ROMA (Corriere della Sera).- A lo largo de la entrevista, Francisco también se refirió a su relación con la Argentina, los viajes que le esperan, su visión del mundo , los libros que está leyendo y sus años de juventud.
¿Siente nostalgia de su Argentina?
La verdad es que no siento nostalgia. Querría ir a ver a mi hermana, que está enferma y es la única que queda de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero eso no justifica un viaje a la Argentina: la llamo por teléfono y con eso alcanza. No tengo pensado ir antes de 2016, porque en América latina ya estuve cuando fui a Río. Ahora tengo que ir a Tierra Santa, a Asia y después a África.
Hace poco tuvo que renovar su pasaporte argentino. Usted es para siempre un jefe de Estado.
Lo renové porque se vencía.
¿Su viaje a Tierra Santa conducirá al acuerdo de intercomunión con los ortodoxos que Pablo VI, hace 50 años, estuvo a punto de sellar con el patriarca Atenágoras?
Estamos todos muy ansiosos por obtener resultados "cerrados". Pero el camino de la unidad con los ortodoxos implica sobre todo caminar y trabajar juntos. En Buenos Aires, a los cursos de catecismo venían ortodoxos diversos. Yo pasaba Navidad y el Día de Reyes con los obispos ortodoxos, que muchas veces también pedían consejo a nuestras oficinas diocesanas. No sé si será cierto lo que se cuenta de Atenágoras, que le habría propuesto a Pablo VI ir a caminar juntos y mandar a todos los teólogos a una isla a discutir entre ellos. Es un broma, pero lo importante es caminar juntos. La teología ortodoxa es muy rica.
Dentro de algunos años, la primera potencia del mundo será China, con la que el Vaticano no mantiene relaciones. El misionero Matteo Ricci era un jesuita, como usted.
Estamos cerca de China. Le envié una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Hay contactos. Es un gran pueblo al que quiero mucho.
¿Por qué no habla nunca de Europa? ¿Qué cosa no lo convence del programa europeo?
¿Se acuerda de lo que dije sobre Asia? ¿Qué dije? [el cronista tarda en darse cuenta de que ha caído en una amable zancadilla]. ¡Nunca hablé de Asia! Ni de África ni de Europa. Sólo hablé de América latina cuando estuve en Brasil, y cuando recibí al Celam. Todavía no tuve ocasión de hablar de Europa. Ya verá.
¿Qué libro está leyendo?
Pietro e Maddalena, de Damiano Marzotto, sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un libro bellísimo.
¿Y no se anima cada tanto a ver alguna película, otra de sus pasiones? La gran belleza acaba de ganar el Oscar. ¿Piensa verla?
No sé. La última película que vi fue La vida es bella, de Benigni. Y antes había visto La Strada, de Fellini. Una obra maestra. También me gustaba Wajda.
San Francisco tuvo una juventud alocada. Le pregunto, ¿alguna vez se enamoró?
En El jesuita, cuento que a los 17 años tuve una noviecita. Y también lo menciono en El cielo y la tierra, el volumen que escribí con Abraham Skorka. Y cuando estaba en el seminario, hubo una chica que me hizo perder la cabeza durante una semana.
¿Y cómo terminó, si no es indiscreción?
Ésas eran cosas de jóvenes. Las hablaba con mi confesor [gran sonrisa]
Entrevista al Papa Francisco que no siente nostalgia de la Argentina según declara en una entrevista que publicara el Diario argentino "La Nación", miércoles 05 de marzo de 2014.
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