El capitalismo social 2017 por ERNESTO BILDER.
Un estudio internacional sobre la felicidad de las poblaciones en variadas naciones llegó a la conclusión de que el más grato lugar para vivir en el planeta es Noruega (recordemos que este país fue beneficiado durante años por los altos precios petroleros). En la lista de la felicidad continúan Dinamarca, Islandia, Suiza y Finlandia. Alguno de los parámetros utilizados para medir son el PBI, expectativa de vida y nivel de confianza en el gobierno. La presencia entre los mejores es claramente para los países nórdicos, lugar donde se señalan los ejemplos de buen funcionamiento de una democracia con objetivos sociales sostén de la denominada economía del bienestar. Se menciona en la selección que en estos lugares “funciona una sensación de comunidad y entendimiento en el bien común de las sociedades”.
La relación entre el Estado y la problemática social tiene un largo camino en la vieja Europa, ya que los duros efectos de la revolución industrial del siglo XIX repercutirán en la política y gobiernos de las nacientes formas democráticas.
En 1850, Lorenz Von Stein en Alemania plantea lo que denomina el “sozialstaat” (Estado social). Sus ideas las tomará Otto von Bismarck (1815-1898), conocido como el “canciller de hierro”, quien fue el hombre que logró la unificación de Alemania. Desde su perspectiva de político de derecha, se esforzó por frenar el movimiento obrero y su poder, ilegalizando su aparato, al mismo tiempo que intentaba atraerse a los trabajadores con la legislación social más avanzada de su época. Alemania tendrá en 1883 un seguro de salud, al año siguiente el de accidentes de trabajo y el de invalidez en 1889, configurando una política social con el Estado protector del sector obrero.
Los partidos socialistas reformistas también tienen su gran impulso en la segunda mitad del siglo XIX. Es destacable Eduard Bernstein, quien fue posteriormente parlamentario de la República de Weimar. Este pensador revisará las tesis marxistas sosteniendo que no vislumbraba el colapso del capitalismo víctima de sus propias contradicciones ni que el proletariado viviera en condiciones cada vez más miserables. El revisionismo dentro del pensamiento socialista era largado al mundo de las ideas.
Bernstein vio la estrecha relación entre la justicia distributiva y la democracia, lo prioritario era controlar al Estado. Ya no se planteaba que era necesaria una revolución violenta, se podía pacíficamente avanzar en lo social manejando el gobierno.
En la Francia convulsionada, Emile Ollivier pronuncia en 1864 ante la Asamblea Nacional un discurso donde fundamentó qué se denomina “El Estado social”. Esto era parte de la respuesta a la creciente pobreza obrera que dejaba la naciente industrialización. Las reformas propuestas serán introducidas en parte por el último monarca de Francia, el emperador Napoleón III (1808-1873). Se reconocerá el derecho a la huelga y organización de los trabajadores, los primeros sistemas de jubilaciones, la organización de comedores para los marginados, entre otras medidas progresistas para su época.
En nuestra América Latina, la referencia en avanzada de legislación social y política la tenemos en Uruguay, que desde finales del siglo XIX y principios de XX con la presidencia de José Batlle y Ordoñez (1859-1929) consolidó su democracia estableciendo la ley de ocho horas de trabajo diario en 1915 y el divorcio en 1917; siendo de los primeros en establecer el voto femenino. Durante décadas en el siglo XX a Uruguay se lo denominaba la Suiza de América Latina.
La Argentina tuvo importantes avances en la cuestión social por iniciativas del primer diputado socialista de América, don Alfredo Palacios, electo por el barrio de La Boca en 1904 ante la propuesta de inmigrantes italianos. Este importante dirigente fue el creador del nuevo derecho, el de los trabajadores. Leyes como el sueldo en dinero y no en vales, el descanso dominical, la ley de la silla para empleados de comercio, la de accidentes de trabajo, el estatuto del docente, son de su inspiración. También fue propulsor del voto femenino. Vale la pena mencionar que aun habiendo sido diputado, rector universitario, embajador, etc., falleció en la estricta pobreza.
