¿Qué hay de cierto sobre la supuesta homosexualidad del creador de la Bandera? ¿Dónde nació el rumor?
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Como todos sabemos Manuel Belgrano nació en 1770. Cabe destacar que su apellido era Peri, originario de la región de Liguria, en Italia. Su padre Domenico llegó a España y se lo cambió por Belgrano.
En 1786, el joven Manuel, partió hacia España enviado por su padre para instruirse en las artes del comercio. Sin embargo, se decidió a estudiar derecho. En la Universidad de Salamanca se graduó de abogado en 1793.
El flamante letrado era un hombre de rasgos finos y delicados; ojos azules y de cabello rubio ensortijado. Aparte de su particular belleza, era un hombre de brillante inteligencia, hablaba varios idiomas; francés, italiano e inglés.
Estas cualidades hizo que muchas mujeres de la corte española se enamoraran de él y tuviera una importante cantidad de romances, que la mayoría de sus biógrafos han obviado.
Aparte de ser un hombre que concurría habitualmente a las tertulias cortesanas, el exitoso abogado visitaba junto a sus amigos, burdeles y posadas. Fue por esos tiempos que contrajo sífilis, una enfermedad que años después lo llevaría a la tumba.
También, en aquel momento, el alcohol fue otra de sus adicciones. A pesar de todos estos vicios "pecaminosos", no hubo impedimento para que Belgrano se dedicara al estudio con pasión, especializándose en economía.
Y para que, con los años, abrazara los nuevos ideales de libertad que se gestaba en el vecino país de Francia.
Los amores de Manuelito
Llegado a Buenos Aires, a fines del siglo XIX, don Manuel estuvo relacionado con la alta sociedad porteña. En 1802, conoció a María Josefa Ezcurra, hermana de doña Encarnación, cuñada de Juan Manuel de Rosas y que había contraído matrimonio con su primo Juan Ezcurra.
Ambos se conocieron después de una tertulia y a pesar de que Belgrano sabía que María Josefa estaba casada, inmediatamente se enamoraron. La relación se prolongó por unos meses, hasta que nació un hijo que se llamó Pedro, y que fue adoptado por el matrimonio Rosas. Él nunca quiso casarse.
Otro de sus amores fue el de Dolores Helguera, una hermosa tucumana de 15 años.
Belgrano contaba con 46 cuando fue invitado a un baile por los festejos de la declaración de la Independencia, allí se conocieron y se enamoraron inmediatamente. A lo largo de dos años no dejaron de verse y la pareja fue el comentario social de la época. De esta relación nació, el 4 de mayo de 1819, Manuela Mónica del Corazón, la que fue bautizada en Tucumán tres días después.
En ese año, Belgrano, estaba con su ejército en Córdoba y pidió a las autoridades ser relevado de su cargo para restablecer su salud, dicha petición fue concedida por el Director Supremo.
Regresó a Tucumán para conocer a su hija, pero tuvo que volver a Buenos Aires a mitad de camino por su enfermedad.
Luego de nacer Manuela, su madre, Dolores fue obligada a casarse con un catamarqueño de apellido Rivas.
Días antes de fallecer, en 1820, Belgrano encomendó a don Juan Manuel de Rosas que cuando fuera mayor, le dijeran a Pedro que era su hijo. Tiempo después, don Juan Manuel cumplió con ese mandato. Fue desde entonces que el joven empezó a firmar Pedro Belgrano y trabó relación con su hermanastra tucumana, Manuela Mónica.
Rumores de su homosexualidad
Algunos autores dejaron ver entre líneas la supuesta homosexualidad de Manuel Belgrano. Lo cierto es que todo fue una versión que dejó correr el entonces coronel Manuel Dorrego. Tal vez, por envidia o por despecho. La “habladuría” se basa en que el entonces general del ejército del Norte tenía finos modales y que su voz aflautada se contraponía a los estereotipos de “virilidad”.
En 1813, Belgrano instruía a sus tropas ordenando a sus soldados. Al escuchar su débil voz, el comandante Dorrego largó una carcajada burlándose. Desde entonces, éste último alimentó el rumor. A esto, se suma otro acontecimiento...
Un día, el creador de la Bandera, invitó a una cantante peruana llamada Chilma para presentarse ante la sociedad tucumana. La artista se había indispuesto y envió sus disculpas por medio de un criado al general, que estaba reunido con sus oficiales. En aquellos tiempos, eran las damas las encargadas de realizar estos eventos y quedaba mal que un militar interviniera.
Por segunda vez, Dorrego volvió mofarse y lanzó una falsa versión popular de su condición, que se mantuvo a través de mucho tiempo.
Nota que pertenece a Carlos Campana publicada en el Diario "Los Andes" de Mendoza, domingo 23 de junio de 2013.
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