Plaza Flores. Proselitismo peronista en las elecciones de febrero de 1946. |
Por Gustavo Dalmazzo.
Tras el triunfo político del 17 de octubre de 1945, el coronel Juan Domingo Perón comenzó a organizar su candidatura a la presidencia de la Nación. La Revolución iniciada el 4 de junio de 1943 iba a dejar un heredero consagrado por el voto popular y sin mediar fraude alguno, lo contrario a lo que había sucedido en noviembre de 1931, cuando los septembrinos del ’30 se retiraron imponiendo al general Agustín Pedro Justo como presidente.
Perón había sido secretario de Trabajo, ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación del gobierno revolucionario hasta el 8 de octubre de 1945, cuando la guarnición de Campo de Mayo se sublevó al mando del general Eduardo Ávalos quien le exigió al presidente, general Edelmiro Farrell, la destitución de Perón y el posterior encierro en la Isla Martín García.
LA PUEBLADA.
La pueblada del 17 de octubre, por otra parte también organizada por los amigos militares y sindicalistas de Perón, dieron por tierra los planes de Ávalos y algunos civiles vinculados a la Unión Cívica Radical. Farrell nuevamente presionado, pero en sentido contrario, liberó a Perón allanando el camino hacia la salida electoral, que ocurriría el 24 de febrero del siguiente año.
Pero si bien el Coronel había actuado intensamente en la política de esos años, era un militar y no un dirigente que provenía de la política, por lo tanto debía armar rápidamente una estructura electoral. Inmediatamente el dirigente telefónico Luis Gay y el de la carne, Cipriano Reyes, junto con otros referentes sindicales, organizaron la Junta Promotora del Partido Laborista, usando el mismo nombre del entonces poderoso partido político británico, que lideraba el primer ministro Clement Attlee. Eran, tanto en Gran Bretaña como en Argentina, los inicios del llamado “estado de bienestar”.
Pero sólo con los gremialistas no alcanzaba, es por eso que Perón buscó el apoyo de los experimentados políticos de la Unión Cívica Radical-Junta Renovadora: el abogado correntino Juan Hortensio Quijano y el santafecino Armando Antille, el abogado que había defendido a Hipólito Yrigoyen en las causas que le iniciara la dictadura de José Félix Uriburu.
No menos importante fue el apoyo que le dieron a la candidatura de Perón los conservadores aglutinados en los Centros Independientes organizados por el general Juan Filomeno Velazco, jefe de la Policía de la Capital Federal, antecesora de la Policía Federal Argentina, que llegaría a ser gobernador de Corrientes, su provincia natal, en 1949. Acompañó a Velazco en la tarea de lo que finalmente fue el Partido Independiente, el contralmirante Alberto Teisaire, ministro del Interior y también de Marina después de 1943 y que llegaría a ser senador nacional por la Capital Federal en 1946 y vicepresidente de la Nación en 1954, la única vez que en la historia política argentina se eligiera un vice, en esa ocasión por el fallecimiento del reelegido Quijano.
El armado de los independientes fue fundamental en la provincia de Buenos Aires. Al periodista conservador José Emilio Visca, edil e intendente de Pergamino, se le sumó Héctor Sustaita Seeber, dirigente de Vicente López y el intendente de San Andrés de Giles, Héctor José Cámpora.
BASE JURIDICA ELECTORAL.
Así Perón construyó su base jurídica electoral para los comicios de 1946 y que le permitió también articular las tres bases sociales que sustentaron su candidatura, es decir, los principales dirigentes sindicales, varios militares y hombres de la Iglesia Católica. Las mujeres seguramente también lo hubieran seguido, pero aún no habían alcanzado el derecho a sufragar.
La convivencia de los tres espacios no fue sencilla, especialmente por las rencillas entre los laboristas y los radicales de la Junta Renovadora. Estos últimos, que habían obtenido los mejores lugares en las listas de candidatos a legisladores fueron celados por los primeros. Seguramente Perón privilegió el conocimiento legislativo de los hijos de Hipólito Yrigoyen y que, además, iban a enfrentar a una coalición, la Unión Democrática, integrada por partidos políticos de fuste (la UCR, la democracia progresista, el socialismo y el comunismo, además del Partido Conservador que iba por fuera de la alianza electoral para no sentarse a la mesa con el Partido Comunista).
Visto desde esta perspectiva, los sindicalistas y los militares corrían con desventaja respecto de los viejos dirigentes de la política.
El día de la verdad, las urnas consagraron con el 53,71 % de los votos a la fórmula Perón-Quijano contra el 43,65 de la integrada por José Tamborini y Enrique Mosca. Estos últimos sacaron ventaja en San Juan, San Luis, Córdoba y Corrientes. Esta fue la única provincia que logró tener un no peronista de gobernador: Blas Benjamín de la Vega, de la UCR.
Al asumir la presidencia, Perón comenzó rápidamente a consolidar su poder y ordenó la disolución de los tres partidos que lo habían apoyado para unificarlos en uno nuevo: el Partido Único de la Revolución. Esta medida fue resistida por los dirigentes laboristas, aunque terminaron aceptándola, menos Cipriano Reyes, que pagó su resistencia con la cárcel.
El Partido Único de la Revolución existió con ese nombre hasta el 15 de enero de 1947, en que pasó a llamarse Partido Peronista; tuvo dos ramas: la sindical y la política. En 1949 se creó el Partido Peronista Femenino, integrado solamente por mujeres. La primera presidenta fue Eva Perón. El PPF tendría garantizado el 33% de los cargos que obtenía el peronismo. Luego de conseguir el sufragio femenino en 1947, por la Ley 13.010, Evita comprendió que la sola existencia de la ley no garantizaba la presencia de las mujeres entre los candidatos con posibilidades de ser electos, por eso la creación del Partido.
Esta exigencia del 33 % de los cargos para las mujeres se dio solamente en el Partido Peronista. En las elecciones del 11 de noviembre de 1951, en que volvió a imponerse la fórmula Perón-Quijano (recordemos que la Reforma constitucional de 1949 permitió la reelección) con el 63,61 % frente a la radical que llevó a Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, que obtuvo el 32,33 %, una gran cantidad de mujeres peronistas resultaron elegidas: 23 diputadas nacionales, 6 senadoras nacionales, y si se cuentan a las legisladoras provinciales fueron elegidas en total 109 mujeres. Por la UCR, el segundo partido del país, ninguna mujer accedió a un cargo electivo, y solamente la comunista Alcira de la Peña acompañó a Rodolfo Ghioldi en la fórmula presidencial.
En 1955, tras el golpe de Estado que derrocó a Perón, fueron prohibidos tanto el PP como el PPF. De todas maneras, el nombre de “peronista” se mantuvo hasta el año 1971, cuando la ley 19.102 prohibió que los partidos políticos contuvieran en su denominación designaciones personales y/o los términos “nacional” o “argentino”. Desde entonces el peronismo está representado en el Partido Justicialista.
* Historiador.
* Publicado en Diario LA PRENSA.
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