Por algunas horas se podía hacer un viaje imaginario a
España. O bien uno podía situarse en un clima cargado de recuerdos de la Europa
que dejaron.
Se mezclaron anécdotas, recuerdos, hubo aplausos, algunas
lágrimas, bailes típicos, aromas, sabores y un ambiente familiar de puertas
abiertas.
Fue un reducto de inmigrantes, donde los demás éramos
invitados, tan bien recibidos que uno podía sentirse como se sentían ellos.
Claro, la cuestión era observar, atender, escuchar y sobre
todo disfrutar de esa convocatoria que se planteó un objetivo como la difusión
y lo logró con creces, apelando a la historia, a los recuerdos, a las
tradiciones.
En la Feria del Comahue de Regina, que se hizo el fin de
semana pasado, el Municipio de Huergo montó su globa para difundir su fiesta de
otoño, donde la paella fue la gran protagonista. Claro, ahora el objetivo era
mostrar esa fiesta y sus tentaciones para que en la próxima edición sean muchos
más los que vayan.
Lo hizo desde la tradición que llegó con cada español que
tiene la paella tan incorporada como muchas costumbres que no perderán, por
suerte, jamás.
Y debo admitir que pudieron inventar un microclima tan pero
tan lindo que por un instante el mismo pueblo del Alto Valle parecía ser un
pedacito de España. Señoras y señores muy bien vestidos, bailarinas
incansables, paelleros sabedores de cada sabor y condimento, música bien
española, vinos de esta parte del país y muchas ganas de rescatar la historia
conformaron el mejor ambiente imaginable.
Hicieron eso, refrescaron la memoria de muchos, contaron
historias y pusieron en presente esos aromas que muchos dejaron hace décadas y
décadas cuando vinieron a esta parte del continente.
Una fiesta que quiere ser grande se mostró en pequeña
escala, pero valió la pena la iniciativa de la comuna que rescató una tradición
y la hizo más popular.
La tradición es también lo que uno trae consigo mismo y esta
región está cargada de inmigrantes que vinieron a este país con una carga de
sabidurías que pasaron también a ser nuestras. De eso se trató este encuentro
que por tres días se mudó a Regina, pero que seguro formará parte del
patrimonio de Huergo.
Bienvenidas las iniciativas como las de Huergo que rompió el
molde de los festivales que parecen un calco, que fue más allá y pensó en algo
que fuera una invitación a visitar el pueblo, que apostó a las comidas y a las
tradiciones de españoles convertidos en argentinos, pero que jamás dejaron de
lado sus costumbres.
Ojalá cada pueblo pueda mostrar a través de una fiesta cómo
es su gente, porque en definitiva es lo que lograron los organizadores, que con
una fiesta simple, sin ostentaciones ni derroches de ningún tipo, instalaron un
atractivo lleno de personalidad.
Éstas son las fiestas que perduran, las que muestran algo
distinto, las que invitan y tientan con algo que uno no hace todos los días.
Y es un gran desafío instalarla para que siga por años.
Tal vez en poco tiempo la fiesta de las paellas sea tan
tradicional que su realización en el calendario implique una visita ineludible.
Tal vez otros pueblos tengan cientos de historias,
costumbres y tradiciones guardadas pero que el resto no conoce. Ahí está la
clave, en elegir una fiesta de la que todos hablen, que apenas termine una
edición ya se piense en la que sigue.
Mensaje recibido en correo electrónico:
ResponderBorrarGracias a usted por difundir las notas.
Un abrazo. Jorge Vergara.