NOTICIA DEL DIARIO "PERFIL" 31-5-2013.
El Monumento a Cristóbal Colón,ubicado en la plaza homónima frente a la fachada oriental de la Casa Rosada, es el centro de una fuerte polémica que involucra a la Presidencia, a la colectividad italiana en Argentina y a varias ONGs que promocionan la conservación del patrimonio arquitectónico de Buenos Aires.
El Gobierno nacional decidió en marzo el traslado del monumento a la ciudad de Mar del Plata,para reemplazarlo por el de Juana Azurduy, guerrera de la Independencia nacida en Sucre (Bolivia), lo que indignó a la comunidad italiana en Argentina, que considera la mudanza "un atropello" a su historia. La estatua de Azurduy será financiada con un millón de dólares donados por el gobierno de Evo Morales.
Creada por el escultor italiano Arnaldo Zocchi, el monumento a Cristóbal Colón, que pesa 623 toneladas, fue construido con fondos que aportaron el gobierno italiano y la colectividad italiana residente en Argentina, con motivo del centenario de la Revolución de mayo de 1810, para agradecer la hospitalidad de los argentinos hacia los inmigrantes de ese país.
La piedra fundamental se colocó el 24 de marzo de 1910, en presencia del presidente Figueroa Alcorta, pero el monumento llegó desde Italia muchos años más tarde, en junio de 1921, cuando se inauguró la obra, con la presencia del presidente Hipólito Yrigoyen y numerosos italianos que hicieron aportes financieros para su construcción.
"Posee un significado especial para nosotros, ya que los italianos que llegaban aquí lo veían desde el puerto", explicó Valentina Vita, miembro del Comité de Italianos en el Exterior en Buenos Aires a la agencia Télam. “No entendemos que por decisión del Gobierno actual, sin consultarnos a nosotros, decidan trasladar un monumento que lleva en el mismo sitio desde 1910”, agregó.
Rechazo a la mudanza. La comunidad italiana teme que de llevarse a cabo el traslado, la imagen del navegante sufra importantes daños en su nueva ubicación. "El temor que tenemos es que se destruya, porque no se puede trasladar 400 km algo que está desde hace 100 años acá", señaló Darío Signorini, miembro del Comité Italiano en el Exterior (Comites), en declaración al diario La Nación.
Pero también se manifiesta por motivos más cercanos al sentimiento. “Colón no es la Thatcher, no es un invasor, es el descubridor de América”, se manifestó Tullio Zembo, exdiputado ítalo-argentino y director del diario L’Italiano. Reseñado por Clarín, Zembo afirmó sentir "como una ofensa" y "como agua helada" la noticia del traslado del monumento. "Primero cerraron la plaza y ahora hacen esto", se quejó.
"Somos una de las colectividades más grandes del país, pero no nos tienen en cuenta ni nos consultaron. Si quieren sacar el monumento por un motivo de seguridad o una razón entendible, está bien, pero en todo caso que lo muden a otra plaza porteña, porque fue un regalo a la Ciudad, no a Mar del Plata”, aseguró.
Por su parte, la "Solidarieta Italiana Emigrati nel Mondo" redactó un comunicado en el que presentaba su reclamo hacia la Presidencia, afirmando que el monumento "es un símbolo del agradecimiento de todos los emigrantes italianos a la patria Argentina que nos recibió abriéndonos los brazos brindándonos un nuevo futuro".
Pese a los reclamos, el Gobierno nacional afirma que está plenamente autorizado a su traslado. Una ley aprobada por la Legislatura porteña en 2008 lo autoriza a disponer, conservar y mantener el espacio ubicado atrás de la Casa Rosada. Según la Ley Nacional 24.588, que garantiza los intereses del Estado nacional en la Ciudad, la Nación "conserva todo el poder no atribuido por la Constitución Nacional al gobierno autónomo de la ciudad de Buenos Aires, y es titular de todos aquellos bienes, derechos, poderes y atribuciones necesarios para el ejercicio de sus funciones".
EDITORIAL DEL DIARIO "RÍO NEGRO - 4/6/2013.
La cacique Cristina.
