El Rey se puso de pie.
Porque el Señor Dios omnipotente reina.
Porque el Señor Dios omnipotente reina.
Los reinos de este mundo se han convertido
En el reino de nuestro Señor y de Su Cristo;
Y reinará por siempre y siempre.
Rey de reyes, y Señor de señores.
Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!…. Aleluya!!!!!!!
La palabra aleluya, (←halaluiah(latín)← הַלְּלוּיָהּ [Halləluya, Halləlûyāh](hebreo), «¡Alaben a Dios! ¡Gloria al Señor!» )? es una exclamación de júbilo originaria del judaísmo muy común en esta religión y también en el cristianismo que la adoptó para su uso litúrgico. Para la mayoría de los cristianos, esta es la palabra más alegre para alabar al Señor. Aleluya: adaptación de la expresión hebrea hallet-lu-Yáh, que significa “alaben [ustedes] a Yah” o “alabad a Yah”. http://es.wikipedia.org/wiki/Aleluya
El oratorio “El Mesías” de Jorge Federico Haendel es muy común por lo sublime escucharla en épocas de Navidad el más conocido es el Aleluya pero pocos conocen como fue compuesta esta obra magnifica de la música sacra.
Cuenta Enrique Mariscal, con palabras claras y a la vez ejemplificadoras que Haendel estaba “Enfermo, censurado por la estética musical inglesa; con riesgo de ir a la Torre de Londres en prisión por deudor moroso; no quería vivir, sin fuerzas, mal alimentado, destruido por la depresión, asistido por su empobrecido criado, sin horizontes ni alegría alguna… "Basta conmigo… Sin fuerza... no quiero vivir sin fuerza", repetía. Estaba acabado. Tenía 56 años.”
Luego prosigue en su relato estremecedor:
“En su desesperación, Haendel increpó a Dios: por indolente, por distraído, por cruel. Como única respuesta un rayo imprevisto irguió su derrumbada contextura, mientras en su abandonada mesa de trabajo leyó: "¡Confórmate! Y di con fuerza tu palabra".
Haendel inclinó la cabeza, ahora sacudida por una tempestad, sobre las viejas hojas de música. Había desaparecido el cansancio; todo era un goce creador. Durante 14 días con sus 14 noches, no comió, ni durmió, como si hubiese enloquecido. No dejaba de trabajar y cantar. Quería levantar su testimonio de gratitud y júbilo.
Sólo quien ha llegado a la raíz misma del dolor, puede saltar a la alegría con ese vigor. Otro se hubiera dado por vencido. En cambio, un músico destruido, solo, sin ninguna violencia, fue capaz con su genio, de poner de pie al rey de Inglaterra.” –termina con enorme sabiduría el escritor Enrique Mariscal.
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