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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, febrero 24, 2020

Ojo con los datos: una verdad a medias puede ser peor que la mentira.


Ojo con los datos: una verdad a medias puede ser peor que la mentira por Claudio Zuchovicki.

Amigos lectores, hay un viejo dicho que sostiene: "Si la única herramienta que usted posee es un martillo, verá a todos sus problemas con forma de clavo."

En la Argentina este dicho aplica perfecto. Creemos siempre que nuestros problemas se resuelven con dinero. Pero nuestras repetidas crisis no son por falta de recursos; las causas son en realidad mucho más profundas, son culturales. Creemos que tenemos más derechos que obligaciones. De hecho, al menos siete veces nos prestaron mucho dinero (¡ni les cuento la última vez!) y seguimos con los mismos problemas. Luego le echamos la culpa al que nos prestó y creemos que la solución está en castigarlo con alguna quita. Créanme que esta vez no será diferente, por más quita que apliquemos y por más plazo que extendamos en un reperfilamiento, nuestros problemas no se resolverán, ya que el tema no es la deuda, sino lo mal que gastamos.

A esta altura del partido no entiendo cómo nuestra sociedad no entiende (y, además, aplaude ciertas situaciones) que las rupturas unilaterales de contratos firmados, a la larga, perjudican al que los incumple. Es fácil: gastamos más de lo que producimos y el país pide prestado; como somos incumplidores seriales, los que prefieren no tomar riesgo directamente no nos prestan. Entonces, ¿quién nos presta? Simple: los organismos estatales, multilaterales o algún organismo regulado obligado, y algunos de los inversores profesionales que saben asumir esos riesgos.

Luego, cuando se desata una crisis, los que no soportan ese riesgo o no tienen los recursos para esperar, asumen la pérdida y les venden sus títulos a otros especuladores, buitres o como usted quiera llamarlos, jurando no invertir nunca más en nuestro país. De esta manera, los nuevos inversores "son cobro-morosos" y a ellos sí les encanta lidiar con los riesgos, ya que pagan precios ridículos para comprar deuda incumplida. ¿Acaso el FMI, el Club de París o los fondos buitres no terminaron cobrando siempre todo, y encima con intereses punitorios? ¿Quién pierde entonces? Los de siempre: los organismos públicos (que se fondean con plata de los contribuyentes), las reservas de nuestro sistema previsional (los fondos de la Anses) y los argentinos que tuvieron la mala idea de financiar a su país comprando títulos públicos. Entonces, cada vez hay menos inversores locales y nuestro mercado de capitales es cada vez más pequeño. Conclusión: terminamos siempre mendigando ayuda externa, de algún país amigo o hasta del Papa.

Amigos lectores, hay otro viejo dicho que dice: "A nuestros hijos hay que intentar darles el dinero necesario para que puedan moverse, pero no tanto como para que luego no sepan hacer nada".

En la Argentina este dicho aplica perfecto. Si a los ciudadanos a los que justa y necesariamente asistimos no les enseñamos a valerse por sí mismos, no habrá contribuyente, prestamista o reperfilado que alcance para sostener esa estructura de gastos.

Como ya probamos varias veces resolver con el mismo martillo nuestros viejos problemas y no pudimos, decidimos jugar con nuestros indicadores, para que nos muestren una realidad diferente. Ya entramos en calor para justificar la nota de esta semana: una verdad a medias puede resultar peor que una mentira.

En la Argentina, las estadísticas parecen estar hechas también para demostrar lo que queremos demostrar. El producto bruto interno (PBI) se mide en pesos, pero se divide por el valor del dólar para comparar ciertos ratios en el tiempo. Un claro ejemplo de esos ratios es el de deuda/PBI. En 2015 la división se hacía por el valor del dólar oficial, que era 60% inferior al real. En consecuencia, el PBI daba más abultado de lo que realmente era y parecíamos más desendeudados. Después pasamos a tener un único tipo de cambio y se modificaron todos los ratios de golpe, distorsionándose todas las comparaciones. Ahora, una vez más, hay un 30% de brecha. A esta altura, ¿sirve comparar esos ratios para sacar conclusiones ciertas? No es lo mismo medir inflación con tarifas, dólar y con algunos precios congelados, que con precios surgidos de libre juego entre la oferta y la demanda. Una verdad a medias te lleva a sacar malas conclusiones.

Para ser fiel a la nota, permítanme jugar ahora a mí con algunos números, para justificar que, si bien resulta muy útil basarse en datos específicos o en estadísticas confiables, la interpretación de esos datos o estadísticas suele ser subjetiva y cada uno los utiliza, no como herramientas de anticipación, sino como un fundamento de confirmación de su idea previa.