Para indignación de muchos porteños y de quienes se sienten
orgullosos de sus raíces italianas o españolas, y para perplejidad de todos los
demás salvo una pequeña minoría de revisionistas enfervorizados, la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner ha ordenado el traslado del casi centenario
monumento a Cristóbal Colón, que pesa 38 toneladas, de su lugar en la Capital
Federal a Mar del Plata. Quiere reemplazarlo por una estatua de Juana Azurduy
que, además de mujer, nació en América, si bien en una parte que andando el
tiempo sería Bolivia, y luchó de manera destacada en las guerras de la
independencia bajo el mando de Manuel Belgrano y Martín Miguel de Güemes.
Parecería que a Cristina le molesta sobremanera tener al lado de la Casa Rosada
un recordatorio pétreo del italiano que sirvió a la corona española, de ahí la
decisión de enviarlo a la "Ciudad feliz" donde no tendrá que verlo
por la ventana del edificio en que trabaja.
Se entiende: a juicio de Cristina, Colón era un agente del
imperialismo europeo, o sea, un derechista reaccionario y, por lo tanto, el
gran responsable de la derrota de los "pueblos originarios" y la
colonización del hemisferio occidental, un personaje malísimo que a lo sumo
merecería ser recordado por algunos marplatenses memoriosos. Se trata de una
idea que es popular entre aquellos izquierdistas que se han convencido de que
todos los desastres sufridos por el género humano se han debido a la perversidad
de los europeos que, motivados por la codicia y el sadismo, sembraron muerte y
destrucción en el mundo al atacar alevosamente a pueblos pacíficos
acostumbrados a vivir en armonía con la madre naturaleza. Desgraciadamente para
los Qom, que esperan desde hace años que el gobierno preste atención a los
atropellos que sufren en el feudo kirchnerista de Formosa, la solidaridad de
Cristina con dichos pueblos no se extiende a sus descendientes.
Si la presidenta fuera una militante indígena resuelta a
encabezar la reconquista de la Argentina, remedando así la larga campaña en que
los españoles cristianos se libraron de los moros, la hostilidad que siente por
Colón y, según parece, todo cuanto a sus ojos simboliza podría considerarse
lógica, pero sucede que, lo mismo que su marido fallecido, es, que se sepa, de
ascendencia exclusivamente europea. También lo son muchos otros que, por
razones, es de suponer, psicológicas, quieren creerse víctimas del imperialismo
de los "blancos" cuando, mal que les pese, son ellos mismos producto
de lo que juran odiar. Al fin y al cabo, de no haber sido por los viajes de
Colón y el arrojo de quienes colonizaron lo que para ellos era el "nuevo
mundo", la Argentina que conocemos no existiría. ¿Cree Cristina que
hubiera sido mejor que toda América quedara en manos de los "pueblos
originarios"? Puede que sí, pero sería un tanto extraño que la presidenta
pensara que el país que trata de gobernar es fruto de un error o, peor, de un
crimen histórico imperdonable.
Sea como fuere, el monumento al "almirante del mar
océano" está al centro de una nueva disputa que está agitando a los
porteños y los kirchneristas que, conforme a los exégetas, están librando una
guerra cultural en que la historia nacional es uno de los campos de batalla más
importantes. El gobierno porteño de Mauricio Macri logró que la Justicia
Federal frenara el operativo de traslado, que ya había comenzado, de lo que la
Legislatura ha declarado un "bien integrante del patrimonio cultural de la
ciudad de Buenos Aires", tesitura que comparten plenamente los
representantes de las comunidades italiana y española que están hartas de
desempeñar el papel de los malos en el relato antieuropeo, cuando no
antioccidental, de Cristina y sus militantes. Huelga decir que nadie está en
contra de construir monumentos esculturales a Juana Azurduy, que, de todos
modos, no aspiraba a borrar absolutamente todo lo sucedido a partir de octubre
de 1492. Con todo, parecería que los macristas han optado por tomar en solfa la
iniciativa excéntrica de Cristina, tratándola como un nuevo episodio de la saga
protagonizada por una presidenta decidida a "ir por todo"; el jefe de
gabinete de la metrópoli, Horacio Rodríguez Larreta, dice temer que "si
dejamos que esto pase, mañana nos afanan el Obelisco", mientras que Macri
sospecha que el Monumento de los Españoles podría figurar en la lista negra de
Cristina.
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