En el 38, defendiendo su triunfo electoral a puro Colt 38 y Winchester, Amadeo Sabattini les ganó a los conservadores la gobernación de Córdoba. Días después, hizo pintar los autos oficiales de colores estridentes. Debía quedar en claro por dónde andaban los vehículos. Y así saber si los funcionarios los usaban para trámites personales. Y no pasó mucho para que este revoltoso y decidido médico de Río Cuarto -cuya cuna ideológica supo de dosis de anarquismo- en un pasillo de la Gobernación se cruzara con un pariente.
-¿Qué haces acá, pibe?, le preguntó.
-Bueno...me designaron en un cargo...
Don Amadeo calló. Pero investigó. Y supo entonces que un hombre de su confianza, en tren de voluntaria y firme obsecuencia para con el gobernador, era el responsable de la designación. Rápido para clavar la pica en Flandes, don Amadeo chilló.
-Mientras sea gobernador, no puede haber dos Sabattini viviendo del presupuesto...¡El pueblo votó un solo Sabattini!...
Se transcribe un fragmento de "DON AMADEO Y LOS PARIENTES EN EL ESTADO" de Carlos Torregno, publicado en el diario "Río Negro" (edición Nro. 23.307, 28-6-2013), página 26.
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