Nace el 17 de enero de 1870, en San Nicolás de los Arroyos.
Su padre, Juan Esteban, ha sido capitán del ejército español y vino a la
Argentina radicándose en San Nicolás de los Arroyos.
Estudia en Rosario y luego ingresa como soldado al I de
Infantería de línea y posteriormente, al Colegio Militar. Abanderado de éste
último, egresa ocupando el primer puesto de su promoción como subteniente del
arma de artillería, pasando después a la de ingenieros.
En 1903, junto con Enrique Mosconi, egresa como ingeniero
civil de la Facultad de ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA. Una
amistad indestructible nace entre ambos, que se afianzará en una comunión de
ideales cuando vislumbran la dependencia económica del país y se comprometen
ante sí mismos para redimirlo. Quizás sus primeras coincidencias surgen en las
noches de vigilia en el campamento de Orán, donde ambos trabajan en la Comisión
de estudio del Ferrocarril Central Norte (F.C.C.N.) que debía extender las
líneas de la Sección Norte en Salta y Jujuy, convirtiéndose en su primer
destino como ingeniero militar. Esta Comisión, integrada por ingenieros
civiles, dibujantes e ingenieros militares, entre ellos el también capitán
Enrique Mosconi, fue la encargada del tendido de líneas entre Perico y Ledesma
(Jujuy) habilitada en 1904, y de proyectar el trazado entre esta y Oran
(Salta).
En este orden de ideas, en 1911 cuando el entonces teniente
coronel regresa de su instrucción en Alemania, se hace cargo del Batallón N° 5
de Ingenieros con asiento en San Miguel de Tucumán, donde cuenta en su plantel
de oficiales a los subtenientes de ingenieros Manuel Savio y Benjamín Matienzo,
recién egresados del Colegio Militar (31/12/1910). De modo que tanto el padre
de la siderurgia nacional como el precursor de nuestra aviación, tuvieron en su
formación la gran contribución de Alonso Baldrich, quien diría años más tarde
“Como jefe alumbré a un general, Savio, y a un héroe, Banjamín Matienzo”.
En cuanto al tema hidrocarburífero, el debate sobre la
nacionalización del petróleo creció gradualmente entre 1910 y 1927. En 1910 se
publicó la obra seminal “El Petróleo”, por Jorge Newbery y Justino Thierry; que
inspiró un proyecto de ley del diputado radical Carlos Melo en 1916, sin
obtener resultados favorables. Al año siguiente el diputado del partido
conservador Rodolfo Moreno propuso la misma ley, pero fue nuevamente rechazada.
En 1919 y 1921, el presidente Hipólito Yrigoyen envió dos proyectos que
resultaron bloqueados en el senado por la mayoría que ostentaba el partido
conservador. Aún así la presencia del tema en discuciones públicas fue en
aumento, por el trabajo de Manuel Ugarte y de José Ingenieros, que en 1925
apoyó la fundación de la Unión Latinoamericana.
Años antes, en 1916, Baldrich se había hecho cargo del
Arsenal de Puerto Borghi, que condujo con eficiencia ejemplar. Su
administración innova sobre todo en el trato con los obreros, a quienes procura
vivienda y abaratamiento de los alimentos. Luego, en 1923, Mosconi lo designa
administrador de los yacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia. Allí,
organiza y reglamenta los servicios, reduce, a la tercera parte del costo, el
precio de los subproductos, así como el tiempo empleado en montaje de máquinas
y torres, rebaja el costo de perforación y aumenta el rendimiento. Luego, se
hace cargo de la Dirección General de Ingenieros. En esa época colabora con
Mosconi en la lucha contra los trusts ingleses –Royal Dutch y Anglo Persian- y
el norteamericano –Standard Oil-. La ofensiva en América Latina de la Standard
Oil es cada vez más avasalladora, ya que su política se inscribe dentro de la
mayor influencia que el capitalismo norteamericano pasa a ejercer sobre la
Argentina. Mosconi libra, por entonces, una dura batalla legal para contener
ese avance.
Desde su inmensa tarea en nuestra petrolera de bandera,
Baldrich afirma: “La industria petrolera estatal resulta esencial para promover
el desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero sobre el
petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional.”
Ante la política imperialista de la Standard Oil, que
ejercía una influencia avasallante en Bolivia, y buscaba expandirse a los
yacimientos del Norte Argentino, Baldrich participó en la fundación de Alianza
Continental en 1927, una organización liderada por Arturo Orzábal Quintana con
el objetivo de promover una ley de nacionalización de los yacimientos
petrolíferos. Durante ese año Baldrich recorrió el país dando discursos en
Buenos Aires, Bahía Blanca, Córdoba, Rosario, Tucumán y Montevideo.
