“Yo conozco una calle que hay en cualquier lugar
y la mujer que amo con una boina azul”.
Raúl González Tuñón se lo considera “la vanguardia literaria”
de nuestra Argentina de los años ´20. Por esos años como era costumbre o moda
de los intelectuales viajaran a Europa.
Vivió en París y también en Madrid donde trabó relación con César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda.
Vivió en París y también en Madrid donde trabó relación con César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda.
En sus tareas de índole periodista González Tuñón trabajó en
diario “Crítica” de Natalio Botana. Un diario sensacionalista de esos años donde brindó espacio a Jorge Luis Borges, Conrado
Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Carlos de la Púa, Alfonsina Storni y Ulyses
Petit de Murat y en diario "Clarín", donde escribió crítica de artes
plásticas y crónicas de viajes.
“Se casó con Amparo Mom y trabó una profunda amistad con
Pablo Neruda y su esposa Delia del Carril (también argentina). Cuando estalló
la Guerra Civil Española, ambas parejas se trasladaron desde Madrid a Santiago
de Chile y compartieron una misma casa. Secundó al poeta chileno en la
fundación de la sección chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa
de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso Escritores de
Valencia, realizado en Barcelona, en medio de los bombardeos franquistas”
(Wikipedia).
El primero de febrero de 1946, ante la inminencia de la elecciones
presidenciales, Raúl González Tuñón firma
la “Declaración de escritores en apoyo a la Unión Democrática" junto con
Victoria Ocampo, Borges y Sábato. La Unión Democrática fue una alianza
electoral contra el entonces Coronel Perón, con el respaldo del embajador
norteamericano Braden, de la que
participaron diversos partidos políticos, entre ellos, la Unión Cívica Radical,
el Partido Socialista, el Partido Democrata Progresista, el Partido Demócrata
Nacional y el Partido Comunista. La fórmula presidencial estuvo integrada por
Tamborini y Mosca, ambos del radicalismo.
“El poeta no debe renunciar a ser poeta, pero esto no quiere
decir que renuncie a ser hombre”
Por los años ´50 y ´60 su influencia es tal que se lo
considera como uno de los los fundadores de una corriente moderna de poesía
urbana.
Colaboró con la revista Martín Fierro, en la que participaron
escritores de la talla de Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis
Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza… ni
más ni menos.
Afiliado al Partido Comunista de la Argentina. Murió el 14 de agosto de 1974 a los 69 años.
EL POETA MURIÓ AL AMANECER
Sin un céntimo, tal como vino al mundo,
murió al fin, en la plaza, frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas, la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y de su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera,
y como hombre de su tiempo que era,
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer,
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Bécquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.
Nuevos poemas de Juancito Caminador (1941).
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