Enrique Santos Discépolo fue un poeta que, con angustia existencial, “pintó de cuerpo entero” el escenario del
azar insolente de Siglo XX donde se mezclaban los valores; fue el “filósofo del
barrio”, un gran compositor sin esa “magia” de un Homero Manzi.
Fue también actor y se lo recuerda por sus trabajos en las películas “yira, yira” en 1930 con Carlitos Gardel y
“El Hincha” en el año 1951 (entre otras).Fue también actor y se lo recuerda por sus trabajos en las películas “yira, yira” en 1930 con Carlitos Gardel y
Nacido en el barrio de Balvanera, el 27 de marzo de 1901, quinto hijo y último de un músico de orquesta napolitano llamado Santo
Discépolo, quedó pronto huérfano.
El padre estudió en el Conservatorio Real de Nápoles viajó a Buenos Aires donde dirigió la banda de la policía y de bomberos.
El padre estudió en el Conservatorio Real de Nápoles viajó a Buenos Aires donde dirigió la banda de la policía y de bomberos.
Decía Discépolo a manera de autobiografía:
“Nací el 27 de marzo de 1901… Como ven,
camino por la vida un paso atrás de nuestro siglo. Yo bien quisiera ir un paso
adelante, pero le tengo miedo al papel de precursor. De mi infancia conservo
pocos recuerdos. Mejor dicho, procuro no conservarlos. Tuve una infancia
triste. […] A los cinco años quedé huérfano de padre y antes de cumplir los
nueve perdí también a mi madre. Entonces, mi timidez se volvió miedo y mi
tristeza, desventura. Recuerdo que entre los útiles del colegio tenía un
pequeño globo terráqueo. Lo cubrí con un paño negro y no volví a destaparlo. Me
parecía que el mundo debía quedar así, para siempre, vestido de luto”(“Escritos
inéditos de Enrique Santos Discépolo” de Norberto Galasso).
Su hermano Armando Discépolo fue un ponderado director
teatral y dramaturgo argentino que vivió hasta 1971; se lo considera creador del
grotesco criollo con personajes pobres y miserables donde se reflejan miserias de un orden social muy despiadado e
injusto.
Tras fallecer sus padres, su hermano Armando que le llevaba
unos 14 años se convirtió en su maestro y le descubrió la vocación por el
teatro.
En 1918 escribió sus primeras obras de teatro; estrenó algunos sainetes escritos junto a Marco Polco y al actor Miguel Gómez Bao.
En una gira de la compañía de Blanca Podestá, corría el año 1.925, escribió el tango “Bizcochito”.
En 1918 escribió sus primeras obras de teatro; estrenó algunos sainetes escritos junto a Marco Polco y al actor Miguel Gómez Bao.
En una gira de la compañía de Blanca Podestá, corría el año 1.925, escribió el tango “Bizcochito”.
En 1925 ó 1926 compuso el tango “Qué vachaché”.
Se puede afirmar que hay unos cinco tangos que trazan una versión desencarnada de la realidad efectiva del (país o el mundo) que describen (como decía Joan Manuel Serrat sobre el tango “Cambalache” “el siglo XX difícil, complicado y marrullero” y diría el Siglo XXI ¡también!).
Esas obras maestras son: de Enrique Cadícamo “Al Mundo le
falta un tornillo”, “Que vachaché” y “¿Qué sapa Señor?” junto con “Cambalache”
y la quinta “Bronca” de Mario Batistella con música de Edmundo Rivero.
En el tango “Qué Vachaché” “pintó de cuerpo entero” la patente realidad y decía:
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar
el corazón,
tirar la poca
decencia que te queda.
… … … …
El verdadero amor se ahogó en la sopa;
la panza es reina y el dinero Dios
¿Pero no ves, gilito embanderado,
que la razón la tiene el de más guita,
que la honradez la
venden al contado
y a la moral la dan por moneditas?
Enrique Santos Discépolo tenía unos 25 años y empieza con
sus letras que están más allá de las modas o lo pasajero. “El tango se estrena
en el teatro Urquiza de Montevideo ese mismo año. La cantante que lo interpreta
por primera vez se llama Mecha Delgado” “El crítico teatral José Pedro Blixen
Ramírez, lo ve tan desolado, tan abatido que en voz baja le comenta a un amigo:
“Lo que me atrevo a asegurarte es que este pobre muchacho no vuelve a escribir
un tango en el resto de sus días” escribe Manuel Abet. En Buenos Aires, lo estrenó Tita
Merello con similar resultado.
En 1928 saldría a la luz “Esta noche me emborracho” que tiene dureza
en sus versos pero a la vez el sarcasmo humorístico: “Al verla así rajé, pa´no llorar” “Esta noche me emborracho bien/
m mamo ¡bien mamado!/ pa´no pensar” la interpretación de Azucena Maizani es
todo un éxito.
“Grité el dolor de muchos, porque así estoy más cerca de
ellos. Usé un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores
a las academias. Los pueblos claman, gritan y ríen sin motivos” pensaba este observador no sólo del contexto social
sino de las actitudes de las personas. Cuenta
Luis Cardillo en “Los tangos de Sabina” que “Un día, al entrar a su casa,
se encuentra con una reunión de artistas de esa época. Tania (su mujer), Ángel
Magaña, Osvaldo Miranda, Olinda Bozán y otros.
Pregunta si estaban planeando un asalto y se ofrece de hacer
de campana.
Le explican que una inmobiliaria muy conocida (Vinelli)
había puesto a remate unos terrenos baratos en Villa Gesell, y entre todos
decidieron comprarlos. Discépolo comenzó a reírse a carcajadas y les preguntó
si estaba locos “¿Un pedazo de tierra? ¿Van a comprar un pedazo de planeta?
¿Para qué? ¿Se lo van a llevar a algún lugar cuando se mueran? ¿Para qué les
puede servir un trozo de tierra? Gasten la guita en vivir, otarios”.
Ese “filósofo atemporal” que en 1945 se preguntaba:
¿Dónde
estaba Dios cuando te fuiste?
¿Dónde estaba el sol que no te vio?
¿Cómo una mujer no entiende nunca
que un hombre da todo, dando su amor?
¿Quién les hace creer otros destinos?
¿Quién deshace así tanta ilusión?
¡Soy una canción desesperada
que grita su dolor y su traición...!
Que denuciaba las nivelaciones donde en la mescolanza da "lo
mismo ser derecho que traidor, / ignorante, sabio, chorro, / generoso,
estafador".
"Aunque te quiebre la vida, /aunque te muerda un dolor,
/ no esperes nunca una ayuda, / ni una mano, ni un favor" (Yira, Yira”).
Cuando escribe su “Yira, yira” donde dice (sin vueltas) “verás
que todo es mentira / verás que nada es amor” con el tiempo diría a modo de
disculpa “Los golpes y los años serenan” y comenta que por aquellos años tenía “veinte
años menos y mil esperanzas más”.
Falleció el 23 de diciembre de 1951 de un síncope al corazón
a los 50 años aunque su esposa Tania decía que fue de tristeza.
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