El gran pensador Homero Simpson dijo en una ocasión: "Oh Kent! Las personas inventan estadísticas con tal de demostrar cualquier cosa y eso solo lo sabe el 14% de la gente." Algunos ejemplos de la vida cotidiana:

1) Sin dudas, Guillermo Vilas fue uno de los deportistas más brillantes de nuestro país. Como buen marplatense que soy, para mí fue el mejor de todos. Ganó en 1977 Roland Garros y el US Open. Ese año fue el número 1 del mundo. Según me enteré por este mismo diario, Vilas cobró como premio en los Estados Unidos US$33.000. Rafael Nadal, por ganar la última edición del mismo torneo, cobró un cheque de más de US$3 millones. Ustedes dirán: "Qué mala suerte tuvo Vilas. Nació en la época equivocada". Se equivocan. Vilas siempre cuenta sobre las inversiones que hizo con ese dinero en 1977 y cuánto representan las mismas hoy en día: créanme que multiplicó ese premio al menos por 100. Las estadísticas dirán que Nadal obtuvo más dinero que Vilas por ganar Roland Garros, pero muchas veces una verdad a medias nos puede llevar a conclusiones equivocadas.

2) Mi mamá me llevó a conocer DisneyWorld en 1979. Guardó la entrada toda la vida para hacerme saber y recordarme cada día que me llevó a Disney. Ya no tengo a mi madre, pero tengo la entrada y les cuento que costaba US$5. Yo llevé a mis hijos en 2005 y, por supuesto, guardé las entradas para hacerles saber y recordarles toda la vida que los llevé a Disney. Pagué por cada entrada US$25. Actualmente el precio supera los US$100. Congelaron a Walt, pero no los precios. Vale mucho más entrar, pero el parque temático era más rentable antes que ahora. La compañía crece más ahora por su generación de contenidos que por las ventas de tickets de los parques. Una verdad a medias nos puede llevar a conclusiones equivocadas. Este es un claro ejemplo que pone de manifiesto la pérdida del poder adquisitivo del dinero. Aquel que guardó US$1000 hace una década en una caja de seguridad o debajo del colchón, si bien hoy tiene la misma cantidad de dinero, compra muchos menos bienes.

3) En la Ciudad del Vaticano hay dos papas por kilómetro cuadrado. En Estados Unidos no hay ninguno. Se podría argumentar entonces que eso habla de la crisis de distribución espiritual del mundo globalizado. Podría sostenerse que el materialismo capitalista es por culpa de los grupos hegemónicos y concentradores del poder de la fe en un solo país.

4) También corremos el riesgo de alguna conclusión peligrosa: "El 20% de los accidentes de tránsito ocurre cuando el conductor está borracho". Por lo tanto, el 80% de los accidentes de tránsito ocurre cuando el conductor está sobrio. Entonces, es más seguro conducir borracho que sobrio.

5) Si calculo técnicamente la cantidad de gente que murió el mismo día que hizo un trámite bancario y la cantidad de gente que falleció en un accidente aéreo, ¿podría llegar a la conclusión de que es más riesgoso hacer un trámite bancario que un viaje en avión?

Buscamos salvarnos como sea y a costa de quien sea. Y si también lo están pensando, déjenme agregar con más ironía todavía la mención de las siguientes probabilidades:

* La de ser un deportista destacado y ganar una medalla olímpica es de 1 entre 662.000; la de mandar a algún político a que lo parta un rayo y que eso suceda, es de 1 entre 1 millón;

* la de una suba del dólar es de 75% (pero la probabilidad de que haya un aumento después de que uno venda dólares es de 100%).

* la de que haya un policía cerca cuando se lo necesita es de 8%, pero tenerlo justo en frente cuando se venció la verificación vehicular es algo probable en un 98%.

Conclusión: si sigo las estadísticas mundiales y sumo la gente que muere por accidentes de tránsito, más los que mueren por hechos de inseguridad, más los que mueren por enfermedades, por fumar, por tomar, por comer, por amar, por viajar, por ser sedentario, por excesos, por carencias. Señores, entonces ya deberíamos estar todos muertos. Sabiendo que viene el carnaval, ¡¡¡disfrute el domingo y deje de leer!!!

El autor es licenciado en administración con un posgrado en finanzas. Gerente de Desarrollo de la Bolsa de Comercio de Bs. As., director del IAMC, consultor del laboratorio de finanzas de la UADE

Por: Claudio Zuchovicki. Publicado en Diario “La Nación”, 23/02/2020.

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