Pata de un tjpo de saurópodo junto a un pequeño cocodrilo del género Araripesuchus. Crédito: Joschua Knuppe. |
Científicos de CONICET publicaron recientemente el descubrimiento de unas inusuales pisadas de dinosaurio en La Buitrera, un yacimiento fosilífero ubicada en el departamento de El Cuy, en Río Negro. Se trata de huellas con marcas de la piel del costado y de la planta de los pies de estos animales, así como sus garras.
Estas rastros habrían pertenecido a dinosaurios saurópodos, una clasificación utilizada para agrupar a los denominados animales de «cuello largo». Las pisadas, descriptas en la revista científica Cretaceous Research, presentan un tamaño de entre 30 y 75 centímetros de largo; y entre 20 y 30 cm de profundidad.
El hallazgo se produjo en 2020, sin embargo, no fue hasta 2022 que se pudo continuar con el estudio de las pisadas.
La campaña fue encabezada por el reconocido paleontólogo Sebastián Apesteguía, uno de los redescubridores de La Buitrera a finales de la década de los 90′. A la investigación se sumaron Ignacio Díaz Martínez y Silvina de Valais, miembros del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG) de la Universidad Nacional de Río Negro, con sede en Roca.
La investigación contó con el apoyo del CONICET, la Fundación Azara, la Universidad Maimónides y la National Geographic Society. Además, del aval de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro -quien es responsable de autorizar este tipo de expediciones-.
¿Qué se sabe de las huellas de dinosaurios encontradas en La Buitrera?
Apesteguía explicó que las huellas de animales pueden hallarse “en planta”, cuando se pueden observar desde arriba, como si fueran marcas recientes. Pero en esta caso se las descubrió “en corte”, es decir, cuando se las examina desde el costado.
Los expertos pudieron observar que algunas de huellas, que se encontraban hundidas en el barro, tenían una serie de marcas vinculadas a estructuras del pie o de la mano, que los especialistas suponen que son escamas. También se observaron los ángulos de ingreso y salida del pie, así como las marcas poligonales de las escamas de la planta del pie. Y en un caso en concreto se aprecian marcas de garras curvas y alargadas.
Las huellas pertenecerían a dinosaurios saurópodos. |
Aunque los expertos pudieron determinar que las huellas corresponderían a dinosaurios saurópodos, no se pudo precisar si se trata titanosaurios o de rebaquisaurios, dos de los grupos que habitaban en aquel momento el área de La Buitrera.
“Entendemos que se trata de saurópodos por la forma cilíndrica de las pisadas, así como por las marcas que dejó la garra en una de las huellas, ya que se trata de garras que se encuentran unidas y no separadas en dedos. Sin embargo, como no alcanzamos a precisar si el animal que dejó las huellas tenía tres o cuatro garras, no podemos saber si se trató de un titanosaurio o de un rebaquisaurio”, indicó Apesteguía.
Los investigadores destacaron el nivel de preservación de las huellas. Esto podría deberse a las condiciones del ambiente en el que se produjeron hace 95 millones de años atrás.
La investigación fue encabezada por el paleontólogo Sebastián Apesteguía. |
En la zona antiguamente se emplazaba un desierto, que fue bautizado como «Kokorkom». Estas pisadas se habrían producido en un periodo particularmente húmedo, en el que la presencia de arcillas permitió que se marcaran mejor las pisadas en el terreno. De hecho, a tan solo 10 cm por debajo del nivel de las huellas, se observa un nivel con restos rotos de caparazones de tortugas de agua dulce.
En este sentido, Apesteguía destaca: “Estas huellas nos permiten no solo estudiar a los organismos que las dejaron sino también el ambiente, los sedimentos, la humedad y la época del año en que ocurrieron los acontecimientos”.
¿Qué importantes especies habitaron La Buitrera?
Los descubrimientos en la zona comenzaron casi de inmediato con la llegada de Apesteguía en 1999, según confesó el propio investigador en diálogo con Diario RÍO NEGRO. Pero casi en simultáneo con la crisis de 2001, los recursos estatales se acortaron y muchos de los proyectos sufrieron el oscuro ocaso que transitaba el país por aquellas fechas.
Sin embargo, esto no fue impedimento para que el equipo de trabajo de Apesteguía diera con importantes descubrimientos. A comienzos del milenio, y con 800 dólares en el bolsillo, que fueron donados mayoritariamente por el Club de Leones, decidieron hacer una tercera expedición en La Buitrera. En aquella ocasión dieron con la Najash rionegrina, una serpiente con patas que vivió durante el periodo Cretácico hace 90 millones de años.
El holotipo, es decir, el ejemplar por el cual conserva su nombre la especie, se encuentra en el Museo provincial de Cipolletti “Carlos Ameghino”, donde es consultado por investigadores de todo el mundo. Incluso su importancia le valió el reconocimiento de la revista inglesa Nature, una de las publicaciones científicas más relevantes a nivel mundial.
También durante ese año se dio con los primeros restos del Cronopio dentiacutus, un mamífero con un cráneo de menos de 5 centímetros y de hocico largo similar a “Scrat”, la simpática “ardilla” que volvió famosa la franquicia americana “La Era del Hielo”.
“Cronopio se volvió el primer ejemplar de este tipo de mamíferos hallado con cráneo completo en el mundo”, mencionaron sus descubridores. Hasta el momento, debido a su fragilidad y diminuto tamaño, solo se habían encontrado pequeños fragmentos.
En 2004 Buitrerraptor gonzalezorum -que también se encontró en La Buitrera- se volvió tapa de la revista Nature tras convertirse en el carnívoro pequeño más completo de toda Sudamérica. Este animal vivió entre 92 y 95 millones de años. Es pariente de los velocirraptores, presentaba un hocico esbelto y plano, dos miembros anteriores largos y dos patas con garras retráctiles.
A finales del 2022, se descubrió una nueva especie completamente nueva para el hemisferio Sur, el Jakapil kaniukura. Este animal pertenece al suborden de dinosaurios tireóforos o “acorazados” que habitaron la Tierra desde principios del período Jurásico (hace aproximadamente 200 millones de años) hasta fines del Cretácico (hace alrededor de 65 millones de años).
“Es un fósil que nos sorprendió un poco porque nos tuvo muchos años pensando que era otra cosa», relató a Diario RÍO NEGRO, Apesteguía.
Publicado en Diario "Río Negro".
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