En febrero de ese mismo año, diserta sobre: “El petróleo:
¿Por qué desde hace 15 años no surge esa ley (de nacionalización del petróleo)
que se pidió y por qué no se trata, por qué esa demora, no obstante haberse
presentado catorce proyectos y tener cuatro de ellos a despacho de Comisión y
por cuarta vez haberla pedido este Poder Ejecutivo?”.
En junio, reitera su tesis de apoyo a la Ley de
Nacionalización Petrolera y a las limitaciones que debían imponerse a ciertas
organizaciones internacionales que, como en Salta, tenían directa o
indirectamente monopolizada la mejor zona de la provincia a través de ilícitos
que incluían la contratación de abogados emparentados con el gobernador, la
impartición de justicia por mano propia, y la enajenación ilegal de tierras.
Baldrich publica artículos en los diarios La Nación y El Intransigente,
logrando despertar gran interés por el tema. A raíz de sus filosas palabras
contra el imperialismo invasor, Baldrich afirma que “la aspereza en el lenguaje
es virtud, cuando se fustiga con indignación a la villanía”.
En esa época, Manuel Ugarte le escribe desde Niza: “Cuando
recibí sus admirables y valientes trabajos sobre el problema del petróleo en la
República Argentina adiviné las resistencias que debía levantar su actitud… Yo
quiero a mi Argentina con el máximo cariño que se puede ofrendar a la Patria;
y, lejos de hacerle injuria, creo, como usted, servirla en sus intereses
finales denunciando los peligros que se ciernen directa o indirectamente sobre
ella…”. Pero la patriada del general Baldrich resulta molesta al Ministro de
Guerra, general Justo, que está enredado en conspiraciones para frustrar la
reeleción de Yrigoyen. El futuro golpista retira a Baldrich del servicio activo
del ejéricto por “exceso de edad”. El hecho motiva una imponente demostración
de sus amigos, entre ellos Mosconi y el general Severo Toranzo.
En esos tiempos, así como en los actuales, era necesario
para la lucha por la defensa del petróleo refrendar una Ley concebida y
ejecutada de forma nacional. Esta anhelada Ley de Nacionalización del Petróleo
tiene como cabeza el pedido de los generales industrialistas Baldrich y Mosconi
quienes solicitaban la implementación de los siguientes puntos:
“Nacionalización de todo el combustible, Monopolio estatal
de la explotación, Control estatal de la exploración, Monopolio estatal del
transporte del combustible, Autonomía de YPF, Prohibición de transferir las
concesiones.”
En setiembre de 1928, la Cámara de Diputados aprobó, con el
voto mayoritario de la bancada yrigoyenistas, el proyecto de Ley de
Nacionalización y Monopolio del Petróleo que disponía la expropiación de los
yacimientos petrolíferos y sus correspondientes instalaciones en manos de
particulares extranjeros. Se facultaba al Poder Ejecutivo a declarar la
caducidad de las concesiones de cateo, indemnizando a sus beneficiarios. El
Senado, entretanto, con mayoría conservadora, inmovilizó el proyecto de ley
venido de diputados con media sanción. Al no tratarlo lo condenaba a morir. Por
entonces, el 19 de diciembre de 1929, Baldrich es nombrado director del
periódico “La Argentina” y desde allí denuncia al Senado que tiene inmovilizado
el proyecto de ley. Asimismo, el 21 de diciembre, en primera página denuncia al
senador Rudecindo Campos, apoderado de Leach, socio de Standard Oil:
“Excusación improcedente”. Luego, publica un extenso informe: “La Alianza
Continental frente a la Comisión Especial del Petróleo. La demora del Senado es
deliberada”.
Poco después, insiste: “… ¡Alerta” transmitimos con voz de
orden al país, porque lo amenazan de muerte los piratas que desean impedir la
realidad magnífica de nuestra independencia económica que es una suprema
aspiración y un supremo objetivo de los que aman a la Patria”.
El 6 de enero publica: “La defensa de la industria”. Allí
afirma: “Es necesario dar a la industria elaborativa su verdadero significado
económico y social. La usina que se levanta rinde beneficios a quien la
mantiene, pero su influencia se diluye en todo el medio en que actúa. Da pan al
obrero, tranquilidad a los hogares cuyos jefes se disciplinan en el trabajo,
reduce las compras en el extranjero y pone en circulación fuertes capitales que
salen al mercado bajo la forma de salarios y de compra de las materias
primas…”.
