Tom tira de una cuerda atada a un trozo de queso hasta tener a Jerry frente a su cara. Jerry le pega con el queso en el hocico y corre hacia su casa, con una puerta por la que solo pasan ratones. Tom lo persigue, llega a agarrar la cuerda y se da contra la pared de la casa de Jerry. Igual tira de la cuerda convencido de atrapar, de una vez por todas, a Jerry. Lo que viene enganchado a la cuerda es una trampa para ratones que le aprieta el hocico. Tom grita con la cara, con los ojos, con el cuerpo y con toda la expresión pero el grito no se escucha. Tom y Jerry no tienen voz.
La historia es la misma siempre, cortometraje tras cortometraje, episodio tras episodio: la de un gato torpe que quiere atrapar a un ratón molesto. Lo persigue, le pone trampas, celebra estar cerca de la victoria y de pronto el ratón da un golpe maestro y lo hace caer en su propia trampa.
No importa que la trama se repita. Ese es uno de los secretos: una historia sencilla y muda, con un inicio, un desarrollo y un desenlace que siempre es igual pero que cambia de circunstancias y de escenarios. Siempre supimos que Tom no iba a atrapar a Jerry pero igual miramos cada episodio.
Tom y Jerry cumplieron 80 años el pasado 11 de febrero. El gato y el ratón más famosos de la televisión animada han resistido a las generaciones, a la Guerra Fría, al avance tecnológico y sobre todo han resistido al tiempo. Desde 1940 y hasta ahora cada generación se ha apropiado de sus aventuras. Y aunque para cada tiempo Tom y Jerry signifiquen quizás, cosas distintas, a todos nos hicieron reír con sus persecuciones y trampas. Los queremos. Todos los queremos.
¿Cómo llegaron a ser, un gato y un ratón que no hablan y que siempre cuentan la misma historia, la dupla más famosa de la televisión?
Donde todo empezó.
William “Bill” Hanna y Joe Barbera tenían menos de 30 años cuando trabajaban como creadores del estudio Metro Goldwyn Mayer (MTM), que venía desde hacía un tiempo intentando imitar (sin éxito) a otros estudios que habían inventado personajes emblemáticos como Mickey Mause. Aunque sus directores querían que siguieran esa línea, ellos empezaron a pensar en sus propias ideas.
Era 1940 y Barbera le dijo a Hanna que le atraía la idea de una animación simple de la persecución de un gato a un ratón, aún cuando no era la más original del mundo.
Ese año la dupla creó Puss gets the Boot (El gato se gana el zapatazo), su primer cortometraje animado sobre un gato y un ratón, Jasper y Jinx. El corto le valió a MGM una nominación al Oscar como mejor corto animado pero los directores del estudio insistían en que no siguieran en esa línea. Ellos no hicieron caso y siguieron creando historias para sus personajes, que pasaron a llamarse Tom y Jerry.
No discutieron realmente si sus personajes tendrían que hablar o no pero Hanna y Barbera habían crecido con el cine mudo de Charles Chaplin así que creyeron que los diálogos no harían falta. Scott Bradley, compositor y pianista que trabajaba para MGM, compuso la música que guiaba las acciones y con eso fue suficiente. De hecho la música se volvió un ícono del programa.
Durante los 20 años que siguieron Hanna y Barbera produjeron más de 100 cortometrajes de Tom y Jerry. Por ellos ganaron siete premios Oscar y sus personajes aparecieron en otras películas como Dangerous When Wet.
En 1950 el productor Fred Quimby se retiró del estudio y Hanna y Barbera se hicieron cargo del departamento de animación de MGM. En plena Guerra Fría, con presupuestos cada vez menores y en pleno auge de la televisión, los directores del estudio decidieron que no iban a crear más episodios de Tom y Jerry para la televisión sino que iban a emitir los viejos, que con ellos podrían tener éxito.
Siete años después el departamento de animación cerró definitivamente y la dupla creó su propia productora, Hanna-Barbera. Con el tiempo se transformaron en una de las productoras más importantes de la historia de la animación. Fueron los responsables de varios de los dibujitos animados más populares de todos los tiempos: El Oso Yogui, Los Supersónicos, Los Picapiedra, La Hormiga Atómica o Scooby-Doo.
A partir de entonces Tom y Jerry fueron independientes de su dupla creadora durante un tiempo, que estaba dedicada exclusivamente a la creación de esas nuevas animaciones que encantaban a los niños (y no tan niños).
En la década del 60 MGM decidió revivir al gato y al ratón y subcontrató a un estudio en Praga para ahorrar costos de producción y crear nuevos episodios para televisión. Dicen que el Tom y el Jerry de esa época son los peores de toda la historia. Tras las críticas recibidas la tarea de dar vida a los animales fue de Chuck Jones, conocido por su trabajo con Looney Toons en Warner Brothers.
Diez años después Hanna y Barbera decidieron volver a ellos. Hicieron nuevos episodios de Tom y Jerry siguiendo siempre la misma fórmula. Sin embargo, de acuerdo a la crítica, ninguno fue nunca tan bueno como los originales.
Tom y Jerry, con sus variantes y sus formas, son conocidos en todo el mundo: desde América hasta China y Pakistán. Sus creadores murieron ambos a comienzos de los 2000 pero el gato y el ratón son como esas obras de arte que se desprenden de todo contexto y circunstancias y tienen vida propia, cualquiera sea el tiempo y el espacio.
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