William Temple, arzobispo de Canterbury en 1943, utilizará el concepto de “welfare state” (Estado de bienestar) como opuesto al “war state” (Estado de guerra) para delinear el futuro de la política inglesa de posguerra. Su antecedente fue el importante informe solicitado por el gobierno británico al economista Sir William Beveridge, quien elabora en 1942 un ambicioso proyecto de seguridad social donde asume que el bienestar de la sociedad era una responsabilidad del Estado. Esta concepción de proteger a todos los marginados de la economía capitalista tiene necesariamente un nexo con las propuestas del gran economista inglés J. M. Keynes, que en 1936 reformuló la ciencia económica redefiniendo el rol del gasto público.
Nuestro sur en sus políticas públicas tuvo la influencia de esta corriente, así en Brasil el presidente Getúlio Vargas creó entre 1937 y 1945 el “Estado novo”, que legisló sobre el descanso semanal, reglamentó el trabajo nocturno, planteó la estabilidad de los empleos, etc. La Argentina de J. D. Perón entre 1946 y 1955 fue otro capítulo de la nueva política económica redistributiva de la posguerra.
Sin dudas quienes son la referencia de la socialdemocracia, o si se quiere la constitución del Estado de Bienestar, son los países escandinavos. Desde una perspectiva histórica constituyeron un “middle way”, un tercer camino entre lo que eran las economías socialistas y el capitalismo liberal, creando una continua negociación entre la democracia política, los mercados y las concepciones de justicia social e igualdad del siglo XX. Suecia, el gran ejemplo, construyó su modelo lenta y constantemente, ya que desde 1932 hasta 1976 tuvo gobiernos socialdemócratas. Desde entonces se han alternado en el poder con partidos de derecha, que también han terminado aceptado lo básico de este sistema equitativo. En esta concepción la protección pública está dirigida a toda la sociedad, no sólo a los obreros.
Las características dominantes de las sociedades escandinavas son la presencia de un sistema de seguridad social que cubre al ciudadano del nacimiento a su muerte, que otorga jubilaciones, seguro de desempleo y una cobertura de salud total. Si le sumamos la educación, el Estado es el gran protector y último responsable de la buena marcha del país. Estas sociedades funcionan sobre economías mixtas, con duros controles a las prácticas monopólicas y reconocimiento de la negociación como medio para solucionar conflictos.
La experiencia indica que este tipo de propuesta política es sostenible cuando las finanzas públicas tienen superávit o están equilibradas en el tiempo. Funcionan con altos impuestos progresivos y una tradición de honesta administración de los gastos estatales. Son escasos o nulos los casos de corrupción en la transparente sociedad nórdica. Por otra parte no se practica el clientelismo político con el apoyo a los débiles.
Desde el fin de la segunda gran guerra en 1945 hasta 1975 la mejora de las sociedades occidentales y la visión keynesiana permitió un sostenido crecimiento. El fortalecimiento de las clases medias parecía atenuar las duras luchas distributivas. Pero de los fines del 70 al 2008 la denominada globalización, con sus experimentos de libertad total de mercados, debilitó las propuestas socialdemócratas. Perecía que la larga fiesta de los exportadores de materias primas a altos precios, el fenomenal crecimiento chino y las bajas tasas de interés llegaban a su fin. En Europa los partidos socialistas y/o laboristas retrocederán y en algunos casos perderán el poder.
La especulación en los precios inmobiliarios que crean una burbuja de costos altos, financiados con débiles préstamos hipotecarios, estalló en 2007-2008 en Nueva York, arrastrando a gran parte del Primer Mundo y la periferia. Las posibilidades de tener fondos para redistribuir y cubrir las falencias del sistema se debilitarán.
Sin embargo, la aceptación de la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los excluidos en el reparto de la riqueza y de las ventajas del progreso pareciera haber quedado incorporada en los programas del siglo XXI.
Publicado en Diario "Río Negro", sábado 13/05/2017.-
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