El 19 de enero, en “La conspiración del silencio”, vuelve a
denunciar la obstrucción de la mayoría del Senado. El día 25, en “El Senado no
sancionará la Ley del Petróleo”, anuncia que han resuelto tratar todas las
leyes incluidas en el mensaje del Poder Ejecutivo menos aquella. A Baldrich lo
atacan, le dicen loco, quijote petrolífero. Él se defiende: “Los niños y los
locos según la afirmación popular dicen la verdad…”. El 12 de abril, en “La
palabra de América”, defiende la postura del presidente Yrigoyen en su
conversación telefónica mantenida en la víspera con Mr. Hoover, presidente de
los Estados Unidos: “Los órganos que representan una influencia yanqui en el
país han censurado el mensaje del presidente Yrigoyen a Mr. Hoover. No es agravio
para una Nación decirle que no se participa de sus puntos de vista… Bien ha
hecho el presidente Yrigoyen de emitir los conceptos fundamentales que ha
expresado, puesto que ellos son un Evangelio de Libertad…”. El 4 de mayo de
1930, el general Baldrich deja la dirección de “La Argentina” por problemas
financieros, pero anuncia que seguirá abogando por la Ley de Nacionalización y
Monopolio del Petróleo.
El 7 de septiembre de 1930 debían realizarse las elecciones
en Mendoza y San Juan, teniendo el yrigoyenismo grandes probabilidades de ganar
6 senadores, con lo que se hubiese roto la mayoría conservadora en la Cámara
alta y se hubiese logrado, acto seguido, la aprobación de la ley de
nacionalización del petróleo, asegurando la exploración, explotación y transporte
para el monopolio estatal. Lamentablemente, sólo un día antes, el 6 de
septiembre de 1930, tuvo lugar el golpe de Estado.
Al producirse el golpe militar de Uriburu, Mosconi y
Baldrich son detenidos. Puestos en libertad, no permanecen impasibles ante el
vuelco total de la política petrolera llevada a cabo por YPF.
Ambos jefes son estrechamente vigilados. Uriburu les teme
por su prestigio en el Ejército: a Mosconi los destierra a Europa mientras que
a Baldrich lo confina en Bariloche, desde donde parte meses después para
Paraguay y luego al Brasil hasta 1932, año en que Agustín Justo gana la
presidencia en elecciones fraudulentas.
Luego, en 1934, Baldrich da una conferencia titulada “El
problema del petróleo y la guerra del Gran Chaco”, donde hace referencia a los
intereses de las compañías petroleras extranjeras y como culminan embarcando en
una guerra a Bolivia y Paraguay.
En ese mismo año, 1934, el Congreso aprueba la Ley 12.103
que establece la Dirección de Parques Nacionales, Baldrich fue vocal de la
misma hasta 1938 y luego director hasta 1940. Desde allí, apoyándose en dicha
ley para solicitar recursos, se desvela para argentinizar la Patagonia, muy
conocida por este “general del Pueblo” en su acción en el yacimiento fiscal de
Comodoro Rivadavia. Teniendo en cuenta que radicar gente es la primera
condición y la segunda industrializarla, esboza un revolucionario programa:
“¿Qué debemos hacer para argentinizar la Patagonia? …
Continuando el plan del Superior Gobierno de la Nación, destacar más unidades
del ejército … Creación de escuelas con internado y programa regional con
talleres y chacras, defendiendo a la niñez de la desnutrición y los
inconvenientes de las distancias … [enviar colonos] dándoseles no sólo la
tierra, sino que también la vivienda y los implementos de trabajo,
constituyendo y acrecentando los núcleos de población capaces de abastecer
zonas de consumo. Proteger ampliamente ese trabajo en lo técnico y lo
económico. Completar la red caminera, propuesta por la Dirección de Vialidad. Prolongación
de las líneas ferroviarias. Tarifas de fomento, sin vista a la ganancia o al
dividendo. Orientación de los argentinos hacia la vida y la industria del mar.
Puertos libres y controlados para artículos de consumo, a fin de abaratar la
vida, excluyendo artículos de lujo… Funcionamiento del Registro Civil y
enrolamiento de votantes, lo que suprimirá irregularidades perjudiciales para
el país. Designar gobernadores y jueces de paz a vecinos arraigados. Votar más
recursos a la Dirección de Parques Nacionales a fin de que intensifique y
amplíe su acción nacionalista y de progreso con vista al turismo, y que le
asigna la ley de su creación, como ser: construcción de caminos, puentes,
escuelas, líneas telegráficas y telefónicas, muelles, puertos, desagües,
hospitales, construcción de hoteles, funiculares, estaciones de servicio para
automóviles, control de tarifas de las empresas de servicios públicos…”
En los años previos a su fallecimiento se retira a la vida
privada y es espectador de lujo de la batalla por la siderurgia nacional que
libra un discípulo suyo, el general Savio. Alonso Baldrich pasa a la
inmortalidad en Buenos Aires a la edad de 86 años, un 24 de agosto de 1956.
Este soldado de la causa nacional deja un legado de su lucha y pensamiento inquebrantable
en defensa de los recursos naturales y en pos de la industrialización del país.
Fuentes: Lopa, Ricardo Alberto – Coord. Galasso, Norberto.
Los Malditos Vol. I. Pág. 131.. Ed. Madres de Plaza de Mayo
Larra, Raúl. El general Baldrich y la defensa del petróleo
argentino. Ed. Mariano Moreno.
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