Angelitos: de ángeles y demonios.
Hay un lindísimo bar de madera antiguo, donde preparan aperitivos y vermut de la casa.
Salen con platitos de escabeches de pollo, berenjenas y porotos; o queso con aceitunas.
Desde 1890 hasta 1975, fue el bar de escolazo, quiniela clandestina y cancha de bochas de Baradero, el pueblo más antiguo de la provincia de Buenos Aires. Sólo los guapos entraban y, cada mañana, mientras aterrizaba alguno a tomarse una cañita para templar el pulso, barrían del piso las colillas de 60 paquetes de cigarrillos. Era una parada obligatoria en la ronda diaria de la policía: “Vamos a ver qué hacen los angelitos”, decía el comisario, y lo decía tan seguido que así lo nombraron, Café de los Angelitos.
En 2013 tomó las riendas Salvador Sabatella, hijo de uno de sus dueños, quien de a poco logró democratizarlo. Las señoras tardaron un año en animarse a entrar pero hoy es, indiscutiblemente, el bar del pueblo. Allí se reúnen hoy distintas generaciones de baradenienses, entre cortados, aperitivos y gaseosas de litro, rodeados de banderines de fútbol, carteles fileteados, y retratos de René Favaloro, Raquel Welch, Maradona y la Virgen María.
La cocina es simple y casera, con algún producto autóctono como la boga, un pescado de río de carne blanca y sabrosa, que se sirve entero con vegetales. El resto de la carta es tradicional: buena provoleta y rabas tiernas para empezar; pastas caseras (sorrentinos de pollo o de ricotta y jamón, canelones de verdura), carnes y milanesas varias con buenas guarniciones, pizzas (favoritas de los locales), y de postre, flan mixto. Para beber, vino de la casa en pingüino y sifón de vidrio bien frío, como debe ser.
Hay un lindísimo bar de madera antiguo, donde preparan aperitivos y vermut de la casa –en algún tiempo el mozo llevaba el hielo a la mesa en los bolsillos de la chaqueta–. Salen con platitos de escabeches de pollo, berenjenas y porotos; o queso con aceitunas.
Baradero es perfecto para una escapada de fin de semana. Tiene barrancas y paseos sobre el río donde se puede pescar y acampar, y un festival de música popular (del 14 al 17 de febrero) que congrega grandes figuras. Los Angelitos abre a las 6 de la mañana y cierra pasada la medianoche, así que allí siempre va encontrar un refugio.
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