que lo transportaba desaceleró a 1500 kilómetros por hora, por efecto de la fricción con la tenue atmósfera, con la protección de una coraza térmica que permite que el aparato no se dañe por las altas temperaturas a las que está expuesto”, dijo el ingeniero argentino. “Después se desprendió la coraza y se abrió el paracaídas supersónico por los siguientes dos minutos. Para continuar el frenado a 1,8 kilómetros de la superficie, se encienden los retrocohetes que dejan el transporte suspendido a unos 30 metros del suelo. Por último, bajó el Curiosity con cuerdas, con la ayuda de una grúa, que lo desenganchó y lo hizo aterrizar en Marte, levantando mucha polvadera”, añadió.
De esta forma, el Curiosity se posó con apenas dos kilómetros de error con respecto al centro de una amplia área definida como óptima para hacer su trabajo, entre el borde del cráter Gale –que tiene 100 kilómetros de diámetro– y el monte de cinco kilómetros de altura que se erige en el centro de esa depresión de impacto y que será objeto de exploración. Además, San Martín dijo a este diario que “el robot estrena dos cámaras ubicadas en un mástil que pueden tomar fotografías en 3D y panorámicas, en blanco y negro y color”. “El aparato también cuenta con un brazo robot extendible y un taladro para llegar al interior de las rocas y así examinar la textura y los granos de la roca, que determinarán su composición geológica, permitiendo determinar si hubo vida, cuál fue su entorno, el medio ambiente que existió hace millones de años y si fue propicio para la vida”, agregó.
Asimismo, también expuso la estadounidense Ellen Baker –doctora en medicina y astronauta retirada tras 30 años en la NASA– que participó de misiones espaciales donde realizó experimentos relacionados con las ciencias biológicas y acumula 686 horas en el espacio. “Explorar el espacio requiere de un buen trabajo técnico y en equipo”, dijo Baker mientras mostraba fotos de cómo es el día a día de los astronautas que realizan misiones en el espacio.
Informe: Sabrina Améndola. Publicado en Diario Página/12, lunes 10 de septiembre de 2012.
ANEXO "El Reginense" GUILLERMO PIRRI ARGENTINO.
Charla para contar marcianos.
El ingeniero argentino Miguel San Martín, que participó de la misión Curiosity para enviar un robot a Marte, dio ayer una charla en Tecnópolis, invitado por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao. “Experiencias en el espacio” fue una clase sobre el laboratorio robotizado móvil que aterrizó con éxito el pasado 6 de agosto en el planeta rojo y que tendrá como misión buscar durante dos años rastros de vida presente o pasada, o bien determinar si existen o existieron condiciones para albergarla en el planeta vecino y preparar un futuro viaje tripulado hasta allí. La misión costó unos 2500 millones de dólares.
San Martín, nacido en Villa Regina, Río Negro, fue el jefe del grupo de ingenieros que diseñó, implementó y opera el guiado de la misión. Ante más de mil personas que colmaron la Nave de la Ciencia, en la feria, el especialista describió con fotos y videos en pantalla gigante el exitoso viaje de más de ocho meses del Curiosity hasta Marte, en especial sus críticos últimos momentos, que denominó como “los siete minutos de terror”, debido a que muchos procesos debían cumplirse de modo automático, sin ensayo previo.“Los científicos tienen pruebas suficientes para afirmar que en otra época Marte fue un planeta cálido y húmedo como la Tierra, por eso el propósito de la misión es determinar si llegó a aparecer la vida. Armamos este vehículo robótico porque en verdad no sabemos dónde pueden estar las claves del descubrimiento y lo que permite un equipo con software y hardware especializado es buscarlas”, expresó el ingeniero.
San Martín contó a Página/12 que “siempre es un placer contar y compartir estas experiencias a quienes tienen interés de escucharlas”. Además, habló sobre las dificultades que debieron vencer los ingenieros para que el aparato, del tamaño de un automóvil y de casi una tonelada de peso, descendiera de más de 20 mil kilómetros por hora a cero. “Cuando armamos este vehículo robótico, estaba en las manos de quienes nos encargamos del sistema de guiado y control hacerlo con baja velocidad, lo que constituía un desafío técnico muy importante. Si bien es la cuarta misión en la que trabajo el sistema de descenso, en las anteriores se utilizaron artefactos muchos más pequeños.”
“El vehículo que portaba el laboratorio se encontraba a 125 kilómetros de altura, luego la velocidad máxima de la cápsula que lo transportaba desaceleró a 1500 kilómetros por hora, por efecto de la fricción con la tenue atmósfera, con la protección de una coraza térmica que permite que el aparato no se dañe por las altas temperaturas a las que está expuesto”, dijo el ingeniero argentino. “Después se desprendió la coraza y se abrió el paracaídas supersónico por los siguientes dos minutos. Para continuar el frenado a 1,8 kilómetros de la superficie, se encienden los retrocohetes que dejan el transporte suspendido a unos 30 metros del suelo. Por último, bajó el Curiosity con cuerdas, con la ayuda de una grúa, que lo desenganchó y lo hizo aterrizar en Marte, levantando mucha polvadera”, añadió.
De esta forma, el Curiosity se posó con apenas dos kilómetros de error con respecto al centro de una amplia área definida como óptima para hacer su trabajo, entre el borde del cráter Gale –que tiene 100 kilómetros de diámetro– y el monte de cinco kilómetros de altura que se erige en el centro de esa depresión de impacto y que será objeto de exploración. Además, San Martín dijo a este diario que “el robot estrena dos cámaras ubicadas en un mástil que pueden tomar fotografías en 3D y panorámicas, en blanco y negro y color”. “El aparato también cuenta con un brazo robot extendible y un taladro para llegar al interior de las rocas y así examinar la textura y los granos de la roca, que determinarán su composición geológica, permitiendo determinar si hubo vida, cuál fue su entorno, el medio ambiente que existió hace millones de años y si fue propicio para la vida”, agregó.
Asimismo, también expuso la estadounidense Ellen Baker –doctora en medicina y astronauta retirada tras 30 años en la NASA– que participó de misiones espaciales donde realizó experimentos relacionados con las ciencias biológicas y acumula 686 horas en el espacio. “Explorar el espacio requiere de un buen trabajo técnico y en equipo”, dijo Baker mientras mostraba fotos de cómo es el día a día de los astronautas que realizan misiones en el espacio.
Informe: Sabrina Améndola. Publicado en Diario Página/12, lunes 10 de septiembre de 2012.
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